El poder judicial federal
en estado crítico
Juan Antonio Estrada Soto.
A raíz de los últimos acontecimientos en la impartición de justicia, hoy le tocó dar la mala nota a una de las instituciones -hasta hace unas semanas- de las más serias y creíbles del país: la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que la resolución que hicieron con el caso de la secuestradora, la francesa Florence Cassez, puso al descubierto lo que era una percepción en cuanto a que la justicia siempre estaba al servicio de los más poderosos.
Este asunto de orden judicial, que era un caso juzgado, en el que por el delito de secuestro le fue impuesta una condena de 60 años de prisión a esta ciudadana francesa, que se vio envuelta en diversos secuestros en el área del DF, el Estado de México y Morelos, junto a la banda que lideraba su pareja sentimental y que se hacían llamar la banda de los zodiacos, tomó por asalto las primeras planas de los diarios a nivel internacional, llamando así la atención sobre la actuación de las autoridades policiacas de México.
Al menos en tres de estos secuestros, la acusada fue plenamente identificada por sus víctimas, quienes a lo largo del proceso manifestaron que por su voz la reconocían como la persona que los cuidaba, mientras sus compinches negociaban los rescates con las familias de los secuestrados, incluso uno de ellos explicó que Florence le decía que decidiera si era una oreja o un dedo la prueba que enviarían a sus familiares para que se facilitara el pago de su rescate.
Sin embargo y sin dejar de lado que las autoridades que los detuvieron cometieron serias violaciones a sus derechos fundamentales, y que los manifestó la Magistrada ponente del caso y por las cuales este órgano máximo del Poder Judicial Federal le concedió el amparo que la puso en libertad. Lo cierto es que sigue siendo culpable de los delitos que le imputaron y ante la opinión pública de nuestro país ella es una secuestradora y ese calificativo la va a perseguir por el resto de su vida, así como su fantasma seguirá presente en la vida y en las pesadillas de sus víctimas, quienes vieron como la impunidad se manifestó en su máxima expresión, gracias a los inadecuados procedimientos de las autoridades que realizaron su detención.
La sensación que nos queda a los ciudadanos a lo largo y ancho del país, es que no importa que delito se cometa y por quien, sino que grado de poder se tiene para poder manipular a las autoridades encargadas de aplicar la ley.
Con este asunto tan penoso se puso en evidencia que los Ministro de la Suprema Corte de la Nación, se pusieron del lado del poder político y ya sucumbieron a las presiones que recibieron tanto del gobierno federal mexicano como del gobierno francés, dejando de lado que la mayoría de los mexicanos apoyaban la moción de que no se le concediera la libertad absoluta a Florence Cassez, y dejando con un sentimiento de impotencia a las víctimas de esta banda de secuestradores.
Los mexicanpos habíamos creído siempre que el Poder Judicial Fe- deral estaba al margen de la lucha de poder y que sus actuaciones iban siempre en el sentido de darle la razón a quien la tenía, muy por encima de los jueces y magistrados de circuito que son las instancias más cercanas al ciudadano que se inconforma por las sentencias que emiten las primeras instancias, hoy se suman desafortunadamente a los otros poderes de la República que ya han dado muchas muestras de que sus intereses están del lado del poderoso y no de los ciudadanos.
Tanto los Magistrados de la sala correspondiente, como el Presidente de la República nos deben una explicación amigo lector, ¿por qué se esperaron al cambio de poderes entre un panista y un priista para emitir esa resolución que hoy los tiene en esta situación de escarnio?... ¿o usted que opina?
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