¿Para quién la reforma política?
“La función social de la política, en efecto, corresponde a ella permitir que se expresen
las opiniones, pareceres y criterios de la sociedad civil y posteriormente dirigirlos
a una concreción eficaz”.
Jaime Cárdenas Gracia
Luis Fernando Hernández González.
Los partidos políticos alistan sus estrategias para dar forma a lo que todos conocemos como reforma política, situación que plantean las distintas corrientes de organización partidaria como antecedente en su búsqueda de utilidad electoral, como condición referente de negociación a su participación en cuanto a la reforma energética, planteada por la actual administración federal que encabeza el presidente de la república Enrique Peña Nieto.
Establecen como punto de inicio para esta discusión de reforma energética, tanto los partidos de derecha como de izquierda, un voto de aprobación por demás condicionado en materia de aceptación a lo que el gobierno federal les plantea, al utilizar como letra de cambio que más bien parece de chantaje convertida en rehén de sus intenciones aspecto de orden politico, conceptos que resultan por demás inaceptables que rayan en el retroceso democrático y la alternancia que a duras penas en estos últimos trece años ha venido descifrado la vida política del país.
En la historia de nuestra nación, sabemos por demás que las fuerzas conservadoras de todos los tiempos traducidas a nuestros días en derechas, son las que han abogado por siempre a la concentración del poder, al generar con ello la toma de decisiones con un sentido reductivo ajeno a las masas populares y a la concreción de la misma democracia social, que busca ser considerada en la toma de acuerdos fundamentales que den sentido a los senderos de conducción del conjunto integrador de la nación mexicana.
Pues son los mismos que se opusieron a los independentistas frente al rompimiento ante las ligas que dictaba la monarquía; los que una vez lograda la independencia buscaron la concentración del poder central que se oponía al federalismo, los mismos conservadores que en una y otra ocasión en el siglo XIX, apoyaron a Ignacio López de Santana para la concentración absoluta del poder en contra de los liberales de su época encabezados por Don Valentín Gómez Farías, el Dr. José María Luis Mora y al grupo de Reforma.
Los mismos conservadores que buscaron la instalación del segundo imperio al ser los que le ofrecen al archiduque Maximiliano de Habsburgo, la conducción de la nación en contra de los poderes que le correspondían legítimamente al presidente de la república Don Benito Juárez; los que tiempo después mediante un camuflaje científico soslayan las decisiones soberanas del pueblo y lo someten a la más vil de las dictaduras con el general Díaz; los que en la Revolución Mexicana auspician junto a los diplomáticos norteamericanos el deterioro de nuestra vida institucional y sacrifican al presidente Francisco I. Madero, provocando subsecuentemente invasiones armadas de su ejército invadiendo nuestro suelo por el norte, lo mismo que por el Golfo de México, quienes buscan hacer de nuestro país un botín de ganancia a sus intereses hegemónicos producto de nuestra riqueza patrimonial localizada en el subsuelo nacional traducida a petróleo y minería.
Son ellos, las alas conservadoras las que en su momento se opusieron a la creación de las instituciones de protección social nacional, el banco agrario, el seguro social, el libro de texto gratuito, a la expropiación petrolera a la concreción patrimonial de la energía eléctrica, a la creación del Infonavit, al reparto justo de utilidades, a los programas sociales solidarios en auxilio de las clases populares de área urbana y rural con los que se dé sustentabilidad al desarrollo en sectores en desventaja.
Para el estímulo del desarrollo humano es necesario observar la dimensión de los siguientes factores:
·La función del Estado deberá ser la de alentar la participación de la sociedad mediante la descentralización de recursos, programas y acciones.
·Alentar la democracia conlleva a una ciudadanía social, por medio del fomento a todas las posibilidades de gestión social.
·La equidad debía promover la igualdad de oportunidades entre las personas, sin distinción de género, raza o condición social.
·La potenciación de las capacidades de las personas, mediante el acceso a la enseñanza, salud y formación conduce a un mejoramiento de sus condiciones de vida, en tanto que amplía sus posibilidades de participación.
·Se requiere de un Estado que persiga como meta el desarrollo humano, que fortalezca y profundice la democracia y que sea capaz de formar equipo con la iniciativa privada y social civil.
Son por consecuencia los que ahora se oponen a las reformas sustanciales que demandan las actuales condiciones de México, en donde se subrayan defensores de la clase media, misma que no atendieron durante sus doce años de gobierno y mucho menos voltearon a ver que en este país existen 53 millones de mexicanos que reclamaron justicia social y oportunidades para el desarrollo digno, en un mundo bajo el cual deben de prevalecer los derechos humanos como una obligatoriedad inter- nacional en los que se sustente una participación con justicia social en la creación y distribución de la riqueza nacional y mundial, en las que se estimule las posibilidades de crecimiento y desarrollo de todos los factores dentro de los segmentos sociales que implica una sociedad moderna y organizada, competitiva y dinámica, en una palabra progresista y participativa ante sus nuevos retos.
Ahora plantean como moneda de cambio conceptos de reforma política, ajenos éstos al sentir de los ciudadanos en donde se estimule la concentración y centralización de la toma de decisiones, en contrasentido al desarrollo federalista y regional de cada una de las entidades que comprenden la unión de la república y de la nación como tal; del incipiente desarrollo democrático y la alter- nancia ideológica y partidaria que buscan representar cada uno de los actores organizados de México; al buscar limitar a estados y municipios, restringiéndoles potestades conquis- tadas; pretendiendo lanzar al olvido el sacrificio del pueblo, al cancelar el sufragio efectivo y la no reelección, al buscar imponer un centralismo lo mismo en las cuestiones electorales que en las de orden hacendario y fiscal, al ser los grupos conservadores los que vieron reducir su hegemonía política, al ser las entidades y los municipios del país y su gente los que sacaron al partido conservador de los Pinos y demostrar que sólo era una figura de la publicidad en la mercadotecnia política.
Estos grupos conservadores olvidan que sólo fue a través del federalismo como se dio el más grande de los pasos en fecha reciente, por ejemplo, cuando se da la transición a la pluralidad política de finales del siglo pasado, ocurriendo porque las regiones decidieron a favor de la democracia. Los vientos de la libertad política recorrieron primero los municipios, luego las entidades federativas, y hasta el final el Congreso y la Presidencia.
Ahora la corriente del pensamiento conservador busca reducir la federalización, la democracia y la participación misma de los ciudadanos, cuando las cosas deberían de ser al revés en este tiempo de avance.
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