Puerto Margaritas
Rufino Rodríguez Garza.
El sitio de Puerto Margaritas ya lo había visitado hace aproximadamente doce años, en el 2001. En aquella ocasión iba acompañado por don Gustavo Rodríguez y don Alberto Moreno; personas mayores contando en la actualidad con más de ochenta años cada uno.
El sitio está al poniente de Saltillo, en el municipio de General Cepeda, a más de 50 kilómetros desde la capital de Coahuila. Se trata de un ejido llamado “Agua de la Mula”, el cual se conforma de tierras ejidales y de pequeñas propiedades.
El suelo de Puerto Margaritas, el cual se encuentra ubicado al poniente del ejido, está constituido por tierras de aluvión, chorreaderos y barrancas que hacen difícil el acceso y el tránsito por este intrincado lugar.
Aquí la presencia humana debió haber sido casi permanente, pues la cantidad de chimeneas en gran número nos da la idea del constante ir y venir de los cazadores-recolectores en esta región; deduciendo lo anterior porque el agua es abundante y es una constante en esta parte del ejido. De igual forma no dudamos que el agua haya sido abundante por el escurrimiento del Arroyo de Patos (siendo lo más parecido a un río por esta región del sureste de Coahuila) y por algunos ojos de agua permanentes.
Actualmente el agua es poca, las tinajas guardan agua por largas temporadas, pero el haber perforado pozos en exceso, los veneros han disminuido su caudal.
La flora es abundante, la leña para el fuego o las varas de mimbre para lanzas o flechas nunca faltaron. Mezquites, granjenos, pitahayas y tunas además de dátiles fueron la base, además del consumo de proteína animal, de la dieta del cazador-recolector.
La cacería tampoco fue escasa, pues en la actualidad cuentan los vecinos del ejido que aún en el presente año han visto venados merodeando las cimas de las sierras de los alrededores; pero también algunos reptiles como son las tortugas de agua y de tierra, serpientes, y hasta lagartijas. Las aves como las codornices y las palomas, tampoco faltaban y otros mamíferos y roedores como liebres, conejos, venados, etc.
Entre los grabados de este sitio, se localiza una roca que alberga dieciocho huellas de venado y aunque aquí no se observan navajas o proyectiles, si podemos adelantar que dejaron huella de más atlatls que por la pátina podemos presuponer o asignarle una antigüedad de 4000 a 5000 años.
Llegar al lugar es un poco complicado, por el lado norte el camino está en muy malas condiciones, casi destruido; sin embargo por el lado sur de la serranía que corre de oriente a poniente, partiendo del ejido, el acceso es más benigno y se tiene que caminar menos. Por el lado sur se observa un rancho próspero con huertas, pastizales y algunas parcelas con maíz. El duro trabajo del dueño, un norteamericano, mas pozos profundos en funcionamiento hacen de esta propiedad un pequeño vergel; de igual forma se cría ganado y cuando menos existe una cerca electrificada.
Al buscar el sitio para el levantar el campamento, hubo que dejar lugar para que la camioneta pudiera dar la vuelta y aún con múltiples maniobras pudimos sacar el vehículo de ese “callejón” sin salida.
Otra ventaja de este sitio, es que en los humedales, lodos y riveras del Arroyo de Patos se puede retratar huellas frescas de la fauna que se acerca a tomar agua o que por el rumbo tienen sus madrigueras. Unas huellas muy llamativas eran las de los tejones, pudiendo encontrar también rastros de coyotes, topos, ratas y ratas canguro. Hay que hacer mención que de esta fauna sólo del venado dejaron evidencia al grabar sus huellas en la roca.
Estas rocas fueron grabadas en épocas diferentes y por lo tanto por personas que no se conocieron; esto lo podemos observar por lo mimetizado de los motivos, la pátina nos indica que hubo muchas fechas diferentes en que se dejaron estas manifestaciones.
La falta de otras herramientas nos puede indicar que el sitio se usó desde fechas muy tempranas, fechas en las que aún no aparecía el arco y la flecha. De allí que sólo sea el propulsor la única herramienta que nos dejaron plasmada en las rocas y dichos motivos están del mismo tono que el resto de la roca que no se usó; es decir, que el atlatl fue uno de las primeros motivos grabados en el mencionado lugar. Como siempre ha existido el agua en los alrededores, no sería remoto que se sembrara aunque en muy pequeña escala la planta del maíz.
Al sur de Puerto Margaritas a no más de un kilómetro, siempre por la margen del dicho arroyo, localizamos un hermoso grabado de esta útil planta, el MAÍZ, que no dudamos fue traída por gente de Mesoamérica desde antes del siglo XVI.
Más cerca del Puerto, se encuentra un abrigo rocoso, donde localizamos pinturas rupestres, con motivos totalmente abstractos de muy difícil interpretación, siendo que las mismas contienen sólo el color rojo y les permitió dejar para la posteridad dibujos de estilo geométrico.
Para efectos de sus múltiples rituales también tenían a la mano el muy útil y apreciado peyote que en estas fechas y gracias a las recientes lluvias (principios de otoño) lo localizamos con flores.
Los motivos fueron hechos para ofrendar a los dioses y tuvieron con seguridad un carácter “sagrado y de rogativa” para sanar enfermos o pedir por la eficacia en la cacería o que la época de lluvia llegara oportunamente.
Por último y creo que lo más destacado, es que en este sitio son 12 las representaciones del planeta VENUS, lo que pudiera convertir el lugar en un observatorio astronómico, donde se le rendía culto a los astros y en especial a Venus. Recordemos que en Mesoamérica se relaciona a Venus con Quetzalcóatl, que para nosotros es también conocido como la ESTRELLA de la MAÑANA, pues es la “estrella” que primero aparece por la tarde y la última que se “oculta” por la mañana. El compañero José Flores Ventura y el Lic. Ariel Colín están trabajando el tema, pues se observa una estrecha relación del Planeta Venus y algunos de los motivos asociados, como los símbolos de orientación y los propios ATLATL’S.
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