¿Por qué de los por qué?
Adolfo Olmedo Muñoz.
La intención de este comentario de opinión no es la de dictar una clase de periodismo, por más que tengamos que hacer, necesariamente, algunas alusiones sobre aspectos que se ven implícitas en esta materia de la comunicación. Algunas más allá de lo que se conoce como “las formas de discurso”, pues todas ellas contienen en su sustrato un elemento que debiera ser factor denominador, además del eje principal de la actividad periodística. Comentario que surge luego del desdichado hecho “policíaco”, ocurrido prácticamente en las primeras horas de este 2013, la muerte por atropellamiento de una mujer, arrollada en el bulevar Luis Echeverría, a la altura de una parada de autobuses que se localiza frente al centro comercial HEB por una camioneta negra, manejada por un sujeto que como es costumbre, huyó cobardemente.
Hasta aquí, como se dice en el argot periodístico, “la nota”. Los modernos medios de comunicación, impresos o electrónicos -sobre todo estos últimos- en aras de tiempo o espacio, no alcanzaron a dar a conocer muchas interrogantes. Desde las más simples, como el nombre de la occisa, su edad, procedencia, ocupación, posición civil y laboral.
Mucho menos se iban a preocupar por saber de las ilusiones de aquella mujer por la que “ellos”, cubrieron su “cuota del día”. Pero quién de ellos se preguntó públicamente sobre los anhelos de esa mujer, sobre qué la impulsó a salir del hogar en día tan aciago e inhóspito clima.
Quién intentó saber, más allá del morbo sangriento propio de las cuevas donde parasitan, prestando “servicios” a gandules improvisados de periodistas, si aquella infortunada era madre, y quienes eran sus hijos; si era el sostén de ancianos parientes.
Y todavía más allá de esos cuestionamientos, creo que vale la pena preguntarnos sobre los riesgos que cientos de ciudadanos corren a diario, merced a la estupidez, mezquindad y criminal irresponsabilidad de autoridades que se preocupan más por tener “una buena prensa” que hable bien de ellos, aunque sea a costa de dádivas que son, más, mucho más controlables que los intereses que ocultan la imbecilidad de que, ante una espectacular remodelación de las vías urbanas, no se haya pensado en la seguridad de los peatones.
Las autoridades sólo se acuerdan de los ciudadanos, para forzarlos a pagar impuestos, mientras cada quién hace lo que le viene en gana, cuando tiene -o compra- el favor de dichas autoridades para estrechas banquetas, colocar rejas donde se les antoja, poner anuncios a mitad de las banquetas, o a alturas impropia para el libre tránsito de los usuarios. Una total anarquía tolerada, mientras se ha dejado que fuertes consorcios se hagan multimillonarios con las concesiones de construcción de las vialidades, donde por kilómetros, no hay un desdichado paso peatonal.
Es cierto, a escasos 60 metros del lugar donde fue atropellada la mujer de marras, hay un puente peatonal, que va del frente del edificio donde está la oficina de Aguas de Saltillo y conecta a un costado de Teléfonos de México, en una esquina de la mega manzana de HEB.
Lugar -el del puente- con flujo mucho menor que el que tiene el lugar del siniestro, donde precisamente se autorizó una parada de camiones, que junto con la que se halla frente Soriana, una cuadra adelante, son el único medio de acceso a todo un flujo peatonal de gente que va y viene a esos negocios y otros que se localizan en la zona.
Lo peor de todo es que a partir de ahí, tendrían que recorrer kilómetros los viandantes, para usar otro paso peatonal, lo cual, me parece, es una estupidez sobre las que habríamos de preguntarnos: ¿Por qué no vemos una profesional ingeniería vial?; ¿por qué se permitieron obras carentes de ese servicio?; ¿por qué el desdén de las autoridades hacia la vida de los ciudadanos… “de a pie”?
Por qué tuvo que morir un ser humano para preguntarnos sobre el verdadero nivel de incompetencia de las autoridades municipales, y la vergüenza de saber que no hay entre los comunicadores sociales el más remoto criterio de aquello del “servicio a las causas de interés público”
Por qué, no sé, pero quizá sea porque no se trató de la esposa de algún alto funcionario. La occisa de marras, apenas será para las estadísticas “un peatón imprudente”.
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