El nuevo escándalo de Coahuila
Jorge Arturo Estrada García.
Atrapado por la codicia o por la obediencia ciega, Jorge Torres se prepara para la batalla de su vida. ¿Se dará a la fuga como Javier Villarreal y demás cómplices, o se sostendrá en su defensa de que ya era multimillonario en dólares, desde antes del 2008? La sombra de la corrupción ya lo toca, y ya lo mancha.
Jorge debe reaccionar rápidamente. Ya es señalado por las autoridades norteamericanas como cómplice de Javier Villarreal, en el lavado de dinero. Y también, como pieza importante del saqueo que sufrieron las arcas públicas en el sexenio anterior. Su defensa se percibe endeble.
Para el ex gobernador Torres López, existe una doble carga moral: Su familia tiene hondas raíces en Saltillo y lleva los apellidos de su abuelo Don Isidro López Zertuche y de su padre, Don Jorge Torres Casso.
Jorge Torres participó en la construcción una serie de maniobras financieras, junto con Javier Villarreal, que desembocaron en una cuenta a su nombre en Bermudas por 2,8 millones de dólares, (cerca de 40 millones de pesos) que están a punto de generar procesos penales en su contra en México y en los Estados Unidos.
Llama especialmente la atención el que Torres López haya depositado parte de su patrimonio personal, como él lo llama, en cuentas a nombre de Javier Villarreal, el oscuro personaje, que saltó a la fama por falsificar documentos y malversar recursos. Era muy grande el riesgo. Y suena increíble.
También, es peculiar que el ex gobernador interino se haya hecho acompañar de Villarreal para abrir cuentas millonarias en Texas y en el paraíso fiscal. Para ese tipo de maniobras, seguramente que Jorge tiene amigos y parientes de mayor cercanía y confianza.
Pareciera que ambos personajes estaban cumpliendo órdenes superiores. La idea de las maniobras parece tener la marca de Javier Villarreal. Y Jorge quedó atrapado en movimientos demasiado burdos, en una época en la que los funcionarios estatales se sentían intocables.
La alineación en ese momento era: Jorge en la Secretaría de Finanzas, María Esther Monsiváis en la Subsecretaría de Egresos y Javier Villarreal en la Subsecretaría de Planeación. Estos tres personajes saben a la perfección de dónde salió el dinero.
Si no quería verse en estos problemas, Jorge debió registrar todos sus activos y cuentas en sus declaraciones patrimoniales anuales. Si quiere resolverlo pronto, ante los coahuilenses y las autoridades de ambos países, deberá hacerlas públicas. Claro, en caso de que sea cierta su versión y que el dinero sea suyo. Y que no haya reportado mentiras en sus declaraciones. Porque Torres López nunca fue un gran empresario y él y sus hermanos tuvieron que trabajar en el servicio público y el gobierno estatal.
Así su nombre quedaría limpio y a salvo. Y también los de su padre y de su abuelo. Pero, por lo pronto el gobierno estatal no parece dispuesto a hacerlo.
El Grupo Industrial Saltillo, que fundó su abuelo López Zertuche, se constituyó en un fuerte grupo de presión, durante décadas. Controlaba a las cámaras, a los organismos intermedios empresariales y aprobaba y vetaba candidatos del PRI a la gubernatura o la alcaldía de Saltillo. Exigía posiciones, regidurías e influía en la vida política y pública de la capital de Coahuila, principalmente.
La muerte de los capitanes del GIS: Isidro López del Bosque y su hermano Javier, cambiaron los escenarios. Así se entiende, en parte, el poderío sin contrapesos del Moreirismo y la proliferación de sus excesos.
Isidro y Javier sistemáticamente habilitaban e imponían a sus cuadros en posiciones administrativas estratégicas, en el gobierno estatal y el ayuntamiento se Saltillo. Así surgieron personajes como Jorge Alanís, Jorge Torres, Miguel Arizpe, Jorge Dávila Flores, Armando Rubio, Ismael Ramos, Jesús Ochoa y Fernando Morales. Ellos eran los “guardianes” de las arcas públicas. Se trataba de cuidarles las manos a los políticos.
Jorge es el miembro de la IP de Saltillo, y de la familia López, que conquistó las posiciones políticas más encumbradas en Coahuila. Aunque, es justo decir, que los mayores logros de Torres López son atribuibles a Humberto Moreira. Sus poderosos tíos ya habían muerto, cuando logros los ascensos. Paradójicamente su perfil fue diseñado como de custodio y terminó como prestanombres y cómplice.
No necesitó pasar por las urnas. En ambos casos entró de relevo para finalizar los períodos de Fernando de las Fuentes y del ex gobernador Moreira cuando saltó al CEN del PRI. Cuando recibió su nombramiento como secretario de Finanzas, le pregunté a uno de sus exjefes que por qué Humberto lo había designado para el cargo, su respuesta fue inmediata: “porque Jorge es muy obediente.”
Tres ex secretarios de finanzas del sexenio anterior están encausados por manejo irregular de los recursos. Dos de ellos están prófugos. Jorge, no ha dado la cara todavía.
Javier Villarreal es un aventurero que llegó de Tamaulipas a buscar fortuna. Jorge y Javier cruzaron sus caminos y sellaron sus destinos, bajo la directriz de Humberto Moreira. ¿La justicia de Coahuila los tratará igual? ¿Con más gracia que justicia? ¿O Torres López será escogido para pagarlos los platos rotos?
Ambos personajes compitieron por los favores y la confianza de Humberto. Uno ofrecía tranquilidad a la IP de Saltillo, contactos y un barniz de “buenas maneras” financieras. El otro, el tamaulipeco, “aterrizar” los proyectos y ocurrencias del gobernador, sin chistar. Sin cuestionar si había dinero para hacerlos. O imaginando y creando “tesoros financieros”, como presumía Humberto. Los dos soñaban con ser los gobernadores sustitutos.
Javier llega a Coahuila, cuenta la leyenda, ofreciendo computadoras, cursos de calidad y certificaciones. Enrique Martínez Morales le da trabajo cuando dirige el DIF estatal y de ahí pasa a la secretaría de la Contraloría con Inés Garza, a seguir impartiendo cursos.
Inés es parte del grupo de la Burbuja de Raúl Sifuentes, quien aspira a convertirse en candidato del PRI para suceder al gobernador Enrique Martínez. Javier intuye que el candidato fuerte será Humberto Moreira y logra incrustarse en la secretaría de Educación pública, en donde se liga al proyecto humbertista a través de Rubén Moreira, quien era sub secretario en esa dependencia. Villarreal juega un papel de espía y se gana la confianza de los hermanos.
Aunque Javier quería convertirse en secretario particular de Rubén al iniciar el sexenio de Humberto, señalan algunas versiones. Éste lo coloca como sub secretario de Planeación en la Secretaría de Finanzas.
Desde ese cargo absorbe el programa de Cero Marginación y se convierte en la sombra de Humberto en sus recorridos por el estado. También entra en pugna con David Aguillón por la cercanía con “El Jefe”. Para ese entonces ya acordaba directo con el gobernador y viajaba en el mismo avión.
Cuando sacan de la presidencia municipal de saltillo a Fernando de las Fuentes para hacerlo candidato a diputado local, Jorge Torres llega a la alcaldía y Javier Villarreal se convierte en secretario de Finanzas. María Esther e Ismael Ramos, eran los candidatos de Rubén para ese cargo, relatan los enterados.
Monsiváis es designada Secretaria de Desarrollo Social, ya había roto su amistad con Javier, y ella realiza un estudio, con sus ex colaboradores de la sub secretaría de Egresos, en el que demostraba que las maromas financieras de Villarreal con los recursos federales etiquetados y desviados para el gasto corriente eran cuantiosas y que ya se habían convertido en inmanejables e impagables. Los enormes agujeros financieros quedaron en evidencia. Humberto no hizo caso.
El tamaulipeco logró expulsar a María Esther del gabinete y ella se tuvo que refugiar en el PRI estatal. Javier se había convertido en un poderosísimo funcionario. Ya viajaba en aviones privados y con maletas llenas de billetes. Ya había convertido las arcas estatales, de pensiones, de organismos paraestatales, de universidades, de la Prodemi y de los programas federales en sus paraísos financieros. Ya le habían inventado un súper cargo que duraría 14 años: director del Satec.
Lo demás es historia. Estalló el escándalo de la megadeuda. Acorralado por las autoridades tejanas y del gobierno estadounidense, sus mentiras se volvieron cada vez más insostenibles y fantasiosas. En sus enredos se llevó de encuentro a Jorge Torres. Ambos son los eslabones más débiles de la cadena de complicidades. Uno está en fuga, el otro tal vez no tenga el temperamento para vivir a salto de mata.
Para Rubén Moreira y su gobierno el resurgimiento del escándalo de las cuentas millonarias en Estados Unidos y el lavado de dinero será una gran prueba. Ha perdido dos elecciones consecutivas y se encamina a la batalla por el congreso de Coahuila. Tiene calificaciones reprobatorias en las encuestas. Carga con las culpas y el encubrimiento de los delitos cometidos en el gobierno de su hermano. Ya no podrá alegar que los cargos a los presuntos responsables se hicieron en el otro sexenio. Todo será su responsabilidad, de ahora en adelante. Hasta contratar más deuda.
Por lo pronto, los grandes constructores proveedores del gobierno estatal orillan al gobernador a contratar más deuda bancaria para que les pague más de 1500 millones que les debe el gobierno de Coahuila desde 2010. Es un cambio de deuda que no genera intereses, por una que requiere garantías y pago de intereses.
La transparencia está otra vez a prueba en Coahuila. Si quieren contratar más deuda que publiquen la lista detallada de involucrados, los montos y la descripción de los servicios prestados.
Rubén puede optar por esconder, una vez más, las cuentas del gobierno estatal. O incursionar de una vez en la transparencia de verdad y alejarse de las simulaciones y el discurso vano. Lo mismo aplica para Jorge Torres y la construcción de su fortuna, que publique sus declaraciones patrimoniales anuales, que iniciaron en 1994 y terminaron en 2011. Así, los gobernadores y exgobernadores ganarían en credibilidad. Sería bueno que Humberto Moreira se sumara a la lista.
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