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Abril 2013
Edición No. 290
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jimulco

Jimulco, una región olvidada



Querer olvidar algo o
alguien es amarla más.
Severo Catalina




Jesús M. Moreno Mejía.

Para muchos laguneros existe aún ese México Desconocido que bien podríamos advertir, sobre todo si lo tenemos “a tiro de piedra”. Tal es el caso de Jimulco, cuya región representa la mayor parte del territorio del municipio de Torreón, Coahuila, y que lamentablemente se encuentra olvidada por muchos, pero sobre todo por nuestras autoridades actuales y anteriores, salvo en épocas electorales.

Para ubicar esa región rural de Torreón pensemos en lo que existe atrás de la Sierra de las Noas, identificando ésta al sur de la ciudad donde se alza imponente el Cristo de las Noas y varias antenas de aparatos electrónicos. Para poder ir a Jimulco tenemos que viajar por carretera o en tren (este último sólo utilizado para el transporte de material industrial), pasando por territorio perteneciente al municipio de Lerdo, por la llamada Cuesta de la Fortuna.

Para quienes gustan de datos precisos, la situación geográfica de Jimulco se encuentra en los 25° 10’ 22’’ de latitud norte y 103° 33’ 05’’ de longitud poniente del meridiano de Greenwich, con una elevación media de 1,267 metros sobre el nivel del mar.

Hace algunos años la región de Jimulco fue considerada como Reserva Protegida por organismos nacionales e internacionales, e incluso han surgido organizaciones no gubernamentales destinadas a luchar por la protección de ese lugar, pero con muy poco apoyo por parte de las autoridades municipales y estatales, quienes se han concretado ejercer algunas acciones que bien podríamos calificar de tipo político o carácter temporal, con la finalidad de asegurar votos para las elecciones.

Basándonos en lo informado por José Reyes Moreno, cronista de esa región, Jimulco es un lugar histórico y geográfico de alta significación, pues ahí se conservan edificaciones que datan más de 100 años, como la llamada Casa Grande de “La Flor de Jimulco”, en cuyo frontispicio aparece la fecha de 1899 y a unos metros de distancia los vestigios de un acueducto, que los lugareños afirman tiene unos 150 años de antigüedad.

Existe también un resistente puente sobre el otrora caudaloso río Aguanaval, de recios arcos que dan sustento al paso de vehículos pesados y un túnel para el paso de personas, permaneciendo aún en pie desde hace más de 100 años y que es todavía utilizado por la gente de los lugares cercanos, tales como los poblados denominados Jalisco, Los Milagros, Trinidad, etc.

La región de Jimulco tiene una extensión territorial de aproximadamente 60 kilómetros longitudinales y un promedio de seis kilómetros de ancho, de cuya superficie destaca mayormente la serranía, a diferencia de la superficie prácticamente plana donde se asienta la ciudad de Torreón, que sólo tiene como elevación mayor la Sierra de las Noas.

De hecho el municipio de Torreón está dividido en dos partes, la norte donde se encuentra la cabecera municipal (Torreón) y los escasos poblados rurales que aún quedan, y la del sur, o sea la mencionada Región de Jimulco, que comprende del poblado Juan Eugenio hasta el punto más meridional, conocido como Barreal de Guadalupe; y a todo lo largo es paso obligado del cauce del río Aguanaval, así como las vías férreas que conducen los trenes que van al sur del país, hasta la ciudad de México, y también la semidestruida carretera que conduce a San Juan de Guadalupe, Durango.

Otro dato curioso, tal vez único en todo México: el municipio de Torreón está separado por el río Aguanaval en un largo tramo, y por ello hay que transitar por territorio del municipio de Lerdo, Durango, hasta llegar al poblado de Juan Eugenio, que es donde comienza la otra parte de Torreón como municipio.

No entraremos en detalles sobre las agrupaciones que propugnan por la conservación y engrandecimiento de la región de Jimulco, pues cada una trabaja de forma independiente una de otra, y a todas ellas las autoridades les han dado “atole con el dedo”, lo mismo administraciones presentes que pasadas (esto es de diferente color político).

También debe interesarnos saber que la región de Jimulco colinda con el municipio de Viesca al oriente, al poniente con el municipio de Lerdo, Durango., y al sur con el municipio de San Juan de Guadalupe, Dgo.

Jimulco está constituido por un cañón rocoso principal y cuando menos otros 11 cañones secundarios, algunos que provienen de Viesca, Coahuila., y otros de Picardías, Durango., cuyas elevaciones hacen del lugar una región montañosa, destacando por su elevación el pico rocoso conocido como “El Centinela” (si bien se le identifica también como “El Picacho” de Jimulco) con una altura de 3,138 metros sobre el nivel del mar.

Esa elevación no es posible verla desde cualquier sitio de la ciudad de Torreón, ya que lo impiden el cerro de las Noas, pero se puede observar desde Matamoros, Francisco I. Madero y San Pedro, Coahuila, sobre todo cuando hay nieve en esa parte alta de “El Picacho” en algunos inviernos.

También es visible cuando alguna aeronave proveniente del sur pasa por las inmediaciones de Jimulco, al ir bajando la nave para tomar el ángulo conveniente para aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Torreón, destacando como un enorme picacho que surge de entre las escarpadas sierras de dicha región.

En la Sierra de Jimulco es posible encontrar jabalíes, venados, gatos monteses e incluso pumas, según se afirma. En las inmediaciones de La Flor de Jimulco se encuentra un cerro aislado denominado “Sombreretillo”, constituido en gran parte por mármol de buena calidad, si bien su ubicación se sitúa en el área del estado de Durango.

Y es que algunas sierras que rodean las pocas comunidades de la región de Jimulco, se encuentran en el estado de Durango, donde se ubican poblados tales como Francisco Villa, Nazareno y Picardías, que pertenecen al municipio de Lerdo, Durango., en tanto que en el municipio de Torreón se encuentran Juan Eugenio, Jalisco, Milagros (de muy escasa población), La Trinidad, Jimulco, La Flor, estaciones Otto y Centinela (prácticamente desaparecidas), El Realito, Pozo de Calvo, entre otras, y la más distante: Barreal de Guadalupe.

Las condiciones climatológicas de esa región hacen que en el verano las noches y madrugadas sean frescas y agradables, pues toda la región está permanentemente ventilada por el aire proveniente de los cañones y los cerros.

Actualmente, en Barreal de Guadalupe se ha constituido un modesto parque ecológico en apoyo a los habitantes de ese lugar, quienes cobran por vehículo que ingresa la módica cantidad de treinta pesos, y por la misma cantidad entregan a los paseantes una bolsa grande de plástico para que depositen en ella los desperdicios de lo que lleven para consumir y de esa manera ayuden a conservar esa reserva ecológica, proyectada a convertirse en un complejo turístico, con cabañas y otros servicios.

El ese lugar se localiza un enorme cañón rocoso por el que corre un “hilo de agua” proveniente de la presa hidráulica más cercana, que contiene agua del río Aguanaval, motivo por el cual los caudales ya no fluyen de manera abierta, salvo cuando la dejan salir de los vasos contenedores de río arriba en épocas de mucha lluvia en la cuenca alta.

Finalmente referiremos algo de la historia referente a sus primeros habitantes de la Sierra de Jimulco y sus alrededores.

Ese excepcional lugar fue asentamiento de grupos indígenas de la época precolombina y parte de la colonia, en cuyo lugar lo mismo hubo Irritilas, Guachichiles y Zacatecos que se asentaron en esos lugares, hoy conocidos como Jimulquillo, El Ojito y Sombreretillo, donde encontraron además del río abundantes manantiales que manaban de la roca agua fresca y abundante.

La caza y la pesca fueron el sustento de los pueblos indígenas que encontraron en ese lugar los conquistadores, pues en aquellas épocas era constante el caudal de agua del río Aguanaval, y poco más al poniente del cañón de Jimulco, el río Nazas.

Se cuenta que la palabra Aguanaval proviene del nombre que los indígenas le daban a toda la ribera del río, Buenhabbal, que para ellos significaba “agua constante”, pues como se dijo antes el caudal corría de manera constante y de la roca brotaban manantiales, que en algunos casos todavía aisladamente se encuentran, pero con muy poco agua.

¡Hasta la próxima!


 
 
 
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