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Febrero 2013
Edición No. 288
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epnBreve crónica de una
mediocridad maquillada



“Mal empieza la semana el que ahorcan en lunes”.


Adolfo Olmedo Muñoz.


Enrique Peña Nieto ha empezado a adentrarse, desde muy temprano en su mandato, en un callejón que puede no tener más salida, que un cambio verdaderamente revolucionario, para el que tal vez, no esté capacitado para sortear.

La política mexicana, todo parece indicar, ha entrado en una espiral involutiva, de la que posiblemente no será, un carismático figurín de abultado copetillo, quien detenga esa caída, pues en algunas de sus primeras decisiones, no ha mostrado ser un digno heredero de las cualidades de un partido -el PRI- que hoy se deshilvana ante la ausencia de una atinada visión de estado.

Acontecimientos recientes diagnostican el grado patológico de una sociedad sumida en el cinismo, la impunidad, la ignorancia, la mediocridad, la inmoralidad y el desdén en el que vivimos hoy los mexicanos, pero lo peor, es que no parece que cambiarán las cosas, como se había esperado con el nuevo gobierno.

No sé si traer a la sazón una muy manida frase como aquella que dice que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen o que se hacen merecer, pues en última instancia, se supone, según la teoría política, que la soberanía, y entendida ésta como que el poder absoluto de una nación radica en el pueblo, por que tendría que reconocer que todo un país, nuestro país, se halla en la bancarrota moral, anímica, ideológica y desde luego cultural.

Resulta muy difícil por ahora, saber qué estamos haciendo de nuestro futuro, si para gobernar tenemos ahora que rescatar momias del pasado. Cartuchos quemados que se desempeña- ron mediocremente o hasta inmoralmente con presuntas comisiones delictivas, en diversas entidades del país.

Peña Nieto ha redistribuido el poder entre mediocres caudillos, caducos y anodinos seudo tecnócratas de muy bajo perfil. Pero se agrava lo espeluznante de esa visión cuando nos preguntamos: ¿cuál pueblo tendrá, hoy por hoy, la autoridad moral como para linchar a una juez que, con argumentos legales válidos, libera a verdaderas lacras de la sociedad? ¿Qué autoridad moral puede tener aquel que esté a favor de que se mate “en caliente” a transgresores de las leyes de una sociedad, mediante operativos militarizados? ¿Qué autoridad moral pueden tener todos esos “políticos” y empresarios metidos de políticos, que se han enriquecido insultantemente mediante el tráfico de influencias dentro de la administración pública o en el corrupto y corruptor “sector privado”?

Dudo mucho que haya en la actualidad, quien nos despeje éstas y muchas otras dudas surgidas sobre todo a raíz de acontecimientos cuya perspectiva resulta tan barroca, tan abstrusa o tan insólita, que rebasa toda idea del absurdo.

Los recientes acontecimientos parecen aislados, desconectados unos de otros, podemos verlos ya como síntomas inequívocos de un cáncer escondido que en cualquier momento pueda acabar con la vida de nuestra sociedad. Sin descontar que, a lo que fue la cultura mexicana, la han desdibujado y la mantienen, tiempo ha, al borde de la muerte, para abono de un “American Way of life”. Sin embargo, y sin ánimo de suponer que poseemos una “esotérica verdad”, tenemos que buscar hipótesis, aunque sea a partir de los hechos que nos dosifica el propio sistema mediante el uso mercantil de los medios de comunicación.

Todo lo cual no resulta nada fácil merced a la falta de profesionalización de la inmensa mayoría de los integrantes de nuestro aparato judicial. Solapado claro está, a veces, por la ignorancia supina, o por una socarrona burla en declaraciones “periodísticas” del mandatario en turno.

Uno de esos acontecimientos es el “accidente” ocurrido al final de enero, en uno de los edificios administrativos de la paraestatal más importante de nuestro país: Petróleos Mexicanos, del que resultaron, además de la muerte de treinta y cinco personas (hasta ahora), decenas de heridos cuya gravedad ha sido escamoteada gracias al control de la información que dicen que no existe, luego de una explosión en “unas calderas”.

“Touche monsieur président”, no sabemos por quién, pero ha sido “tocado” un “sistema” a todas luces mediocre y decadente.

De la misma manera, por omisión o por comisión, ha sido “Tocado” el nuevo gobierno, de Enrique Peña Nieto, con el sonado caso de la francesilla que le pintó un violín a la tuerta y multiviolada “señora justicia mexicana”, al lograr su excarcelación y plena libertad en el juicio que por secuestro de tres personas, además de delincuencia organizada y otros delitos, había sido condenada a más de 60 años de prisión.

Un triunfo que comparte la diplomacia francesa con los verdaderos culpables de la pifia de los leguleyos protegidos por el expresidentes Felipe Calderón, como el retardado jenízaro exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, del que no se sabe si respondía a la complicidad de un judío muy influyente en el ámbito de la “seguridad” pública y privada, Eduardo Margolis Sobol, o a las torpes medidas de encarcelar “al vapor” a presuntos delincuentes, para aumentar una caprichosa estadística que exigía el Presidente Calderón. ¿Quién es el verdadero culpable de la excarcelación de Florence Cassez?

Estupideces que continúan, pues si bien es cierto que la ministra Olga Sánchez Cordero, actuó en estricto apego a derecho, esto ha propiciado que otros tinterillos de poca monta, se estén dando a la tarea de bombardear a las autoridades judiciales, en demanda de amparos y sentencias de plena libertar para sus criminales clientes, alegando vicios de procedimiento, como los que argumentó la defensa de la francesa Cassez para alcanzar su excarcelación y consecuente huida a su país de origen, Francia a donde llegó en calidad de “heroína”.

Las decisiones de Peña Nieto, me temo que revelan (una presunción “juris tantum”) que es un improvisado incompetente en el nivel en que, una sociedad desesperada y ávida de cambio, lo colocó. Me temo que por supina ignorancia le pueda quedar grande el saco. ¿O es a caso un genio prestidigitador de la política contemporánea?

Su predecesor se inventó una “guerra” contra la delincuencia organizada. ¿Estará el sistema ahora dirigido por un partido que se dice -en sus siglas- revolucionario, reinventando el hilo negro creando nuevos “enemigos del progreso” a los cuales haya que “combatir”?.

Coahuila bien podría ser una vitrina de laboratorio para estudiar la “sapiencia” con la que se han dado nombramientos a viejos zombis priistas mientas carroñeros de un falsa derecha, acechan el “retorno de los brujos”.

 

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