Desafío
*Predadores Políticos
*Hay más Autodefensas
*De Placas sin Nombre |
Rafael Loret de Mola
En más de una ocasión algunos colegas me han cuestionado acerca de las limitaciones que contemplan a causa de las líneas editoriales, de las asechanzas de los mafiosos que obligan a no pocos medios a silenciar cuanto hacen a punta de amenazas extremas y, claro, a la intervención permanente de la censura –muchas veces “autocensura” por temores externos, por ejemplo el daño que pueda causarse a sus seres queridos, blancos vulnerables siempre-, sin que puedan ejercer, a plenitud, la reina de las libertades: la de expresión.
Los comprendo, porque esta misma situación la he experimentado no una sino decenas de veces, sobre todo cuando los caciques aldeanos y con enormes capitales fundan diarios para defender, y sólo eso, sus propios intereses a cambio de retirar de la escena a los periodistas de raigambre. Contra todo esto y bastante más debemos enfrentarnos en esta hora coyuntural en la que está en juego, nada menos, el destino nacional y la crítica, como nunca antes –ni siquiera en los ominosos días del salinato o las administraciones predecesoras-, es el único contrapeso real a los abusos de poder. La fusión de la derecha, por ejemplo, con parte del nuevo “priísmo” en negación permanente de su declaración de principios, no variada desde la posrevolución, alerta sobre los condicionamientos del poder a las indagatorias periodísticas e incluso a las acusaciones que surgen, de manera natural, de las voces afrentadas por los excesos, el tráfico de influencias y la comercialización descarada de la política convertida en un verdadero tianguis de “moches”. ¿Quiénes son culpables? Podríamos responder, como en la novela de Lope de Vega Carpio, “Fuenteovejuna, señor”; es decir, todo el conjunto que forma la “nueva” clase política, tan ambiciosa como la “vieja” y superior en cuanto a los hilos de la corrupción.
Lo podemos observar a simple vista, sin necesidad de análisis profundos o de ensayos especializados para cada caso –por ejemplo, el escándalo de la naviera Oceanografía que dio lugar a la formación de comisiones del Legislativo para investigar, como se supone que debieron hacer otras para esclarecer los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu-, midiendo el comportamiento, la discursiva y los dislates de cada uno de los protagonistas de la vida nacional. Ni uno se salva, desde el señor peña nieto que confunde capitales estatales y no puede recordar a sus autores favoritos –desde luego porque no lee; quizá por ello me mantengo a salvo y es una bienaventuranza-, hasta el más recóndito de los miembros del opositor PRD, René Bejarano Martínez, llamado “el señor de las ligas” –con las que amarraba los fajos de dinero proporcionados por el argentino Carlos Ahumada Kurt para los gastos de la precampaña de López Obrador en 2006-, quien ahora pontifica sobre el imperativo de mantener la candidatura única del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la dirigencia nacional del partido por él fundado... para no asomarse, ni de reojo, a los riesgos de una competencia democrática que, seguramente, ganaría de calle. ¿Por qué evadirse de la metodología del modelo que exalta el aval popular por encima de las decisiones de elite?
El tal Bejarano, consorte de Dolores Padierna Luna –una de las rijosas mujeres que no se bajan del templete-, asegura, entre otras cosas, que el adversario del ingeniero, el guanajuatense Carlos Navarrete Ruiz, no puede conciliar ni siquiera a los miembros de su propia corriente. Si es así, ¿para qué preocuparse de la orientación y destino de los sufragios internos para dar paso a una imposición que niega los principios torales del ejercicio democrático? ¿El temor a una desunión mayor? Me parece que bastaría con un acuerdo civilizado entre los postulantes a las dirigencia para evitar escisiones al término de la jornada y así cumplir con la tendencia hacia unos comicios internos, una de las fallas continuadas entre los líderes de esta opción política pues, cuando menos en dos ocasiones, han debido anular los resultados y prolongar los lapsos para resolver lo concerniente a los liderazgos de papel.
La verdad es que la derecha, y concretamente el PAN, en este renglón es bastante peor. Los dislates de sendos aspirantes a la dirigencia nacional, Gustavo Madero Muñoz quien, de facto, busca su reelección aunque por el momento asuma la dirección Cecilia Romero, y Ernesto Cordero Arroyo, alfil del calderonismo y sin el menor antecedente de triunfo alguno en materia de comicios –tanto internos como externos: es senador plurinominal, por ahora con licencia, sin necesidad de enfrentarse a la voluntad del colectivo sino por gracia de la superioridad de su partido y “su” presidente, calderón claro-, llevado por una repelente actitud de sabihondo –sin que siquiera conozca la historia reciente de México-, han llegado al extremo de exponer, en distintas ocasiones, el propósito de ser “presidentes del PRI”, traicionada la mente por los afanes de poder o acaso como consecuencia de frustrados propósitos de origen. Los dos, digo.
La pugna es de tal modo degradante y desagradable, no sólo por la obscena adjetivación –peor, por momentos, a las “puyas” entre aspirantes a cargos de elección popular de distintas fracciones-, que no pocos prevén una escisión al final del procedimiento en curso porque sería imposible una reconciliación ante la gravedad de las campañas soterradas –como la de los “moches” abanicada por los calderonistas que saben bien de estas cosas-, y la dimensión de las impugnaciones sobre la moral y la formación de la causa contraria desde dos perspectivas opuestas. Cada bando es el bueno, como siempre, y el otro representa hasta los veneros del maligno, como explican los curas de pueblo a su temerosa feligresía, sin ninguna cualidad ni virtud.
Si Madero representa el continuismo, a través de las alianzas soterradas con la administración peñista y su propensión a negociar bajo del agua una mayor presencia del panismo en la vida institucional –como procedía el ideólogo extinto de este fuelle, Carlos Castillo Peraza, el mismo que disfrazaba sus fracasos alegando que eran “victorias culturales” de él y sus asesores, a quienes no les hacía el menor caso-, Cordero es tanto como volver hacia atrás de la mano de calderón a cuya figura se acoge y exalta como “uno de los mejores presidentes en la historia de México”. Como fox se cree superior al inmenso Juárez, calderón puede alegar que es más simpático que... George Bush junior.
El hecho patológico es que ambos personajes en duelo feroz, alegan ser recipiendarios de la verdad absoluta y no admiten ni una sola desviación, como suele ocurrir con el extremo opuesto, digamos Andrés Manuel López Obrador, acaso el de mayor intolerancia hacia las críticas desde los desaseados comicios de 2006 cuando fue evidente el manoseo de sus adversarios desde el poder. Cuando menos, este factor los debiera convertir en elementos bajo sospecha dados sus propios antecedentes y su propensión por proteger a los de sus clanes por encima de la fuerza de la ley y el derecho; incluso de las reglas internas de su partido, tan mancilladas desde el momento mismo en que se trocó la pretendida democracia por un continuismo de Estado contrario al despertar de la ciudadanía propuesto. Falló fox, se hundió calderón... y el partido ocupó la tercera fuerza electoral en una caída vertical desde la cumbre presidencial.
¿Hacia dónde se encaminan sendas oposiciones con tales tonos exaltados? Pues me queda claro que el gran beneficiario es el priísmo aposentado en la silla presidencial desde donde se cuentan los años y se añoran los tiempos del porfiriato y los de la larga hegemonía priísta. Treinta y seis años en el primer caso y setenta en el segundo. A lo mejor, con la euforia futbolera de estos meses por venir, se pretende implantar un nuevo récord de permanencia sin detenerse en la voluntad de la mayoría silente; esto es, igual cómo se procedió para la imposición de las reformas que han revolucionado a la comunidad nacional al revés: esto es, en contra de las disposiciones oficiales a través de una paulatina resistencia cívica y el convencimiento de que no se puede seguir con los brazos cruzados. Cuidado con estas reacciones.
Debate
En la pujante Mexicali, donde comienza México, con el espejismo de que su vecina Caléxico –conjunción ambas denominaciones de México y California-, no ha logrado desarrollarse como la urbe mexicana acaso porque el insoportable calor del desierto ahuyenta a los refinados estadounidenses que se entregan al placer del aire acondicionado pero no soportan pagar tanto por el privilegio. En la capital bajacaliforniana, por si fuera poco el peso de los tributos, el gobernador panista Kiko Vega de Lamadrid, pidió perdón de antemano a sus gobernados por imponer un tributo adicional a cuenta del alumbrado público si bien subrayó que la medida sería “temporal”... acaso pensando en cómo caló el impuesto sobre la tenencia vehicular que tenía el propósito, en la lejana década de los sesenta del siglo anterior, de cubrir los excesivos gastos de los Juegos Olímpicos de 1968; pero, según parece, el lapso no termina aún en todo el país si bien en algunas entidades se les ha dado un respiro a los causantes. Para apenar a los actuales mandatarios, incluyendo al jefe del gobierno defeño, podríamos bautizar el tal tributo como “la enmienda díaz ordaz” y situarla dentro del genocidio.
Las cosas no están bien en el norte. Me sorprendí cuando constatamos que también en Mexicali crece el número de los llamados “autodefensas”, empistolados –las armerías estadounidenses les quedan muy cerca-, como respuesta a la negligencia oficial. ¿Y podría ser de otra manera cuando es vox populi que el actual mandatario estatal, con señas panistas pero ganador por una de las alianzas turbias, fue financiado por Jorge Hank Rhon, el feliz heredero, y está, por tanto, sometido a éste cuyos vínculos inconfesables todos conocen?
Sólo es dable esperar más violencia.
La Anécdota
A lo largo del país se ha estrenado, debemos contar también lo bueno, la costumbre de colocar placas conmemorativas –por las muy escasas obras inauguradas- sin los nombres del presidente de la República y del gobernador de cada estado federal. Me parece muy bien porque con ello, cuando menos, nos acercamos un poquito al ideal de terminar con la actitud reverencial ante el poder.
El “pero” es otro: en cada caso, como sucedió en Tijuana con motivo de una nueva presa hidráulica, las obras se presentan sin terminar y suele suceder que así se queden una vez que pasa el cortejo presidencial. Esto es: una simulación en toda forma que explica, en otra lectura, la ausencia de los nombres: nadie se responsabiliza por las obras entregadas, mal hechas y al vapor, sólo para la fotografía respectiva. Este es el peligro de ser tan mal pensado como este columnista.
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WEB: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
LAS FALACIAS CAEN POR SU PROPIO PESO, LO MISMO CUANDO SE TRATA DE OBRAS PÚBLICAS DEFICIENTES Y CON DESTINO CIERTO HACIA EL COLAPSO –COMO LA LLAMADA CARRETERA PANORÁMICA ENTRE TIJUANA Y MEXICALI QUE SE DESPLOMÓ EN UN TRAMO DE VARIOS METROS Y NO HA SIDO REPARADA-, QUE AL LANZARSE A LIDERAGOS SURGIDOS DE ARRIBA HACIA ABAJO Y NO AL REVÉS. SIN DIRIGENTES “NATURALES”, MÉXICO ESTÁ, SEGUIRÁ ESTANDO, EN MANOS DE LA MODERNA ARISTOCRACIA QUE CONJUGAN A LA CLASE POLÍTICA SIN DISTINGOS DE EMBLEMAS, COLORES Y FALSAS IDEOLOGÍAS QUE NO SE COMPAGINAN CON LOS HECHOS.
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