El activismo de los ex gobernadores
Jorge Arturo Estrada García.
Coahuila, es un gigante herido. Un gigante lisiado, dañado y enfurecido. Más de un lustro de muertes, inseguridad, temores, corrupción, impunidad e incapacidad lo marcaron indeleblemente. Las problemáticas que se padecieron intensamente en la entidad, demandaban talento y sabiduría. No la hubo. Los problemas rebasaron a la pésima generación de políticos que tuvieron las encomiendas. No estuvieron a la altura de los retos. Y ahora, en Coahuila lo sufrimos todos.
Tras el fragor de la guerra antidrogas y la decadencia de la era de los virreyes, la recuperaración se vive a lo largo y ancho del país en distintas formas, y a diversos ritmos. En nuestro estado hay aún ríos de tinta que deberán correr. Cada día se van descubriendo escalofriantes historias de frivolidad criminal y excesos corruptos.
Ya perdimos la seguridad y los recursos para proyectos estratégicos de desarrollo. Ya estamos rezagados. Lo que va ahora en juego será la salud del medio ambiente que heredaremos a nuestros hijos. Todo parece indicar que esa será la siguiente gran batalla.
Ante la opinión pública ya se perdieron las batallas por la seguridad y por las finanzas. Ni con mil millones de pesos anuales de gasto publicitario, el gobernador es una figura ampliamente apoyada y reconocida por su buen trabajo. Un pésimo trabajo de comunicación, durante tres años lo liquidó.
Sus colaboradores fracasaron, no dieron ni resultados ni prestigio al gobierno de su jefe. Los secretarios de Gobierno no construyeron corporaciones policiales competentes ni suficientes. Ya van 30 meses de gobierno. El fantasma de las autodefensas asoma. Ni Armando Luna, ni Miguel Riquelme, ni Homero Ramos Gloria han aportado nada. Antes tampoco lo hicieron el propio Ramos, Luna y David Aguillón. Los ciudadanos, hartos, podrían tener ideas “locochonas, como las calificó el gober.
Por lo pronto, el gobernador Rubén Moreira se dedica a cortejar a los torreonenses. Ya bajó a ras de tierra y hace política. Está urgido por ganar las elecciones de julio próximo, y en Torreón opera el único grupo político organizado dentro del PRI. Lalo Olmos, Riquelme y Torreón son los últimos bastiones para Rubén.
Rubén requiere conservar el congreso local. Para ello está en campaña, para ello hará alianzas con la chiquillada. Para ello, prodiga promesas, programas asistenciales y obras. Pero lo laguneros también están muy lastimados. Han sido años de marginación y rezago, y muchos muertos y balas.
Torreón está a toda madre y Torreón es grande, sentencia Rubén Moreira. Al mismo tiempo, en un episodio inédito cinco exgobernadores se muestran muy activos, por razones diversas, en la vida política estatal.
Eliseo Mendoza pastorea a los diputados locales del PRI, quienes se hunden en el desprestigio y la abyección. Rogelio Montemayor construye rápidamente las condiciones para la explotación del gas shale en Coahuila. Lo hace bien y obtendrá los resultados que Rubén desea, no necesariamente los que los coahuilenses requieren.
Enrique Martínez ha recuperado su activismo, poco a poco su grupo se despereza. Y todavía resuenan sus palabras: “Yo no dejé ni inseguridad ni megadeuda”. Humberto Moreira sigue recibiendo reveses en varios frentes. Pero la candidatura para Tobías y el partido para la UNTA, se consideran muestras de su poder. Las insinuaciones a las autodefensas también serían atribuibles a él.
Jorge Torres es prófugo de la justicia en Estados Unidos, pero sin cargos en México. Sin embargo, él se queja de fuego amigo. Todo esto, sirve como marco al proceso electoral más importante en la carrera del gobernador. Su salida tranquila quedaría marcada seriamente con una derrota.
El Rubenismo viene de dos derrotas consecutivas. Estamos en el punto de mayor debilidad en su mandato.
Los principales colaboradores del gobernador ya estorban. Nadie les cree. Años de mentiras los llenaron de descrédito. Ahora son sólo lastres.
Gobernar es comunicar y el gobierno estatal lo ha hecho pésimo. A nivel nacional lo estigmatizan o le regatean resultados. A nivel local, lo encasillan como tapadera de Humberto Moreira.
La misión principal del nuevo gobierno estatal era reconstruir la confianza de los coahuilenses en sus instituciones. Perdieron las oportunidades y no se consolidaron los liderazgos. Demasiada arrogancia. Mucho tiempo perdido.
El gobierno de Coahuila no generó una visión clara en estos años. Su gestión se ha visto sacudida y dirigida por las coyunturas, por las circunstancias. Demasiadas ocurrencias y nulos planes estratégicos de desarrollo.
La reforma energética pone la explotación del gas shale frente a nosotros. El proyecto ha sido abrazado con entusiasmo desbordado por el propio Rubén. En el pasado el gobierno de Coahuila ya decidió a nuestras espaldas y nosotros pagamos sus ineptitudes, sus excesos y sus errores. Y sin embargo, no se perciben búsquedas de consensos.
Según el gobernador, Coahuila necesita el gas shale. Según experiencias mundiales, los daños al medio ambiente son mayores que los beneficios. 100 años de explotación de carbón son ya una muestra de miseria, muerte y daño ecológico en un costado de nuestra entidad.
Las heridas sanan, las cicatrices marcan.
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