¿Legalizar la marihuana?
Manuel Padilla Muñoz.
Millones de jóvenes mexicanos reclaman, exigen, mejores oportunidades de trabajo, de desarrollo para su futuro. México necesita la creación de un millón de empleos anuales y no se consiguen. Nuestros millones de jóvenes -“ninis”, los llaman- que están listos para integrarse a la planta productiva reclaman mejor seguridad para sus vidas y sus bienes; mejores oportunidades de educación y, sobre todo, tienen hambre de pan y de justicia. Deseosos están de que se termine con la impunidad, los rezagos y la desigualdad social.
¿Y que se les ofrece como alternativa? Droga, mucha droga, para que se harten y de esa forma olviden la realidad que vivimos. A nuestro sistema político mexicano no le conviene que nuestros jóvenes piensen, que analicen la realidad y que el hambre de millones de mexicanos y la desigualdad social sea el motor de cambio para un sistema más justo, más democrático. Legalizar el uso, producción y venta de la mariguana en forma discrecional indica ser la alternativa del sistema promovida para una encuesta nacional por el loco Vicente Fox, quien se apunta para ser el primer productor de mariguana en México. Para ello se busca una encuesta nacional que estamos seguros será negativa porque, de todas maneras, lo intentarán como distractor de otros problemas nacionales más urgentes y necesarios para un real desarrollo de nuestro país.
En realidad, en México, desde hace tiempo, está legalizado el uso de mariguana con fines medicinales. En nuestro país, a los adictos se les considera enfermos y no delincuentes. Permitido está el uso de las propiedades de la cannabis para algunos productos de la industria médica que sirven, no para efectos curativos, porque no los tiene, sino para sobrellevar con menores sufrimientos algunos males.
Una persona adicta, por ejemplo, puede acudir a la Secretaría de Salud, solicitar un examen toxicológico para determinar el grado de su adicción y la dosis de mariguana necesaria para su consumo personal que puede portar legalmente. Ello no significa que con este permiso pueda tener kilos de la yerba porque entonces supone eso que es para su venta, es decir, tráfico de droga. La ley castiga, no el uso medicinal de la droga, sino el tráfico de la misma.
Un argumento falaz para tratar de convencernos de los beneficios de la legalización del uso, producción, distribución y venta discrecional de la mariguana es la legalización que se hizo en Holanda. En la ciudad de Amsterdan, por ejemplo, se permitió la venta de mariguana hasta en las tiendas de convivencia, lo que provocó que la ciudad se haya convertido en el paraíso de turistas de todo mundo para el consumo de mariguana. ¿Nos gustaría, acaso, un Torreón, Saltillo, Monclova y demás ciudades donde se pueda adquirir mariguana en cualquier supermercado, tiendas de convivencia, “tienditas del barrio” y hasta con las “Marías” que saturan los centros de nuestras poblaciones? Solamente a una mente distorsionada del locuaz e irredento Vicente Fox se le ocurre.
Es indudable que la historia se repite. En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, México se convirtió en el vivero de mariguana para los soldados estadounidenses en los frentes de guerra. Aquel slogan de “que solamente los caminos queden sin sembrar”, muchos analistas consideran que los cultivos se referían a la cannabis. Vino luego el rancho “El Búfalo”, donde Rafael Caro Quintero sembraba, con toda impunidad, miles de hectáreas de la droga y esclavizaba a miles de peones. No es arriesgado suponer que la “liberación” de Caro Quintero por el gobierno de Peña Nieto es el preámbulo de la lucha por la legalización de la yerba. ¿Acaso “crear, dos, tres, cientos de ranchos Búfalo” será la nueva consigna con la finalidad de aumentar los ingresos para el gobierno, porque tendría que pagar impuestos muy elevados esta nueva industria del posible binomio Vicente Fox-Rafael Caro Quintero que hasta podrían ser socios antes de que lleguen las grandes inversiones transnacionales para llevarse las ganancias mientras nos dejan un país repleto de adictos?
Pero, la mariguana de aquellos tiempos no es, por ningún motivo, la de ahora, que ha sido mejorada genéticamente para crearla más potente y, por tanto, con mayores consecuencias negativas para la salud de los consumidores.
¿Eso les ofrecemos a nuestros jóvenes?
Cuentas alegres
El presidente Enrique Peña Nieto, en su mensaje de informe de gobierno transmitido por la televisión nacional, nos “pintó” un México irreal, que no vemos por ninguna parte. Un país donde la inseguridad está a punto de terminarse; donde el hambre, la pobreza y la desigualdad están por vencerse con los programas sociales del gobierno peñista; en suma, un México donde todo, absolutamente todo, está bien; donde los problemas sociales están en descenso como el caso de homicidios dolosos -del crimen organizado- que, según el presidente, bajaron considerablemente
Las cifras presentadas por el jefe del ejecutivo federal fueron más que alegres. Tratan de vendernos la idea de que “vivimos en Jauja”, un México que avanza, raudo, al primer mundo. Un país que sólo existe en su mente porque, paradójicamente, a la misma hora, millones de mexicanos, en las zonas más desprotegidas del país, desayunaban frijoles, chile, tortilla y café negro, que es su menú diario; mexicanos que no alcanzan a comprender todavía que si ganan uno, dos o tres salarios mínimos, no les alcanza para tener comida digna y nutritiva, casa, auto y pago de colegiaturas, como alguna vez lo asegurara el panista Ernesto Cordero, quien nos demostró que vive en un mundo irreal todavía.
Mientras el presidente Enrique Peña Nieto y la clase política disfrutaban del circo informático de los primeros nueves meses del gobierno peñista, demostraron que no quieren entender que la pobreza no se acaba con limosnas; que su programa social de combate a la pobreza no es más que un pequeñísimo paliativo del hambre; que esto se termina solamente con la creación de empleos y mejores expectativas de vida. A decir verdad, los gobiernos priistas jamás terminarán con la pobreza -como nos lo hicieron creer los que por más de 60 años nos gobernaron- porque los pobres son el granero de votos para el PRI. De otra forma no puede entenderse.
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