Presencia y sumisión
José María Mena Rentería.
Asistencia de subalternos -invariablemente- genera la presencia de un mandatario en cualquier punto de su área de influencia. Tal práctica persiste como parte de usos y costumbres en México “políticamente” vigentes, hasta hoy día.
Ahí donde está el gobernante, se congregan los funcionarios de las diferentes dependencias para que el mandatario -si tienen esa “suerte”- advierta su presencia y al mismo tiempo constate esa sumisión apenas disimulada.
Todo, por permanecer en la nómina, ésa con la que en el ámbito oficial cubiertos son los emolumentos de una burocracia -de nivel medio para arriba- integrada por amigos y correligionarios del mandatario en turno que aún antes de iniciar su gestión suele designar a los que ocuparán los diferentes cargos.
El que esos “elegidos” carezcan de los conocimientos necesarios es lo de menos. A tal situación -prevaleciente- se debe que equis funcionario, amigo o cercano del gobernante, pase, por ejemplo, de una dirección del Sector Salud, a la titularidad de una dependencia relacionada con el renglón agrícola.
Se trata de “políticos” que trepados en el candelero del poder son, según la voz popular, como el Mentolato, aquel ungüento bueno para todo alguna vez disponible en boticas y farmacias.
La resultante de tal sinrazón es el caos que recurrentemente afecta a la comunidad, tolerante -a querer y no- de presupuestívoros “favorecidos” por el señor que “gobierna”, ocupante con sus subalternos, de espacios donde el único que piensa y decide es el que manda dadas formas como las externadas por Sancho, escudero de don Quijote, ante una mesa colmada de viandas y exigir: “…Y dadme de comer y de beber, que señor que no hace mercedes no mercedea largo tiempo”.
¿Coincidencia los días de don Miguel de Cervantes con los actuales? ¿Rémora del pretérito el ejercicio de la “política” tal y como se practica a la mexicana? Dedúzcalo usted amable lector. Lo cierto es que en este país el único afán de muchos trepadores de los cargos públicos es enriquecerse después de incurrir en excesos y atropellos, como los habidos recientemente en Coahuila y de hecho, en el país, de mar a mar y de frontera a frontera.
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