¿Dónde está la mano de quien mece la cuna?
Adolfo Olmedo Muñoz.
Por muchos años, varios comentaristas de las artes políticas, insistieron en calificar a la justicia mexicana a través de la entereza o no de su carta magna, con el símil de una mujer multiviolada, no sólo por los cambios que se le han hecho a su texto original, sino por que cada quien se la pasaba -y se la pasa- por “el arco del triunfo” con toda impunidad, ante la mirada inútil de las autoridades en turno, tal como si lo hiciera un “chulo” con su protegida, por lo que dejó de ser una víctima de violaciones para convertirse en una vulgar prostituta que alquiló sus “beneficios” a diestra y siniestra, siempre a cambio de algún servicio o posición política, que no es más que tráfico de influencias a fin de obtener beneficios de las autoridades que en ese momento tenían el “control”. Esa mujerzuela -obviamente en sentido figurado- que al principio disfrutó no tan sólo de los placeres de la llamada “vida fácil”, y vendió caro se amor como lo dijera el “Flaco de Oro”, se fue cansando y desgastando hasta que cualquiera le faltó al respeto y le llegó ... al precio. Perdió no sólo sus encantos, que fueron muchos, pues fue la primera constitución incluyente de los derechos sociales en el mundo, sino que perdió también su figura, y sus carnes se fueron relajando a tal grado que hoy es muy obesa pero también muy aguada matrona que le da cobijo a cualquiera.
El problema mayor es hoy, que no sé de quién, con exactitud pueda decir, qué es la Constitución política de nuestro país, que en su semblante maquillado en exceso (reformas tras reformas) esconde un rostro amargado, ajado, desfigurado y mórbido. Y no hablo de la lógica jurídica de los textos de nuestra ley fundamental, que pueden estar muy bien argumentados, sino en su aplicabilidad, en su respetabilidad, en su ejercicio.
Y es que tal vez no hemos querido ver que esa hetaira siempre tuvo -y tiene- a un proxeneta que la regentea. La clase política que es la que en realidad ha venido cambiando el rostro de nuestra moral cívica. Una clase política amoral por nacimiento y vulgarmente oportunista por convicción.
La condición que guarda nuestro país es más delicada de lo que, el maquillaje oficial pretende dibujar ante el pueblo, que lamenta- blemente permanece ignorante del por qué de su depauperación, su inseguridad, de su descrédito y su desnutrición física y espiritual.
Los más recientes hechos en todo el país así nos lo restriegan en la cara. La hipocresía es rampante, la ignorancia insultante y la corrupción lacerante, mientras los vividores regentes de esa “prostitución” se dan la gran vida a costa del propio pueblo que lastiman. Los partidos políticos son hoy los alcahuetes, los verdaderos proxenetas que medran del infortunio social.
Desde el Presidente de la República para abajo, todos los políticos parasitan al sistema. El nuevo “Lovable” (Peña Nieto) ha vuelto a la práctica de apantallar a los de afuera y oprimir a los de adentro, como lo hiciera aquel legendario ex presidente, también oriundo del Estado de México, Adolfo López Mateos, de quien se dice, buscaba más mejorar la imagen de nuestro país en el exterior que mejorar las condiciones sociales en el interior de nuestro país.
Hoy el presidente Peña Nieto solapa, consciente o inconscientemente, una creciente anarquía que puede estallarle en poco tiempo.
La ineptitud de un político suele permanecer oculta por algún tiempo, y es como el cáncer, cuando aparece, es muy difícil de tratar y generalmente es mortal.
Peña Nieto ha estado dejando crecer a los enanos, que desde fuera del país, aún viendo la serie mundial de beisbol, no abandonan su protagonismo, cobijados desde luego de quienes han sido siempre sus padrinos, sus tutores y sus amos. Aunque le hayan espiado siempre pues como a todo ladino no se le tiene plena confianza. Y menos los yanquis que no confían ni es su ignota madre. Ese pequeño expresidente no deja de mover a sus marionetas, ahora desde el Senado de la República o la bien llamada Cámara “Baja”, el otro nido de sanguijuelas de la estructura política de México.
La cada vez más evidente ineptitud del Presidente Peña, está “avalada” por la estulticia de un secretario de gobernación que no sabe poner orden, de seguro, ni en su casa. La grasosa caterva pestilente de ignorancia y humores que pulula no sólo por debajo de los arcos del Monumento a la Revolución, sino que se pasan por debajo “del arco del triunfo” las normas, el derecho y el orden social. Los “maistros” (SIC) esos de la apodada “Coordinadora” han hecho lo que se les pega la gana, subsidiados por inmorales gobernadores y partidos políticos que no sabemos -el pueblo por lo menos- a qué intereses sirven.
Atentados terroristas (disfrazados por la publicidad oficial) cometidos en contra de instalaciones del sector energético, obliteración de las carreteras, puentes, casetas de cobros, aeropuertos y las vías públicas en innumerables entidades de la república, no son de generación espontánea. Sería peligrosamente ingenuo pensarlo así. Hay, detrás de todos esos actos, intereses aviesos incubados no se sabe dónde. Bueno, los gringos tal vez si lo sepan merced a sus habilidades “espiatorias”, como tal vez algunos de sus testaferros autóctonos que descaradamente piden a destiempo el desafuero de un gobernador visiblemente vencido, cuando no fueron capaces de pedir el desafuero del descaradamente inmoral gober- nador de Oaxaca, quien mantiene, entre otros, a los “maistros” (SIC) balines.
Se pide la desaparición de poderes en Michoacán, cuna de la desorientada “guerra” contra el tráfico de drogas, cuyos capos verdaderos permanecen ignotos y que posiblemente sean otra de las manos que mecen la cuna. El panismo está, por lo que se ve, al ser- vicio de quienes sí saben de las desviaciones del rumbo en nuestro país. El “Peje” está más que acotado por un espionaje que ha sido capas de verle “los chones” a las grandes potencias y sus mandatarios, pero sobre todo a sus mandatarias que también forman parte de los posibles instigadores del caos y la anarquía en México.
De la “izquierda” ya ni hablamos. No la hay, ahí impera el dogmatismo, la ignorancia, la tozudez pero sobre todo la ingenuidad (por no decir “pentontés”)
Pero, y si ya no hay “izquierda”, y si la mexicanísima “centro izquierda” que se presumió en el segundo tercio del pasado siglo, YA NO EXISTEN, y si tan sólo la derecha es dueña del mundo actual, no es difícil pensar que, más que la derecha, sea la ultra derecha apátrida, esté incubando la revolu- ción silenciosa del aniquilamiento total. Pero ¿y cuál sería el motivo? se preguntaría cualquiera.
Lo primero que se nos debe ocurrir es que, al más puro estilo capitalista, ha llegado el punto en que hay que “vender” a la empresa (México), para que quien la compre, la desmiembre y la revenda en cachitos, como en un deshuesadero.
Pero aun para ello, hacen falta “operadores”, los cuales, este gobierno (y los que le antecedieron), no han sabido o no han querido descubrir, exhibir y desmantelar.
Pero entonces, si es cierto, como lo es, que “tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata”, se colige que el gobierno del Peña Nieto es cómplice, ya sea por acción u omisión, y uno de los que mecen la cuna del diablo.
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