Comentarios Taurinos…
GOYA
“Don Francisco el de los Toros” (II)
Alberto Santos Flores.
Decíamos en la edición anterior, que curiosamente como ha sido señalado por expertos, durante el siglo de oro de la pintura española, (Siglo XVII) los grandes artistas en pleno auge barroco como Velázquez, Murillo, Juan Carreño, y otros pintores de la época no recogieran en sus obras ni el más mínimo motivo de las muy abundantes fiestas y celebraciones taurinas de todo tipo, tanto reales como populares. Y curiosamente también, la llegada de Felipe V a España como el primer rey de la casa de Borbón en el año 1700, monarca ilustrado que no le agradan los espectáculos taurinos, motivo por el cual gran parte de la nobleza se retira a la vida de corte. Provocando esto un fenómeno socio cultural que tiene una consecuencia inmediata, la transformación del arte taurómaco.
El caballero se retira y le da paso al ayudante de a pie, todos ellos de origen humilde que empiezan a brillar con luz propia, que pronto el pueblo los convierte en ídolos, por su arrojo y valentía y por ser tan próximos a su clase social. Poco a poco cobran resonancia en todo el territorio español los nombres de toreros, que cobran fama, poniendo de manifiesto dentro del contexto histórico la consolidación del toreo a pie. Al mismo tiempo los monarcas ilustrados admiten como tema digno de ser atendido por el arte, la diversión humana los asuntos de esparcimiento y el deporte. No podemos, pues, sorprendernos de que la pintura y el grabado de toros comiencen su historia en ese momento.
Dice don José María Cossío: España tan poco afecta a las artes de grabar en siglos anteriores, conoce un pequeño renacimiento (Siglo VIII) en el buril y el agua fuerte que va a ser consagrado por una de las grandes figuras de la historia de estas artes, me refiero a Goya. Grabado y pintura acogen en España el tema taurino. Goya, continúa diciendo Cossío, viene a ser el máximo artista que de entonces acá aborda el tema. Pero sería un error considerar la introducción de los temas de toros en el arte como una imposición Goyesca. Un gran animo de curiosidad y de favor popular el que la fiesta de toros despierta ya desde el último tercio del siglo VIII, fuerza a las artes figurativas a conceder a los toros su atención; de tal forma que con Goya o sin él habría que partir de esta época para comenzar la historia que se esboza.”
“Los precedentes de Goya en este tema fueron varios, precisamente cuando la tauromaquia empieza a mostrar sus primeros rasgos modernos y con el populismo que se adueña de esta manifestación cultural, surgen también los primeros cuadros de temas estrictamente taurinos. Pintores como Ramón Bayeu, Luis Paret y Antonio Carnicero. Este último tiene un lugar destacado en el capítulo del grabado de toros, por haber sido el que dio a la estampa la primera serie de este tipo “Colección de las principales suertes de una corrida de toros.” Misma que fue vendida en forma de entregas por lo que tuvo gran existo.
Parece sin embargo que la obra Goya en el tema de los toros tuvo su inspiración principal en la tauromaquia o arte de torear a caballo o a pie, edición póstuma (Madrid 1804) escrita por el desafortunado diestro José Delgado “Pepe Hillo”, y también con una influencia decisiva de su amigo Leandro Fernández de Moratín hijo de don Nicolás Fernández , que fue uno de los pocos intelectuales del siglo XVIII interesados en la tauromaquia el que escribió unos versos que se titulan Fiesta de toros en Madrid, en la cual narra el desarrollo de una corrida de toros en donde es protagonista El Cid campeador.
Pero como también don Nicolás escribió Una carta histórica sobre el origen y el progreso de las corridas en España, seguramente la obra taurina de Goya está basada principalmente en estas tres obras. Goya, además de gran pintor fue uno de los grabadores más geniales de toda la historia del arte. Dedicó su genio y su talento a dejar grabadas para siempre, escenas de la Fiesta de Toros. Al respecto comenta el inolvidable cronista José Alameda: “hay que reconocer la grandeza de la obra del tema taurino que Goya crea y que, habiéndose producido en el alborear del toreo mismo, no ha sido superada después, pese al florecimiento del espectáculo de toros. Quizá porque Goya, aparte de su genio, era en este aspecto totalmente desinteresado. La Tauromaquia vino hacer creada por Goya en sus momentos de aislamiento ya viejo agravado de la sordera, con dolencias y padecimientos que le impusieron los acontecimientos a través de su larga y azarosa vida, es cuando propende el arte sin color y se va del lienzo al cobre. Y así nacen los grabados de su tauromaquia, de su oscura y mordiente Tauromaquia, dice José Alameda, y lo plasma en un verso que corresponde una décima que le dedica a este artista. (De la luz arrepentido huyes buscando la muerte….. tan española es tu suerte...).
Goya sintió siempre una gran atracción por la fiesta de los toros y él tomó a ella y a sus héroes como un tema muy importante y frecuente en el desarrollo de sus pinturas. Ya que en su juventud fue toreador. <Goya dice que él ha toreado en su tiempo y que con la espada en la mano a nadie le teme > según testimonio de Moratín. Habíamos dicho que la serie de 33 aguafuertes y once más que después aparecieron, componen la tauromaquia de Goya, ahora hagamos una breve descripción de algunas.
Las láminas 1,2, nos muestran antecedentes primitivos de cómo los españoles cazaban toros en el campo abierto a caballo y a pie, ya sea para probar su valor y habilidad o para buscar el abasto de carne. Mientras que en la No.3, se pueden observar esta misma actividad pero ejecutada por los Moros establecidos en España desde el año 718; las láminas 4 a 8 representan Moros ejecutando diferentes lances del toreo pero en plazas cerradas, destacando la lámina 5 en la cual es protagonista un Moro llamado “Gazul” que fue el primero que lanceó toros en regla; muy importante es la No.6 que representa un musulmán que cita al toro de frente por detrás como para ejecutar una aragonesa, precedente del “Quite de Oro” que posteriormente patentaría el mexicano Pepe Ortiz; luego en la lamina 7, podemos ver a un moro lanzando arpones a un toro que se supone es el origen de las banderillas; y la No.8 muestra una cogida a un moro estando en la plaza.
Como puede observarse las laminas 3 a 8 que representan escenas antiguas de suertes del toreo realizadas por musulmanes, a las que hay que agregar la No. 17, en cual aparecen éstos con un toro embolado. A partir de la lamina 9 comienzan aparecer los cristianos, en ella aparece un español matando un toro después de haber perdido su caballo, acto que se llamaba “Empeño de a pie” que era cuando el rejoneador, que perdía su cabalgadura, la nobleza le obligaba a matar el toro a pie y con una espada, como se aprecia en ese cuadro, el corcel yace corneado y el caballero mata al toro; la 10 representa a Carlos V, y la 11 al Cid Campeador ambos lanceando un toro, la aparición del Cid, tiene justificación en los textos de Moratín.”Suena un rumor placentero entre el vulgo de Madrid; no habrá mejor caballero, dicen en el mundo entero y algunos le llaman Cid.”
Las láminas 12,13,21,25,26,27,28,29,32.34,35,36,40,42,44. Corresponden escenas cotidianas en las corridas de toros, como el desjarrete de los tendones de los toros, ejecutados con lanzas con terminación en media luna, quiebro de rejones, perros sujetando toros, recortes , banderillas de fuego, tumbos y hasta un toro sobre el tendido provocando una tragedia. La lámina 14 corresponde a la suerte del embozado ejecutada Bernardo Alcalde y que es el antecedente directo de la chicuelina actual.
La 15,16,18,19 y 41 nos muestra al famoso torero Martincho, ejecutando varias suertes, banderillas al quiebro, una suerte de forcados sujetando al toro por la cola y un cuerno, esperando al toro sobre una mesa con los pies engrillados, entrando a matar sentado en una silla citando con un sombrero en la 18,y con trapo en la 41.
La 20 muestra el salto del trascuerno ejecutado por Juanito Apiñani, suerte que hoy ejecutan los recortadores; la lámina 22 pone de manifiesto la incursión de las mujeres en la fiesta de los toros desde remotos tiempos, aparece ejecutando una suerte del toreo a caballo, Nicolasa Escamilla la “Pajuelera”.
Las láminas 23,24,25, corresponden a suertes muy peculiares ejecutadas por el Indio argentino o peruano, llamado Mariano Ceballos en la primera el Indio mata el toro desde su caballo, en la segunda y tercera se ve al mismo Ceballos quebrando rejones en la plaza de Madrid montado sobre otro toro; en la 30 Pedro Romero de la famosa dinastía se dispone a matar un toro parado. La 33, 38, y 39. Representan las trágicas escenas de la muerte de Pepe Hillo, en Madrid donde seguramente presenció la tragedia Goya, finalmente nos falta la lámina 38, la cual muestra una escena curiosa, un picador montado sobre un torero acomete al toro y lo detiene con la vara, mientras un grupo de toreros están pendientes para entrar al quite al momento que se requiera.
En esta breve descripción trato de dar un esbozo, sin que el lector tenga la posibilidad de apreciar las gráficas que por razones obvias no se incluyen, de lo que representa la tauromaquia de Goya en sus 33 aguafuertes que componen la serie, y los once más que se publicaron después, las cuales las pueden consultar en los múltiples tratados que hay sobre el autor y fundamentalmente en el tomo II de la obra de José María De Cossío en la cual cada lámina es explicada desde el punto de vista Histórico-Taurino y técnico y artístico. Finalmente hago una trascripción de lo que escribió el maestro Alameda sobre este tema en su libro la pantorrilla de Florinda: “Goya es un enigma que nunca acaba de definir su estilo. Congruente. Porque es reflejo de su tiempo, al que le acontece lo mismo. Y, sin embargo, al perfil de todo lo que entonces se vive y es reflejado por Goya, se le llamara por siempre estilo Goyesco.”
Bibliografía: José Ma. De Cossío, José Alameda, Ignacio de Cossío, pintura taurina, (Madrid España)
En la espuerta: Don Francisco el de los toros, mote que le adjudicó el escritor taurino don Ventura Bagues, en su conferencia Don Francisco el de los toros, publicada en Zaragoza en 1926.
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