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Noviembre 2013
Edición No. 297
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monte carmeloEl Monte Carmelo y el Proceso de Lectura,
una remembranza práctica

José Luis Castillo Romero


Estuvo en nuestra ciudad un reciente amigo que llegó desde la ciudad de México a impartir una estrategia de lectura, compartimos la Palabra con la gente de Saltillo en lugares tan comunes como la Alameda Zaragoza, la plaza Manuel Acuña y el mercado nuevo Saltillo, la gente respondió por demás entusiasta al escuchar un cuento, un poema o algún fragmento leído o contado en forma oral, este formato es -según Alan- el indispensable para promover la lectura; compartir el texto, el comentario con la gente, es decir salirle a la calle entre otras alternativas. Alan Aguilar Murrieta es promotor de lectura independiente y del programa nacional de lectura, escuchemos su propuesta en este paralelismo que hace con el lugar sagrado Monte Carmelo y su experiencia como animador de lectura.           

¿Cómo es el Monte Carmelo?

El monte Carmelo es un lugar físico, un lugar que existe, es básicamente un lugar interno, es una metáfora por donde vamos subiendo, una de ellas concepto fundamental de San Juan de la Cruz es la noche oscura del alma para poder entrar a una iluminación espiritual; a un despertar espiritual hace falta primero pasar por una inmensa noche, por una gran noche, dice San Juan de la Cruz que el momento más oscuro de la noche son unos minutos antes del alba, en ese sentido el Monte Carmelo se convierte en una representación del viaje espiritual, del peregrinaje espiritual por el cual el alma del hombre tiene que transitar, tiene que ir subiendo, es un camino en espiral, es un avance en espiral por el cual el alma del hombre tiene que transitar, es un camino redondo en círculos que va siempre en ascenso, va siempre hacia arriba y cada una de las etapas del Monte Carmelo es cada una de las etapas por las que tiene que pasar el alma, son etapas de purificación, toma de conciencia y sobre todo son etapas que tienen que ver con un reto interno, con una búsqueda interior, para mí es eso lo que simboliza el Monte Carmelo principalmente.

¿Qué rescatas del Monte Carmelo?

Lo que rescato del Monte Carmelo es la metáfora, es el símbolo interior, no tanto el exterior como la metáfora interna que le significaba a San Juan de la Cruz las diferentes etapas por las que va evolucionando el alma, hasta alcanzar la cumbre, hasta alcanzar la cima que es donde se encuentra el despertar espiritual, la iluminación espiritual o la unión del alma con el creador del alma, con Dios como lo menciona su poema, es un cántico espiritual y para esto es necesario pasar por la noche oscura del alma y esta noche es el ascenso a la subida del Monte Carmelo.

¿Cómo es este ascenso hacia el Monte Carmelo?

Cuando comenzamos a subir en espiral hacia la cumbre es cuando nuestra alma se sumerge en la más oscura de las tinieblas, es un camino lleno de incertidumbres, es un camino lleno de tropezones, es un camino lleno de dudas, es un camino lleno de dificultades pero que sin duda llega a la cumbre y esa es la imagen más significativa, más representativa de lo que significó el Monte Carmelo para San Juan de la Cruz, un viaje interno, peregrinaje interno y el ascenso del alma en espiral hacia Dios. 

¿En qué consiste lo que tú llamas doble intención?

El ascenso al Monte Carmelo tiene la misma intención con el proceso de encontrarnos a través de la Lectura y todo lo que acompaña al ejercicio de la Lectura que es el ejercicio de la Palabra: capacidad de leer, de escuchar, de escribir, en no volvernos consumidores de libros sino productores de ellos, en ese sentido me parece que cada texto que tomamos, cada texto que escribimos, cada persona que escuchamos, cada vez que externamos lo que pensamos, lo que sentimos es de alguna manera como avanzar un círculo más en esta imagen, en este símil de San Juan de la Cruz de ir subiendo en círculos por el Monte hacia la cumbre en espiral, me parece que eso es cada encuentro con un libro, cada encuentro con un texto es un círculo que cumplimos, primero la base que es muy amplia, es más difícil, pero cada encuentro con la palabra cada vez que leemos, que escribimos estamos cumpliendo un círculo más y así en base a círculos concéntricos vamos encontrando que llegamos a la cumbre y en la cumbre está, como decía San Juan de la Cruz, la unión del alma con Dios y en el caso de nosotros, el encuentro con nosotros mismos. A través de este peregrinaje interior que es el construirnos a nosotros mismos a través del uso de la palabra en todos sus aspectos, para mí sería lo más importante de la promoción de la lectura; la posibilidad de iniciar un viaje interior de autoconocimiento y que nos permite construirnos y por lo tanto liberarnos definirnos, entendernos, comprendernos a nosotros mismos y comprender a los otros y donde sí hay una meta pero la meta no es a corto ni a mediano plazo, es a muy largo plazo y probablemente continúe más allá incluso de la muerte. 

Actualmente ¿cómo ves los procesos?

En el lenguaje de la burocracia, en el discurso del poder o en el discurso del gobierno estamos hablando siempre de cifras, de objetivos que son medibles, que son pesables, pero precisamente un viaje hacia dentro, un peregrinaje interior no es medible, ni es pesable es una cuestión de tiempo, es una cuestión de paciencia, es un proceso, en esta cultura hay como mucha preocupación por los resultados y nula o nada preocupación por los procesos, como lo decía San Juan de la Cruz lo más importante de subir al Monte Carmelo no es tanto la meta, no es tanto el resultado, hay una meta y un resultado sin duda, pero el énfasis está puesto en el proceso porque no puede haber el ascenso, no podemos llegar allá si no nos preocupamos por el proceso y el proceso es ese lento caminar, es este lento peregrinaje en círculos, en espiral hacia una meta, en el caso del lector es la construcción de uno mismo, es el descubrimiento de uno mismo y ese es un proceso que se inicia, un momento en la vida y que nunca se detiene.

Finalmente            

Al asumir que hay que formar lectores estamos diciendo entre líneas que no existen lectores y eso es muy difícil que se pueda medir y no hay autoridad, ni moral, ni logística, ni estadística que pueda medir eso realmente, deberíamos de apostarle más a los procesos de trabajo con la gente, de gente a gente, se descuida el trabajo de persona a persona y es ahí donde debería de estar el énfasis, no se puede peregrinar, no se puede avanzar en este viaje interior si no es a través de las personas; de persona a persona es como nos vamos ayudando a construirnos a nosotros mismos.

 
 
 
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