La tercera ley
Manuel Padilla Muñoz.
En Torreón -y casi estoy seguro que en Coahuila y en todo México- solamente tres leyes se cumplen: la Ley de gravedad, la del embudo y la de Herodes. La primera porque, afor- tunadamente nuestros políticos no tienen la capacidad para modificarla siquiera. En las otras dos son especialistas; en la del embudo, las pandillas que tienen secuestrado el poder succionan el dinero de todos los ciudadanos para su provecho y si algún ciudadano se atreve a protestar, a organizarse para defenderse, simple y sencillamente le aplican la tercera ley, la de Herodes. Así hemos vividos muchos años los mexicanos, tantos que parece que esa realidad es normal. Por eso en muchos países nos consideran “supermachos”, porque todo soportamos. Hasta que nuestros políticos hayan perdido la cordura y llegaron al cinismo.
Los mexicanos estamos hambrientos, hambre de pan y de justicia. No vislumbramos soluciones ni con cruzadas nacionales contra la pobreza de millones de mexicanos iniciada por Peñita, porque los pobres son el granero de votos del “nuevo” PRI y este sistema no pretende suicidarse. Mucho menos busca acabar con el mayor de los males de México, la impunidad. No vemos la menor intención de hacerlo porque si así fuera habría que iniciar una cruzada nacional contra este mal empezando, por ejemplo, con el castigo a los autores de la megadeuda en Coahuila que ahora se pasean en Estados Unidos y España dilapidando el dinero mal habido.
Ante este panorama desolador, en Coahuila se vislumbra un rayo de esperanza con la renovación de los gobiernos municipales en la entidad. Esta esperanza es fugaz. Un somero análisis de la realidad incontrovertible que vivimos nos demuestra que es una esperanza que nace muerta porque solamente vemos más de lo mismo y un retroceso a nuestra incipiente democracia.
En el sexenio anterior de Humberto Moreira, éste tuvo el atino de decretar que el secretario de Desarrollo Social del gobierno estatal, el que maneja los programas sociales, las limosnas a los más necesitados y que generalmente los utilizan en su provecho político, no pudieran ser candidatos a un cargo de elección popular porque, resultaba inequitativo.
No fue necesario más que llegara a gobernador su hermano Rubén quien de inmediato, para imponer a su candidatito Miguel Angel Riquelme, secretario de Desarrollo Social, derogó el decreto, para impulsarlo a la alcaldía de Torreón. Rubén Moreira, de un plumazo, asesinó a la naciente democracia en Coahuila.
En el esquema priista, el presidente de la República y del partido, “palomea” la designación, que no elección democrática, desde un regidor hasta un gobernador de un estado. ¿Peñita habrá autorizado ya la postulación priista de Miguel Riquelme o es un “madruguete” de Rubén Moreira? ¿Y el pueblo, donde teóricamente reside el poder de elección? Ese, para nuestra fauna política, no existe.
Miguel Riquelme es un empresario fracasado que ha amasado una fortuna en los cargos públicos que ha desempeñado. Operador político de los Moreira, no tiene liderazgo personal, ha ganado elecciones merced a las grandes cantidades de dinero público que invierte el gobierno del estado. Y de esta forma, cualquier pen…itente, triunfa.
El golpe mediático asestado a los hijos de Salomón Juan Marcos, entre ellos el aspirante a la candidatura Antonio Juan Marcos Villarreal, en su acusación de cuantioso fraude fiscal, es un “calambre” a sus aspiraciones políticas de llegar a la alcaldía de Torreón. Ni entre ellos mismos se aguantan.
Otro factor que será determinante en esta elección es la animadversión de miles de torreonenses que se ha ganado la presente administración municipal priista, encabezada por Eduardo Olmos Castro, signada por la carencia de obras, pésima atención de los servicios públicos, sin transparencia de los asuntos del dinero público, indolente, rebasada por el crimen organizado pero generadora de una nueva camada de millonarios a la sombra del poder. No es fortuita la aseveración de que son los mejores promotores del voto contra el PRI.
Por el lado de Acción Nacional, las cosas están igual, o peor. El senador Guillermo Anaya, quien mantiene el control estatal, trata de imponer al peor de sus candidatos: Jesús de León Tello, en contra del ex alcalde y ex embajador de México en España Jorge Zermeño Infante, que sería mucho mejor candidato.
Jesús de León Tello es el mejor representante del llamado Prian. Siendo diputado local en la administración de Enrique Martínez y Martínez, éste le regaló un fiat notarial por los “servicios” prestados a su gobierno que no es más que haber sido uno más de sus legisladores lacayos.
La realidad es que, si el PAN quiere recuperar Torreón, el único candidato que puede lograrlo es el ex diputado federal Carlos Bracho. Desgraciadamente no es de las preferencias de Anaya.
En los últimos días surgió la noticia de que Raúl Sifuentes, ex secretario de gobierno con Enrique Martínez y quien también fue candidato a gobernador de Coahuila por el PRD, vuelve a Torreón para ser candidato a la alcaldía postulado por el Movimiento Ciudadano, antes Convergencia y posiblemente otros partidos llamados de izquierda.
En su tiempo, como encargado de la política interior del estado, Raúl Sifuentes tuvo un estricto control de los grupos del crimen organizado y hubo paz y tranquilidad en la entidad. Es un político experimentado, que sabe hacer las cosas y las hace bien; tiene una amplia capacidad negociadora e incluyente. Eso lo reconocen hasta sus enemigos políticos. Creador del grupo llamado “La Burbuja” de donde emergieron gentes como el alcalde Eduardo Olmos, Miguel Riquelme y otros que también lo traicionaron y por conveniencia se hicieron moreiristas.
Desde esta óptica, Raúl Sifiuentes puede ser el fiel de la balanza pues todavía tiene priistas que le son fieles. Para el PRI, puede ser el más peligroso adversario pues a este partido le restaría votos, no al PAN, ya debilitado por la depuración de su padrón electoral aunque ya maniobraron para ingresar nuevos militantes cuyos votos internos esperan favorezca a De León. ¿O no, señor Miguel Batarse?
Los partidos “bonsái”, la chiquillada, buscarán hacer alianzas con los poderosos para su supervivencia y poder seguir obteniendo carretadas de dinero del erario público para beneficio de sus dueños. Jesús Contreras Pacheco, dueño del Partido Primero Coahuila (¿o Contreras?), el PCC, trata de negociar la alcaldía de Matamoros de la Laguna para su hijo Leonel Contreras sabiendo que el candidato del gobernador es el diputado Juan Carlos Ayup.
¿Y el pueblo? Como el chinito, “nomas milando” como se reparten el jugoso pastel las pandillas que tienen secuestrado el poder en Coahuila y que son siempre los mismos. La única interrogante que se hace el pueblo es: ¿Qué no hay otros, pues siempre son los mismos?
Hace días circuló entre los miembros de organismos empresariales de Torreón una encuesta que supuestamente mandaron realizar para palpar, en estos momentos, la intención del voto de los torreonenses. El resultado fue: primer lugar, Jorge Zermeño Infante, del PAN; segundo, Raúl Sifuentes, de los partidos de izquierda y tercer lugar, Miguel Angel Riquelme, del PRI. El resultado no está muy alejado de la realidad. Si Rubén Moreira quiere que gane su candidatito, tendrá que invertirle, del dinero de los coahuilenses, muchos millones de pesos. Eso dará como resultado que en la Laguna, como hasta ahora, no se realicen obras. Haga cuentas, lo que se tiene que pagar de la megadeuda y la super inversión para imponer a Riquelme, carencia casi absoluta de obras. A esto estamos condenados.
Si fuéramos inocentes y de verdad creyéramos que las elecciones son, como lo establece la Constitución, equitativas y democráticas, la verdadera pelea estaría entre Jorge Zermeño y Raúl Sifuentes. Pero, seguramente, los que manejan el poder nos impondrán como candidatos a Riquelme así como a De León. Los peores. Pobre Torreón, tan lejos de Dios…
Ni siquiera nos dan el derecho de protestar ante esta ofensa al pueblo a la democracia porque, sencilla- mente, nos aplican la tercera ley.
|