A EPN lo acechan tres estigmas
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Hay más pero tres son los significativos: El de Atenco, el de la niña Paulette Gebara Farah y el de la FIL de Guadalajara. Doy por hecho que Enrique Peña Nieto no era precisamente él el que gobernó 6 años en el estado de México, la misma lógica tengo y aplico a los seis años que nos gobernará. Atrás de Peña Nieto hay ciertamente gente capaz y sabedora de las buenas y malas artes de gobernar. Cuando menos cuatro ex gobernadores, Carlos Salinas y Carlos Hank Rhon. Cada uno con sus respectivos secretarios y especialistas en esas artes mencionadas.
Sobre Atenco, como el peor estigma, me aferro a la tesis y a la teoría de que cuando comenzó el problema en Atenco, Peña Nieto era cuasi un imberbe político, dependiente del consejo de los gatopardos del Grupo Atlacomulco. Ellos decidieron, y él ejecutó la orden de reprimir a los atenquenses a petición de Vicente Fox, porque el problema se presentó en el estado de México. Asunto derivado del abuso en la expropiación de terrenos para el aeropuerto de la ciudad de México. Era negocio para unos cuantos en detrimento del patrimonio de los de Atenco. Les pagarían a precio rajatabla sus propiedades; algunos oligarcas y políticos ya se lamían los bigotes. Todo, gracias a los machetes de los protestantes, se vino abajo el negocio. De ahí el coraje del furibundo Fox, quien pidió mano dura, la que sin justicia y a tontas y locas, aplicó Peña Nieto.
El segundo estigma se presentó en el caso de la niña Paulette Gebara Farah. El procurador -judío por cierto- llegó a ese puesto por el sistemas de cuotas que los políticos aplican. En el estado de México viven más judíos que en el resto de la república y son los más ricos entre ellos, muchos dedicados a los bienes raíces y uno de éstos, patrón de Gebara, quien sin tapujos le pidió a Peña Nieto que intercediera a favor de su asociado; por esa causa, le fincaron en principio a la madre de Paulette, una crucifixión mediática para favorecer a su cónyuge en su inminente divorcio. Ambos, la señora Farah y Gebara, son de la comunidad árabe al igual que el procurador, con la salvedad que los primeros son de origen libanés y cristianos y el procurador es judío de origen sirio.
El tercero que ronda en mi cabeza es el de la FIL de Guadalajara en donde, nuestro presidente actual fue a presentar “su libro” y se enredó sin proponérselo, en una pregunta simple: “Cuales son los tres libros que han cambiado su vida”. Lo demás ya lo sabemos, no supo qué hacer porque saliéndose del guión se metió en un berenjenal y se ahogó en sus propias mentiras. Por eso mismo y por los tres estigmas que acechan a Peña Nieto, nada mal le resultaría a nuestro presidente, leer las obras de Averroe, en ellas aprendería algo de política, materia de la que al parecer sabe poco, porque sospecho que sigue siendo -como en la época del episodio de Atenco- un imberbe político.
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