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el periodico de saltillo
Abril 2014, No. 302



Bajo amenazas




Manuel Padilla Muñoz.

Torreón fue el escenario para su amenaza. El gobernador Rubén Moreira advirtió, así con declaración flamígera, que en Coahuila, tierra que (des) gobierna, quien pretenda organizar autodefensas será investigado. La amenaza virtual, en términos llanos, es de quien ose organizarse para defenderse por sí mismos, porque las autoridades no lo hacen, recibirá como castigo todo el peso de la ley y, como sabemos lo hacen los autócratas, implica hasta terminar en la cárcel o aumentar el elevado número de desaparecidos en Coahuila.

¿Qué significa “ser investigado” cuando la amenaza proviene de un político que maneja todo el poder de un estado, lo sabemos. Se aplica la sentencia de que “todo aquel que no está conmigo, está contra mí”. Y, desde esta óptica, puede ser sometido se utiliza todo el poder del estado para llevarlo ante “la justicia” en donde, como lo sabemos, se pueden fabricar pruebas, “sembrarlas” y llegar hasta fabricar declaraciones falsas de supuestos testigos. Casos como éstos fueron clásicos en el gobierno de Felipe Calderón para castigar a quienes…

Las autodefensas son tan añejas como el inició de nuestros aborígenes, quienes se organizaron en forma armada para oponerse al invasor que les quitaba sus tierras, sus familias y sus vidas. Así se “colonizó” el norte de México, donde el “mejor indio era el indio muerto” mientras sus tierras pasaban a manos de los españoles y la riqueza de la Nueva España pasaba a manos de los autócratas reyes españoles. Riqueza que, por cierto, todavía nos debe España.

La guerra de independencia no fue más que una multitudinaria organización de autodefensas de clases sociales de agudizadas contradicciones que se oponían a la hegemonía política del imperio español en la colonia. Criollos, mestizos y aborígenes se levantaron en armas para conquistar el sagrado derecho de gobernarse a sí mismo. Y lo lograron.

Igual la Revolución Mexicana. Una clase social paupérrima, hambrienta de pan y justicia, explotada en forma inhumana, se organizó en una revuelta de grupos de autodefensas para destruir a un gobierno explotador, plutócrata, que los tenía sometidos a la esclavitud y dará nacimiento a una nueva sociedad más liberal y justa.

En la actualidad, el crimen organizado y las ineficiencias de nuestros gobernantes, de los tres niveles, federales, estatales y municipales, han sido los factores determinantes para la renovación y resurgimiento de los grupos de autodefensas. Michoacán ha sido el inicio del movimiento. Un estado fallido, aunque no lo quieran reconocer algunos gobernantes, grupos de ciudadanos cansados de sufrir el yugo de los criminales en muertes violentas, extorsiones, robos de toda índole y secuestros, tomaron la iniciativa de armarse para oponerse a esos grupos delincuenciales.

Con sus acciones armadas obligaron al gobierno federal a eliminar al estado de facto de los criminales y recuperar el orden social. Pero fue gracias a la determinación de los grupos de autodefensas porque los gobiernos, durante años, habían demostrado no querer o no poder imponer el orden social y la justicia que se requiere para la paz social que justificadamente reclamaba la sociedad mexicana.

Hay varias formas de que las autodefensas actúan, o deben actuar. Primero, por la agudización de las contradicciones sociales, se genera un estado paralelo (el del crimen organizado) a otro estado (el legal) que no cumple con sus obligaciones de brindarnos seguridad en nuestras propiedades, familias y vidas. La primera respuesta, pues, es pacífica.

Pero, como en Michoacán y otros estados como Tamaulipas, las autoridades dejan de cumplir sus obligaciones, las autodefensas deben tomar las armas. En Michoacán se demostró su validez porque fue la única forma de casi acabar con los criminales. Lo que no pudo hacer el gobierno de Felipe Calderón, lo lograron los grupos de autodefensas, Calderón dejó una fosa de más de 48 mil muertos.

Entiendo -más no justifico- la amenaza de Rubén Moreira. Hace algunos 30 días, a mi celular llegó la noticia que me proporciona diariamente Unonoticias dando a conocer que en las redes sociales habían aparecido mensajes de grupos de autodefensas en Coahuila. En realidad, todos somos autodefensas; o debemos serlo.

El gobernador Rubén Moreira fue categórico en su amenaza: “Si alguien llega a materializar una idea tan ‘locochona’ como ésa, (grupos de autodefensas) se va a abrir un procedimiento en su contra”, dijo el mandatario estatal en respuesta a la intención expresada por campesinos de General Cepeda y Saltillo de organizarse para defenderse de los robos.

¿Por qué el temor a estos grupos? Puede pensarse que pudieran iniciar por combatir a los grupos de criminales. Pero lo que más temor da a los gobernantes es que también pudieran derivarse, por ejemplo, a la megadeuda de 35 mil millones de pesos que debemos pagar todos los coahuilenses en los próximos 20 o 30 años que fueron a parar a las fortunas inexplicables de un grupo (parece que ese sí permitido) de gobernantes sin escrúpulos que saqueó al pueblo de Coahuila. Uno está en la cárcel de EU y otro, después de estar en España, parece que ahora se encuentra en Cuernavaca y amenaza volver a estas tierras.

“A los amigos, puente de plata; a los enemigos, la ley a secas”, dicen que sentenciaba Benito Juárez. Parodiando la frase en Coahuila: a los amigos y parientes, el producto de una megadeuda de 35 mil millones e impunidad; a los que se opongan en grupos de autodefensas, la ley. ¿Eso quiso decir, señor gobernador, o entendí mal?

Sacapuntas

La memoria social: en la administración del tristemente célebre del alcalde panista José Ángel Pérez, se festejaron los 100 años de existencia del municipio de Torreón.

Cien millones de pesos se destinaron a dichos festejos. Hubo un grupo de bien intencionados laguneros llamado “Fogoneros del Desierto” que proponían la construcción de una “obra magna”, digna del centenario de nuestra ciudad, algo que trascendiera al futuro, a las futuras generaciones: La construcción de un planetario o de un teleférico, del centro de la ciudad al Cristo de las Noas, en la parte alta de dicha sierra. Obras dignas de ser tomadas en cuenta.

Pero José Ángel Pérez no tenía esa buena intención sino de la enriquecerse a costa del dinero de miles de torreonenses, organizó una serie de festejos populares con grupos musicales cuyos costos fueron elevados de lo normal que fueron jugosas ganancias para los funciona- rios públicos.

Creó un comité de festejos cuyos dirigentes eran figuras de paja pues quien realmente manejaba los eventos y los 100 millones de pesos era Fernando González, nada menos que sobrino de la dueña del diario más importante de la Laguna.

En ese tiempo me correspondió llevar a cabo la investigación periodística. Varias veces nos entrevis- tamos con Fernando Gonzá- lez, quien nos daba explica- ciones nada convincentes del por qué se optó por gastar los 100 millones de pesos en una página de Internet de elevadísimo costo, grupos musicales con sobre precios, todo ello que no dejó más que unas horas de esparcimiento, lo que nos parecía ilógico ante las necesidades de Torreón.

Luego vino lo más importante: Fernando González, publicista él, prometió dar a conocer transparencia en el manejo de los recursos y darlos a conocer al pueblo de Torreón. Una vil mentira. Nunca hubo tal informe. Todo quedó en la opacidad, en el misterio y en la duda sobre quienes fueron los que se quedaron con muchos millones de pesos, lo que es fácil de imaginar.

Nunca se dieron a conocer las formas en que se (mal) gastaron esos dineros. La corrupción y el robo de dinero público del municipio quedaron en la impunidad.

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