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Julio 2013
Edición No. 293
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jose maría fraustro sillerCoahuila, una entidad paralizada


Jorge Arturo Estrada García.


El reciente proceso electoral dejó en evidencia el acelerado desprestigio de la clase política de Coahuila. Las pugnas internas de los partidos influyeron indudablemente en los resultados. El gobernador no pudo imponer su voluntad. El moreirismo se desgasta notablemente. Y los ciudadanos molestos, castigaron al PRI, a sus pésimos candidatos y a sus malos gobiernos.

El pacto por México congeló a la maquinaria. Los operadores tuvieron que ser más discretos y no hubo las cantidades acostumbradas de efectivo fluyendo en las calles, el día de la elección. Tampoco las policías al servicio del tricolor pudieron ahuyentar a los movilizadores del voto opositor. Fueron muchos factores, los que se conjuntaron para los resultados electorales.

Las bases tricolores acostumbradas a un mejor trato, mayor organización y mucho más recursos y programas a su disposición, le dieron la espalda a la dirigencia priísta en esta ocasión. La inercia no bastó, faltó eficiencia y comprender los escenarios. Los coahuilenses reaccionaron.

Las derrotas no hicieron al Rubén Moreira un demócrata. Tampoco convirtieron a Leopoldo Lara en un distinguido ciudadano, que merece ser consejero presidente del órgano electoral de Coahuila. Las victorias le dieron algo de aliento a Lenin Pérez, a Carlos Orta y catapultaron a Isidro López.

Tal vez un poco de viento fresco llegue a la entidad. Pero con la lamentable capacidad financiera que heredarán los nuevos alcaldes, se puede esperar muy poco en lo material. Cada uno de ellos, primero deberá ganarse la confianza de sus gobernados, en ellos y en las instituciones.

Los problemas más graves de Coahuila derivan de la falta de confianza en las instituciones y en los políticos. Los demás, son consecuencia de lo mismo. La impunidad impera, la procuraduría de Homero Ramos está en los primeros lugares en impunidad y en casos de homicidios no resueltos, con el 98 por ciento. El derroche financiero y la megadeuda siguen sin castigos.

Los resultados electorales, enviaron una señal de que cada vez son más los coahuilenses dispuestos a retomar su destino en sus manos. Hartos de la corrupción y la ineficiencia de la clase política gobernante, y de la falta de desarrollo dinámico y armónico para sus familias, reprobaron al gobierno estatal.

El gobierno de Coahuila marcha como a cámara lenta. El resto del mundo y algunas entidades del país, progresan a ritmo acelerado. Por primera vez, en décadas, nos hemos rezagado. Llevamos más de seis años sin progreso. Los miles de millones derrochados, no se aplicaron en Coahuila. Sirvieron para que el PRI de Humberto Moreira exportara la compra de votos y ganara elecciones y aliados en las entidades vecinas.

Coahuila es una entidad paralizada. Su futuro está hipotecado. Ni la federación ni el estado tienen proyectos estratégicos para detonar su progreso económico y social en los próximos años.

Aumenta la pobreza. El sistema educativo estatal es reprobado en todas las evaluaciones. Se siguen generando empleos del siglo pasado con salarios de obreros. Las escuelas no cuentan con banda ancha y computadoras suficientes. No evolucionamos. No hay nuevos clústers. Detroit quebró. Tuvieron que recurrir a los casinos para revitalizar su economía. La falta de visión y trabajo ponen en riesgo la viabilidad de Saltillo, el Detroit de México. Y la región más próspera de Coahuila.

La transparencia, es una farsa en cuanto se requieren datos de la megadeuda y de los excesivos derroches del sexenio anterior. Todavía se manejan en el esquema de que lo ideal sería el borrón y cuenta nueva.

El gabinete de Rubén poco le aporta a la incesante agenda del gobernador. No hay visión. ni metas estratégicas. No se percibe transformación, ni evolución, ni talento de parte del gabinete.

Armando Luna, mantiene a las policías locales inoperantes y reducidas a su mínima expresión, por lo que son incapaces de brindar seguridad en los barrios y colonias de la entidad. Los alcaldes nunca le hicieron caso para contratar a nuevos agentes. Luna presume que es el favorito del gobernador y desde su hamaca se dedica a grillar a sus compañeros de gabinete.

Las gestiones de Martha Laura Carranza y Miguel Ángel Riquelme, en desarrollo Social, sólo produjeron más pobres. Estamos muy lejos de resolver la marginación, la brújula se perdió hace años. Los programas sociales ya sólo mantienen clientelas electorales cada vez menos fieles.
armando luna canales
En lo electoral, tampoco los miembros del gabinete pudieron con las encomiendas. Francisco Saracho y Armando Luna no pudieron derrotar a Lenin Pérez, en Acuña. A nivel estatal fracasó David Aguillón. Su estilo de hacer las cosas no logró que la maquinaria funcionara como en tiempos de Rubén y María Esther en el tricolor.

También fracasaron Humberto, Álvaro y Carlos Moreira en Saltillo con Fernando de la Fuentes. Samuel Rodríguez, operador estrella del Humbertismo, quien tiene años trabajando la Región Centro, por muy poco y la pierde completa.

Sólo el grupo Torreón de Eduardo Olmos y Miguel Riquelme apuntalados por Salvador Hernández Vélez y María Esther salvaron al PRI del desastre. Por sólo cuatro mil votos, pero lo salvaron de la derrota total.

El caso de Olmos es muy especial. El moreirismo lo llevó a la alcaldía, a cumplir su sueño personal. Pero también el moreirismo lo llevó a gobernar en condiciones de alto desgaste. Humberto y Jorge Torres lo dejaron con decenas de obras estatales sin terminar y sin dinero. Además, el gobernador actual le endosó varias obras multimillonarias para que Olmos las terminara con recursos municipales. Desde tiempos de Javier Villarreal, Torreón no recibía sus partidas completas. Luego, tras la quiebra del Gobierno de la gente, Lalo tuvo que completar también las obras del insolvente gobierno estatal. Y cargar con todo el desprestigio, por la falta de programas y recursos.

Y sin embargo. Olmos y su grupo sacaron adelante la candidatura de Riquelme. Por el momento, Torreón es el último bastión del moreirismo en Coahuila. Y ese grupo, es el que mejor opera políticamente.

En contraste, el grupo Saltillo es una de las fracciones que más se ha fortalecido en el ánimo de Rubén. Y no aportan nada, ni un voto, en lo electoral. Desde la comodidad de sus escritorios, administran y hacen maromas financieras con los presupuestos del gobierno estatal, sus dependencias, los ayuntamientos y hasta de universidades y organismos autónomos.

Chema Fraustro, Chuy Ochoa e Ismael Ramos, ya se han convertido en el blanco de los ataques de sus compañeros y excompañeros de gabinete. Los técnicos de rubenismo serán atacados con fuerza por los rudos de todas las facciones. El crecimiento de Chema le ha ganado muchas envidias. Al parecer, Fraustro le encontró el modo a Rubén, para hablarle de las problemáticas reales de la entidad. Lo que ha molestado a los aduladores.

El ejercito electoral del moreirismo, que lo ganó todo. Que llegó a ser casi invencible, parece agotado. Lo mismo, sus principales operadores. Se perdió la magia, y los millones ya no llenan las maletas y fluyen en las calles. Y los votos, ya no completan victorias.

Los priístas marginados del moreirismo se mueven de forma muy cauta. Casi sigilosamente. Algunos dicen que hasta con temor. Pero, indudablemente siguen haciendo política en el seno del Peña Nietismo. Apuestan al desgaste.

En Coahuila no hubo un bloque opositor. Se fragmentaron y multiplicaron a las oposiciones. Sin embargo, el factor común fue el voto de castigo al PRI. En Torreón no hubo un líder atractivo para canalizar votos, por eso el tricolor no perdió.

El proceso electoral y sus circunstancias evidenciaron los negocios del presidente del IEPC, Leopoldo Lara, con Vicente Chaires y algunos ex colaboradores de Humberto. El árbitro se desprestigió todavía más.

Memo Anaya, Jorge Zermeño, José Ángel Pérez y Carlos Orta fueron expuestos como factores de desprestigio y división en su partido. Sus tiempos y liderazgos caducaron. Salvo Anaya, sus nombres quedan como personajes que ofrecieron escasa oposición efectiva ante los abusos del moreirato.

La realidad nacional muestra que si Rubén no hubiera heredado el poder, merced a la audacia y suerte de su hermano, Humberto Moreira, muchos de sus colaboradores estarían en la cárcel.

Rubén Moreira y el moreirismo están más débiles que nunca, pero eso no quiere decir que el PAN ya tenga en la bolsa el Palacio Rosa. Nada más lejano. Primero deberán resolver sus pleitos. Deberán consolidar un frente fuerte y homogéneo con un líder resuelto y capaz.

En el Palacio Rosa, Rubén está obligado a hacer ajustes y a cambiar su forma de hacer política, o dentro de un año podría perder el Congreso. Sí sólo hace sus enroques, las derrotas se harán presentes de nueva cuenta. Y los ciudadanos se mantendrán alejados de su gobierno. Y el desgaste se acelerará.

 
 
 
jjjeee_04@yahoo.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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