Comentarios taurinos
Panorama taurino mexicano
Alberto Santos Flores.
Ante la ya inminente apertura de la temporada grande en la Plaza México, valdría la pena hacer algunas reflexiones sobre el curso que deberá tomar la fiesta de toros en nuestro país. Echemos una ojeada al panorama que nos rodea. Por ejemplo; en España ya casi por finalizar la temporada, las estadísticas de los festejos realizados muestran una seria tendencia a la baja en relación a los años anteriores, quizá la peor de los últimos veinticinco años; y lo más grave es que en los festejos que se dieron, los tendidos no se advirtieron colmados de aficionados como en años precedentes, mostrando una severa tendencia a la baja en cuanto al número de asistentes, peor es aún; cuando en los carteles que se anuncian cuelgan de ellos primerísimas figuras, lo más granado de la torería española que cuenta con muchos y no solamente buenos , sino extraordinarios toreros.
¿Por qué el público no asiste a las plazas como antes? ¿Cuál es la causa de su ausentismo? Sin ir más lejos la recién terminada feria de Bilbao, con carteles bien rematados, las entradas apenas cubrieron la mitad del tendido en los festejos más importantes y en los modestos ni siquiera eso. ¿A quién hay que echarle la culpa? A los toreros, los ganaderos, los empresarios, la televisión, la competencia de espectáculos, los separatistas anti hispánicos, que con motivos políticos enarbolan la falsa bandera de defensores de los toros que con su postura, tratan de romper uno de los eslabones más importante de identidad cultural de la madre patria . O simplemente a la crisis económica por la que atraviesa ese país. Como se ve hay un sin número de intereses. Económicos, mediáticos, políticos, culturales. Que por su falta de concordancias tienen a la fiesta de toros en España contra las cuerdas.
El comentario anterior viene a colación por la ya próxima inauguración de la temporada grande en México, y claro por la influencia que ejercen los coletudos peninsulares, en nuestro país hay colonialismo taurino aunque no lo crean, malintzin (léase: empresarios, ganaderos, público, comentaristas, claro con sus excepciones). Está ya preparada con sus mejores galas para rendirle pleitesía a los toreros que vienen de allende el mar, que a través de las exigencias de sus apoderados imponen condiciones a las empresas mismas que a los diestros de nuestro país no se las dan ni remotamente. Exigen emolumentos descomunales, toros en la misma proporción pero inversa, alternantes y fechas. De tal forma que la temporada se diseña de acuerdo al periodo de vacaciones de nuestros visitantes que vienen a eso, a vacacionar. Verán por qué: Después de las desgastantes campañas de verano en la península donde la mayoría de las veces se enfrentan a verdaderos toros, con majestad, poder y unas enormes cornamentas, astifinamente rematadas; y por si eso fuera poco, la competencia no tiene cuartel, es despiadada, todos los noveles que buscan llegar a lo más alto del escalafón taurino español, son como perros de presa no dejan estar tranquilos a los ya consagrados, están esperando cualquier descuido para quedarse con la chuleta, son veranos sangrientos año con año no hay tiempos de paz. Esa paz es la que vienen a disfrutar aquí con ganadito a modo que les sirve para hacer calistenia después de los descomunales bovinos a los que están acostumbrados a enfrentarse, lo dicho vacaciones de invierno.
Con esto no quiero decir que no vengan los peninsulares, por el contrario, qué bueno que vengan porque con su presencia no solamente se enriquece la fiesta de los toros, sino que la hace más competente. Pero cuando la competencia es pareja y existe reciprocidad, cuando no existe esta premisa los beneficios nada mas son para unos y la fiesta se empobrece; por ejemplo, el joven torero de Aguascalientes Joselito Adame, fue triunfador de la segunda parte de la Feria de San Isidro, y no le dieron un solo contrato en las ferias de importancia de la ya próxima a fenecer temporada española. Y qué decir de Arturo Saldivar y Diego Silveti. Lo mismo. Siempre hemos caminado hacia ellos y por ellos. El monopolio taurino español marca el rumbo de la tauromaquia en América. Exceptuando tres periodos de nuestra historia, que a mi punto de vista son un parte aguas. Primero Rodolfo Gaona Jiménez. Llega a la península, en los albores del pasado siglo (1908) y se enfrenta al monopolio español y le abre una rendija se cuela y se mete al mero gallinero, y ahí les dio la pelea a los Gallos y Belmontes y cuantos le pusieron en esa época de Oro del toreo. Fue el primero que sin haber nacido en España ocupó un puesto de primera línea en el toreo con total desahogo, diría José Alameda.
Después, Fermín Espinosa Saucedo “Armillita”. Incursionó tierras ibéricas en 1928, recién doctorado, de inmediato convenció a tirios y troyanos y desde su llegada no sólo se consolido él como torero, sino que consolidó el toreo mexicano y lo universalizó. Durante el desarrollo de su carrera se convierte en un caso excepcional de maestría dentro de los anales de la fiesta brava, lo cual ya apuntaba desde niño. Que sólo encuentra par con el desafortunado diestro español José Gómez, muerto por un toro en 1920 en Talavera de la Reina. Fermín se enseñorea del toreo en su época y por primera vez las aguas de la sabiduría taurina emanaron de una fuente Mexicana, hecha de cantera de cantera Saltillense, Tlaxcalteca.
Por último, Manolo Martínez Ancira. Arriba a España en 1969 contratado como una figura de mucho empaque que podría sacar del atolladero a las empresas de la península que por su exceso de control que ejercían un grupo de empresarios en el desarrollo de la fiesta, ésta se encontraba aletargada. En esos años surge un torero polémico, el de Palma del Río, “El Cordobés” era el que llenaba las plazas y durante varios años de la década de los sesentas encabezó las estadísticas y sabiéndose el eje del espectáculo taurino no se sometió a los caprichos del trust empresarial, se sale del control de éstos y hace su propia fiesta en compañía de Palomo Linares, si no le dan plazas las hace portátiles y lleva su propio espectáculo hasta donde él quiere. Si era bueno o malo después hablaremos de eso.
Tal era el ambiente que reinaba en esa época en que la contratación de Manolo Martínez se convirtió en una esperanza para los empresarios españoles, ofreciéndole más de 60 corridas de toros para esa temporada alternando con las primeras figuras de la época como Paco Camino, Antonio Ordoñez, El Viti, actuando en las principales ferias. Al tiempo descubrieron que era un torero que podía ser una amenaza para los de allá y que no se sometía a los mandamientos de Manolo Chopera, empresario y representante del propio torero, ya que éste cargaba con el antecedente de no doblegarse ni ante la televisión ni ante el encargado de la plaza México. Ante esta situación y antes de que fuera tarde, le declararán la guerra, le cambian toros, alternantes, fechas, la prensa siempre encima del mexicano, azuzando a los públicos, Manolo cosechando algunos triunfos y muchas cornadas, el colmo fue que en una corrida en Barcelona, minutos antes de hacer el paseíllo llegan los guardias de migración a pedirle la visa, después de tener tres meses toreando en España. Les contestó en forma lacónica, tal como era él: “seguramente la traigo debajo de los cojones”. Mas otras declaraciones en ABC y a varios periódicos de la península que lo hacen ver como un engreído del toreo, se cansa de tantos ataques, suspende la temporada, indemniza las cuadrillas y se regresa a México. (El hecho: no quieren competencia).
Ya estando en suelo mexicano sin haberse sometido a los caprichos de Gallego cubano Ángel Vázquez, Gerente de la plaza México, que controlaba la mitad de las plazas del país y tal como el Cordobés, Martínez empieza a cobrar fuerza toreando en las plazas no manejadas por éste, a tal grado que la afición mexicana que quería verlo torear en la capital del país apremia a la empresa para que destituyera a Vázquez y partir de esa época empieza su época, y alternando con toreros como Eloy Cavazos, Mariano Ramos, Antonio Lomelí, Curro Rivera, Huerta, copetillo, etc. Acabó dándole a la fiesta sostenimiento local, no eran indispensables las figuras españolas aunque se les contrataba, vinieron todos los toreros de esa época, pero la fiesta de toros en México tenía luz propia, marcando precisamente la última época gloriosa del toreo mexicano.
Volvamos a lo actual; No obstante que la baraja taurina mexicana cuenta con más de una docena de toreros, todos con cualidades sobresalientes para llegar a ser figuras importantes dentro de la fiesta de los toros, y una camada de muchachitos dentro de las filas novilleriles, que en su conjunto suman un valiosísimo recurso que debe de servir para financiar el futuro de la fiesta en nuestro país donde el atractivo principal sean los coletudos nacionales los cuales deberán ser tomados en cuenta por las empresas mexicanas y hacer combinaciones, competitivas que resultarán definitivamente en carteles interesantes para la afición, y que de estas combinaciones salga un torero o varios que tengan el empaque suficiente para rivalizar de verdad con sus alternantes, levantar las pasiones, animar el ambiente. Creo que en su conjunto, la torería actual mexicana configura un grupo de excelente y sólida formación, académica con calificaciones altas, egresados de las diferentes escuelas de tauromaquia que funcionan exitosamente en diferentes partes de la república y que hace tiempo no se daba en nuestra historia torera . La cual debería de pasar ahora por uno de los mejores momentos y sin embargo no rompe.
¿Qué pasa? Hoy se torea con más estética que nunca, los ganaderos crían toros que saben embestir en forma repetida una y otra vez, son casi iguales todos en genotipo con poca cornadura y terciada presencia, no importa el fierro. Toros pastueños, de claras acometidas pero no bravos, toros de medio puyazo, bobos casi sin malicia, los toreros no necesitan saber torear, los toros saben embestir. Basta con aquietarse y correr la mano. Dijo alguna vez un torero de renombre cuando le pidieron su opinión sobre un aspirante bisoño, ¿qué opina maestro? y éste le responde después que le ve torear: “Torea muy bonito pero no sabe torear”.
En la próxima entrega trataremos de hacer un balance de la participación de los elementos que componen la fiesta: ganaderos, empresarios, toreros, aficionados, prensa escrita y televisiva.
En la espuerta: En alguna ocasión, platicando con el diestro regiomontano Manolo Martínez, y adentrando en el tema de la fiesta de toros en España, de su estadía en aquellas tierras y la guerra de que fue objeto. Comentó sin resquemor alguno: “ellos tienen su fiesta y están muy organizados para defenderla. Agregó, además allá se gana dinero”.
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