El costo político de la reforma fiscal
Peña Nieto dijo en Indonesia “Pagaré el costo político de la reforma fiscal”
¿Y el económico? *Bueno, el costo económico que lo paguen los que
siempre lo han pagado, los de las clases medias y los más pobres.
Augusto Hugo Peña Delgadillo
El senador Emilio Gamboa Patrón, un fósil de la politiquería priista dice: “Que el presidente Enrique Peña Nieto no llegó a la presidencia para administrar el país sino para transformarlo” y es absolutamente claro, está a la vista que no administra, que no sabe administrar la economía, la educación, el bienestar social, la salud de los mexicanos ni los tiempos políticos, y eso de “que llegó para transformar a México” ¿Transformarlo en qué? Es la pregunta, porque desde el pasado 1º de diciembre que asumió el poder, México se ha transformado en una nación en decadencia, en la que el número de habitantes crece mientras la economía y el desempleo se contraen, en un país donde la justicia brilla por su ausencia, en una república constitucionalista en la que la Constitución es letra muerta, en un Estado gobernado por quienes sólo ven la salida vendiendo la patria a unos cuantos connacionales millonarios y a las empresas trasnacionales. Esa es la transformación de México que Peña Nieto está llevando a cabo.
¿Transformar en algo mejor la Educación con Emilio Chuayffet en la Secretaría de la Educación, cuando el propio secretario es uno de los más mal educados hombres del gabinete presidencial?
¿Transformar el Desarrollo Social cuando en dicha secretaría la titular, Rosario Robles Berlanga, de todos es sabido que es una persona de reconocida insolvencia moral y administrativa?
¿Transformar la Justicia colocando a Jesús Murillo Karam como titular de la Secretaría que debe Procurar Justicia cuando en toda su carrera dentro de la política demostró ser inepto e injusto?
¿Transformar a mejor la salud del pueblo nombrando a Mercedes Juan López de titular de la Secretaría de Salud cuando esta doctora no tiene credenciales que la acrediten como tal?
¿Transformar el rubro fiscal con un secretario como Luis Videgaray, quien mostró en ese mismo puesto en el Estado de México su incapacidad, y endeudó la entidad más que Moreira a Coahuila?
¿Transformar el sector energético con Pedro Joaquín Coldwell de titular en la SENER, cuando este señor, como buen libanés fenicio, siendo el hombre más rico de Quintana Roo, al incursionar en el ámbito político sólo se dedicó a enriquecerse hasta el infinito?
Los seis puntos anteriores y muchos más que no he tocado, me indican que en efecto, Peña Nieto no llegó para administrar a México, no lo hace porque no sabe cómo, porque no lo dejan quienes lo tienen ahí de marioneta e imagen corporativa, y porque de lo que se trata es de transformar a nuestro país en una suerte de servidumbre hacia los intereses de los que más tienen y de las empresas trasnacionales que lo llevaron a la presidencia con ex abruptos y trapacerías. Él, para mi gusto y según mis apreciaciones, no ha podido ni siquiera dar la imagen de que gobierna para los mexicanos: la reforma laboral que impulsó desde su partido en el Congreso eso indica; la pretendida reforma de la educación, eso señala; la reforma fiscal lo único que contiene es un sinfín de apartados recaudatorios en los que las clases medias y los más pobres, son, como siempre lo han sido, los que llevarán sobre sus lomos, una carga cada día menos soportable, y todo ello para que los más ricos sigan sin pagar al fisco lo que la ley y la justicia les obliga.
Además Peña Nieto desde Indonesia declaró ante el mundo: “yo asumiré el costo político de la reforma fiscal” aunque no dijo que el otro costo de su fechoría -y el más grave- el económico, lo va a tener que pagar el pueblo de México, un pueblo que, para su desgracia, ya miserabilizado, está gobernado por los peores.
O ¿usted qué opina, apreciable lector?
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