No sólo de pan vive el hombre

Fidencio Treviño Maldonado.

Tal vez la sentencia o parábola que hace dos mil años da Jesús a sus discípulos y a quien tenga oídos y escuche, en la actualidad nos caiga a los mexicanos como calcetín en zapato de cartero, sobre todo al referirse que no sólo de pan vive el hombre, sino también se puede nutrir de otras cosas, en nuestro maravilloso país nos viene de perlas cuando la cultura ha estado estancada o va en franco retroceso en nuestro entorno.

Se le está dando mucha fuerza al turismo por parte del Estado y de la clase gobernante, las maquilas y la economía parecen despegar y algunos negocios mezclados en la política van boyantes, se entiende y está claro que se hace por la parte recaudadora, sin embargo la cultura parece navegar por aguas oscuras y estar estigmatizados por una clase inquisitorial metida en un mundo kafkiano o peor aún, un territorio dickensiano en donde todos apagan las luces y se suman en el oscurantismo generacional.

Pareciera que nuestra clase política ve en la cultura el pecado original, el animal totémico que temen despierte y pueda ser un ente blasfemo y hasta corruptor de la juventud, inclusive la cultura puede representar para los políticos una tragedia nacional al pensar que en ella se dan y van implícitas manipulaciones con todos los aspectos más oscuros, y que la cultura es una necia conjura de los jóvenes y tercos estudiantes sobre sexo, alcohol, drogas y tabaco, excesos en donde la estupidez se forja en esta juventud.

La casta divina no pasan de ser malos actores de reparto que fantochean con lo que piensan que es cultura en fiestas de fraternidad, mostrando sus “logros” gadgets electrónicos llamándolos por sus siglas, PC, TV, CD, DVD, WWW y otros cientos de paraísos artificiales que entretienen sus cerebros, ridículas caricaturas que hasta se dan el lujo de convertirse en censores y moralistas de los verdaderos artistas en artes.

La cultura en todas sus artes (quitando el toreo que este mediocre articulista no lo considera arte) ha sido y es la más alta expresión del hombre, es el registro de la vivencia primordial de sentimientos estremecedores, las mil y una forma expresiva, sensaciones evocadas por pensamientos llenos de onirismos de franca libertad, se hace necesario invertir en proyectos de cultura popular que no caiga en lo vulgar que sea del, por y para el pueblo, cultura que eleve el pensamiento de niños, hombres y mujeres, que la cultura transite en las aulas a todos los niveles desde jardín de niños hasta universidades y que la música, pintura, literatura, danza, incluyendo el buen cine -entre otras expresiones culturales- entren al país jugando un papel crucial, no sólo programas, comisiones y proyectos que la verdad sea dicha de nada sirven, al contrario estorban, ya que muchos puestos de funcionarios culturales los ocupan hombres y mujeres por cuestión política y no por su nivel cultural.

La actual cultura en nuestra república aun se sigue midiendo en libros vendidos y leídos por habitante, y aunque no deja de ser un referente no es en sí el resultado, pues la cultura es más compleja aun en nuestro país en donde si deveras va la clase gobernante por un cambio en el endeble y mediocre sistema educativo que existe, ir más allá de la formación e información, ya que en si la cultura en toda su expresión debe aportar nuevas posibilidades de reabrir el difícil debate de llevar ésta, casi, casi obligatoria, en materias como literatura, teatro, dibujo, pintura, danza, música, entre otras artes, inclusive las artesanales, tomando en cuenta que la cultura también es un derecho universal y que alimenta el alma y sus sentimientos, son prerrogativas ante una vocación ideal y en muchas de las ocasiones va más allá de los valores mercantiles tan de moda en estos tiempos canallas, en donde nos estamos olvidando de algo fundamental como lo es nutrir la conciencia, razón de más para decir que no sólo de pan, refrescos y otras fritangas vive el hombre.