En Coahuila, 13 partidos con fines de lucro
Armando Montalvo.
Más de lo mismo. Se perdió la credibilidad en los partidos políticos en Coahuila. Es preocupante, pero hay un importante número de electores que no está conforme con las políticas y programas de gobierno de quienes las han dirigido en los últimos años. De ahí, su marcada abstención a votar por un partido o candidato en las últimas elecciones estatales y federales.
A pesar de lo que se diga, cerca de 700 mil electores no acudieron a las urnas en la elección de gobernador donde ganó Rubén Moreira Valdez, incluso, en las pasadas elecciones para diputados federales, ganó el abstencionismo casi con un 60% del padrón electoral, por lo que para el proceso electoral para elegir Presidentes Municipales, se espera que menos del 50% de los electores que tiene registrado el IFE acudirán a las urnas, porque no creen en los candidatos que lanzarán los trece partidos políticos con registro ante el IEPC.
Desde ahora, Coahuila ocupa un lugar sobresaliente en el país, por tener estas organizaciones políticas avaladas por el IEPC. Y eso que todavía falta de agregar al Partido Progresista de Coahuila, quien ganó su registro luego de interponer una serie de recursos legales ante el Tribunal Federal Electoral que les dio la razón hace un par de semanas, y que trascendió que es manejado por los ideólogos que impulsaron la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia por segunda ocasión.
No se sorprenda, pero entre los 13 partidos políticos recibirán poco más de 58 millones de pesos en este 2013, que incluye además, la aportación para las campañas de Presidentes Municipales que se realizarán, el 7 de julio próximo.
De esto surgen varias preguntas: ¿Cuentan con la honestidad para manejar estos recursos en forma transparente los que dirigen esos partidos? ¿Acaso no será necesario que quienes encabecen los partidos hagan público sus bienes y se sometan a pruebas de control y confianza antes que los candidatos que los representen en alguna elección?
Es hora, de que hagan una reflexión los líderes de los trece partidos políticos de la labor que vienen realizando a lo largo ancho de la entidad, porque los hechos hablan por sí solos. Muchos coahuilenses dejaron de creer en ellos.
Es triste, pero es la cruda realidad, que a pesar de la promoción que hacen los presidentes de los partidos, la mayoría de ellos no son conocidos en lo más mínimo por los ciudadanos que habitan en las zonas urbanas de los 38 municipios de Coahuila, y no se diga en las áreas rurales.
De éstos, algunos nombres han ocupado cargos en la función pública de Coahuila, otros en cambio saltaron a la palestra por un golpe de suerte o por ser mercenarios u oportunistas del sistema político local, porque estar al frente de un partido político deja excelentes y
jugosos
dividendos.
Es lamentable, pero hoy en día, prevalece un bajo nivel de confianza de los coahuilenses sobre las instituciones políticas y de Gobierno, y no se diga del IEPC, que ahuyenta de las urnas a los habitantes con posibilidad de voto, que luego pasan a engrosar el abstencionismo, muy a pesar de que el organismo electoral invirtiera cientos de millones de pesos en los últimos procesos electorales locales, en donde se vieron todo tipo de argucias y acciones fuera de la ley. Es por eso, que algunos analistas argumentan que el IEPC sigue sin alcanzar la legitimidad y transparencia deseada.
El abstencionismo en Coahuila refleja la falta de credibilidad de los ciudadanos en los últimos procesos electorales por una razón; es un sistema corrupto de partido-familia o partido-franquicia, y evidencia la ineficiencia del sistema electoral local en donde mucho tiene que ver el encargado de la política interior del Estado, el secretario de Gobierno, Armando Luna Canales.
Los resultados electorales muestran que quienes triunfaron en las últimas elecciones en la entidad, lo hicieron sin la aprobación de la mayoría de los coahuilenses, y otros acudieron a las urnas con su voluntad comprada o condicionada.
Y si hablamos de la gente que vive en el campo de Coahuila, nada nuevo tienen que celebrar, nada que prometa desarrollo y progreso, pues se prevé para el futuro de ellos la continuación de las políticas de mendicidad y manipulación para mantenerlos en la mediocridad, y representando el voto duro de algunos partidos.
Al margen de la retórica de los candidatos ganadores de los principales partidos contendientes, los habitantes del campo siempre han escuchado vagas propuestas de de combate a la miseria, además de que se atestigua la firma demagógica de compromisos menores que no impactan en el mejoramiento de sus niveles de bienestar.
Más allá de ser sólo tomados en cuenta para seguir siendo carne de casilla electoral en un supuesto proceso de democracia y libertad, miles de campesinos fueron manipulados por su miseria y desconocimiento para avalar nuevamente a sus explotadores, que los despojan, los excluyen y los oprimen para votar por los mismos políticos que los han humillado durante generaciones.
Lo anterior y el escenario del abstencionismo exigen a los candidatos ganadores, al igual que los partidos contendientes, a preocuparse por entender los motivos profundos de la abstención y encontrar junto con la población las soluciones para reformar y depurar el sistema político.
Quien pierde es Coahuila, porque se va la oportunidad para reflexionar e impulsar un proceso democrático y resolver los grandes retos del desarrollo, del empleo, del ingreso y de la seguridad. Estamos a poco menos de 100 días, de que se lleve a cabo la jornada electoral, y todavía no se ve trabajo de promoción al voto por parte del instituto electoral, y mucho menos de los partidos, que siguen enfrascados en sus pleitos internos, mientras el ciudadano sigue aislado y alejado de la responsabilidad que tendrá al elegir a los 38 alcaldes.
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