No te acabes México
Fidencio Treviño Maldonado.
Las paradojas, utopías y casualidades son los dominantes en toda la casta nacional, los políticos sacan reformas como los magos se sacan de sus chistera (sombrero de copa alta) palomas, conejos y lucecitas; los programas son fantasmas que ambulan en los luminosos pasillos de palacio y que no llegan a los oscuros callejones de los millones de mexicanos que los necesitan. Si usted no tiene una vivienda, sólo hay que buscar a un líder precarista e invadir un terreno, si lo echan fuera de ese predio, pues buscar otro y llegar, poner palos, marcar con cal, medir con sus propios pasos y estar al menos una o dos semanas día o noche en el lugar; hacer o comprar adobes y poner una barda de piedras, ramas o tablas viejas.
Esperar a que vengan tiempos electorales, buscar a cualquier candidato, invitarlo a su nueva “colonia” o centro poblacional y prometerle que si les ayuda su nombre será el que lleve esa nueva colonia. Una vez que pasen tres o cinco meses de esa invasión y que ya estén las 100 o más viviendas de cartón, de hule o madera entre calles y callejones confundidas, entre hierbas y basura, éstas 100 o más viviendas están colgadas del poste de energía eléctrica más cercano y tienen luz, y desde luego lo principal que no debe faltar: la tele para ver las novelas.
Después de platicar con el o los dueños del terreno invadido, hay que visitar al jefe político en turno (diputados, presidente municipal, líderes de alguna organización ,etc.), y pedirle que se regularicen los terrenos para sus viviendas, que ellos (los colonos) están dispuestos a pagar el precio que sea, siempre y cuando no sea muy alto. Pronto exigir al municipio los servicios básicos, pavimento agua, luz, drenaje, inclusive recolección de basura, aunque no esté regularizada la mentada colonia, hacer reuniones cada semana y quitarles a cada invasor 20 pesos, cuota que es para sufragar gastos varios, al fin después de 2 o más años ante gestiones del gobernador en turno, el cual se le deben mil agradecimientos y ser nombrado siempre una dependencia gubernamental llamada CORET, regularizara cada terreno y ya tiene casa.
Los profesionales de estas acciones en ciudades chicas llegan a contar hasta siete, el caso del líder Jorge Castrillón Montero en Monterrey, Nuevo León, quien desde 1974 hasta la fecha de su muerte en el año 2003, tenía 7 viviendas con ese modo operandus y 12 terrenos en lotes baldíos... En el D.F. y su zona conurbada existen en la actualidad -según INEGI- 145 colonias o terrenos invadidos y ya próximos a regularizar. En Torreón son 7 las colonias que aun no se regularizan, en San Pedro de las Colonias, Chávez y Matamoros también hay estos lugares que en su momento fueron invadidos.
En un Estado y país en donde la recaudación cuenta más que el bienestar social, parece ser la rasante de invasiones de terrenos, de que el brazo de la justicia se tuerza, que la ley escrita sea letra muerta y que lo que se trastoque sea regla nacional; el ejemplo lo vemos en los líderes que impunemente se amparan por algo que está fuera de la ley como lo es el traficar con autos de procedencia extranjera, es decir, defender lo que según la ley y la justicia es indefendible, porque de entrada ya es delito, así mismo pasa con los invasores de terrenos, los quitahambres, los que se dicen defensores de la clases desprotegidas, es decir socialistas de lengua, pero con estómago y cuenta de capitalista. Por eso y otras cosas más ¡No te Acabes México!..
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