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el periodico de saltillo
Agosto 2014, ed. #306


Mis sexenios (76)


José Guadalupe Robledo Guerrero.


Segunda etapa del sexenio enriquista
El gobernador Enrique Martínez llegó a su Tercer Informe de Gobierno con todos los hilos del poder en sus manos, pero le faltaban dos elecciones más antes de concluir su sexenio: la elección de diputados federales y finalmente la elección de su sucesor. De allí que los publicistas del medio periodístico se entretenían mencionando a sus favoritos el mayor número de veces. En esta ocasión, Enrique Martínez sería el que eligiera a su sucesor, pues el Presidente de México era panista, por tal razón EMM sería el gran elector.

La elección de presidentes municipales y de diputados locales ya había pasado, y los principales resultados para el priismo en los municipios de mayor importancia fueron los siguientes: El PRI ganó Saltillo, Monclova y Piedras Negras, pero perdió Torreón, San Pedro y Acuña.

La abstención fue la gran ganadora, pues en las elecciones intermedias sólo habían emitido su sufragio alrededor del 40 por ciento de los coahuilenses en edad de votar. Las cifras del abstencionismo en Coahuila fueron semejantes a la media nacional, alrededor del 60 por ciento.

La deplorable situación político-electoral de nuestro país, nos indica que el 60 por ciento de los ciudadanos en edad de votar no asisten a las urnas. Por consiguiente, todos los partidos políticos existentes -juntos- apenas alcanzan a reunir en promedio el 40 por ciento de los votos del padrón electoral, es lo que representa -según los especialistas- el voto duro de los partidos.

Obviamente el voto duro del PRI es el mayoritario. Este voto es el que conservan los partidos por medio de dádivas o dinero, es el que se mantiene mediante los programas de entrega de despensas, tinacos, cemento, etc., artículos que supuestamente sacan de la pobreza a la gente, pero lo que sucede realmente es que en cada sexenio aumentan los pobres en México.

Los nefastos partidos políticos que padecemos, utilizan la miseria y los programas gubernamentales para acarrearse votos y mantenerse en el poder para seguir saqueando al país. Por tal razón, a los partidos políticos no les conviene que la pobreza se termine, pues de la miseria consiguen los votos sus candidatos.

La “democracia” electorera mexicana le cuesta a la nación miles de millones de pesos, gasto que solventamos los mexicanos con nuestros impuestos. Pero no solamente es el gasto electorero, también tenemos que padecer la corrupción, la impunidad y el cinismo de los ladrones disfrazados de autoridades, gobernantes, legisladores, magistrados, jueces, etc., todos unidos en contra de la población civil.
Luego de las elecciones de alcaldes y diputados locales, como siempre, los panistas perdedores comenzaron a quejarse, echándole la culpa de su derrota a la nueva ley electoral que ellos mismos habían aprobado.

A mediados de septiembre de 2002, mi amigo Jaime Martínez Veloz -entonces diputado federal- me invitó a pasarnos unos días en Cuba. Allá estuvimos el 16 de septiembre, y pudimos presenciar -invitados por el gobierno cubano- un evento artístico de primer nivel con lo mejor del arte musical cubano en conmemoración del grito de Independencia en México.

El 16 de septiembre de 2002, en el teatro Carl Marx de La Habana, Cuba, enclavado en Miramar, barrio exclusivo de la burguesía batistiana antes de la revolución cubana, el gobierno de Fidel Castro ofreció una Gala Cultural para conmemorar el 192 aniversario del Grito de Dolores que diera en 1810 don Miguel Hidalgo, lo que dio inicio a la guerra de Independencia.

Allí, los más de cinco mil asistentes, en su inmensa mayoría estudiantes de Trabajo Social y Formadores de Artistas, disfrutaron del derroche de talento de decenas de cantantes y bailarines participantes, y de la presencia del Comandante Fidel Castro Ruz.

Durante tres horas los asistentes aplaudieron el extraordinario arte de los grupos de ballet clásico, de danza, de bailes populares y folklóricos que se intercalaban con grupos corales, trovadores, solistas, intérpretes, tríos, y al final un enorme grupo de mariachis que hizo resonar las notas de la canción mexicana. Todos ellos artistas cubanos, lo mejor de la Isla y lo más destacado del arte cubano. Todas las interpretaciones fueron de música mexicana.

También hubo discursos, tres para ser exactos: El Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón, dio una reseña de la historia que hermana a los pueblos de México y Cuba, exaltó la memoria de Miguel Hidalgo, José María Morelos y Benito Juárez. Ligó sus luchas con las de Céspedes, Maceo y Martí.

El escritor mexicano Carlos Montemayor, haciendo gala de su intelectualidad fue hilvanando las gestas heroicas de ambos países, hermanando ideologicamente a sus líderes revolucionarios, y señalando que estas identidades no pueden ser borradas por decreto.

La actriz María Rojo pronunció un discurso sencillo y elocuente, ho- nesto y combativo, que le valió un atronador aplauso, sobre todo cuando advirtió que los lazos fraternales de nuestros pueblos no se pueden terminar por un capricho.

Ningún orador hizo alusión al conflicto entre el gobierno mexicano de Fox y el gobierno cubano de Castro, debido a la controversia política que se conoció como el “Comes y te vas”, bochornosa experiencia que el entonces Presidente de México, Vicente Fox, padeciera, debido a su lacayuna servidumbre con George W. Bush, Presidente de EEUU. En el evento musical se habló sólo de los pueblos. Se puso énfasis en la hermandad, la historia común y las luchas libertarias de ambas naciones.

Pero recordemos algo del “comes y te vas”: En marzo de 2002, se celebró en México la Cumbre de la Conferencia para la Financiación al Desarrollo de la ONU, y antes de que otra cosa sucediera, Fox le llamó a Fidel Castro pidiéndole que si venía a México lo hiciera un día antes de que llegara Bush, y para que Bush no se topara con Fidel Castro, Fox le aconsejó: “Comes y te vas”.

Ni tardo ni perezoso, Fidel balconeo al Presidente mexicano dando a conocer la grabación de la llamada telefónica que Fox le hizo por esos días. Por tal razón, con la grabación, todo el mundo se rió de Vicente Fox, pues antes de su plática por teléfono pocos conocían la estulticia presidencial y la lacayuna actitud de Fox frente a Bush.

A manera de desagravio, un importante grupo de diputados federales encabezados por Jaime Martínez Veloz fueron a La Habana varias veces. De allí que Fidel mantuviera una relación afectuosa con Martínez Veloz.

Pero sigamos con el magno evento. Los artistas cubanos fueron saliendo al escenario a manifestar su cariño por México y por su música, cimbrando con las voces y tonalidades de la canción mexicana, los gruesos muros del Karl Marx.

Rosita Fornés, “La Marilyn Monroe cubana”, recordó a Agustín Lara y a sus años vividos en México. Amauri Pérez entonó a Armando Manzanero. Un grupo coral reprodujo la Adelita. Un grupo de personas maduras bailaron al ritmo del danzón, y otros grupos más cantaron y bailaron huapangos y sones. Finalmente, decenas de mariachis arrancaron la gritería de los asistentes con la música mexicana, recordando el México Lindo y Querido de Jorge Negrete.

Entre uno y otro artista, entre uno y otro orador, aparecía en el escenario una pareja de conductores que remembraban las gestas históricas y revolucionarias de los pueblos de México y Cuba, de sus héroes y de sus aspiraciones, de cuya reseña brotaban hermosos poemas que cantaban al amor, a la libertad y a la dignidad de quienes han cambiado la historia con sus acciones patrióticas.

Eufóricos, llenos de alegría, los miles de asistentes colmaron el ambiente con sus gritos, con sus ¡Vivas!, sobre todo cuando los mariachis le dieron fin al monumental evento, cerrando con broche de oro la Gala conmemorativa del Grito de Dolores, del comienzo del movimiento de Independencia, haciendo resonar las notas de la canción mexicana que salían de sus voces e instrumentos.

De pie, agitando los brazos para darle fuerza al aplauso, el público le dio un marco emotivo a la Gala coreando ¡Viva México! ¡Viva Cuba! ¡Vivan los pueblos hermanos!

Fidel Castro Ruz satisfecho, lleno de vida y cordialidad, inició la peregrinación de saludar a cada uno de los mexicanos invitados que estaban cerca. Luego el Comandante cubano invitó a un pequeño grupo de mexicanos, no más de una docena, para que se reunieran con él en un pequeño salón a un lado del escenario del gran teatro. Hasta allí fuimos.

Rociada con mojitos y aderezada de botanas cubanas, entre ellas las sabrosas masillas de cerdo y puré de papas lampreadas, Fidel Castro hizo gala del conocimiento que tiene sobre su pueblo, y habló durante tres horas de los avances de la Revolución Cubana en materia de educación, salud, prevención y ciencia.

Salpicada con datos estadísticos y envuelta en la ideología socialista, la charla del Comandante Castro Ruz llevó de la mano a sus invitados por todos los rincones de la Isla, por todos los caminos de la Revolución Cubana. Con orgullo exhibió sus logros y aspiraciones, con sabiduría comunicó sus preocupaciones, y con entusiasmo sus proyectos, pero ante todo mostró su enorme vitalidad y sapiencia.

Como si fuerámos viejos amigos, compartimos las delicias de la charla: Los conceptos de Fidel, los entremeses cubanos y los mojitos, que con el daikiri y la Cuba libre son las bebidas nacionales cubanas y el pasaporte mundial del ron cubano. En La Habana se dice que dos de estas bebidas cubanas, el daiquiri y el mojito, fueron inventadas por el escritor Ernest He- mingway, asiduo cliente del restaurante-bar La bodeguita del medio.

En el evento cubano fue notoria la ausencia del inconfundible uniforme militar verde olivo del Comandante cubano. La Gala conmorativa del Grito de Dolores era un acto cultural, cívico, artístico, ideológico, intelectual e histórico, por eso la indumentaria de Fidel Castro para esta ocasión fue un traje azul marino.

Para entonces, a casi dos años de su toma de posesión como Presidente de México, Vicente Fox Quesada, ya se había convertido en una verguenza para los mexicanos. Para noviembre de 2002, Fox había acumulado en su haber infinidad de calificativos para señalar sus defectos que los periodistas, caricaturistas y ciudadanos le habían endilgado, a saber: mentiroso, inculto, analfabeta funcional, mandilón, torpe, lengua suelta, naco, demagogo, simulador, lacayo, títere, payaso, deshonesto, vendepatria, baboso, derechista, bueno para nada, mocho, megalómano, hipócrita, malinchista, incapaz, mitómano, merolico, y otras características afines a su personalidad, los cuales no son suficientes para descifrar la ominosa personalidad de quien presumía que gobernaba a nuestro país.

Para evitar entrar en profundidades, sólo diremos que en ese tiempo Vicente Fox era considerado una verguenza para el pueblo de México. En los primeros dos años de gobierno, Fox era una muestra fehaciente de lo que manifestó el célebre filósofo griego Platón: 1.- Que las masas ignorantes se equivocan. 2.- Que la democracia sin el saber sólo es una bacanal de estulticia y trivialidad.

Se dijo hasta la saciedad, que cuantas veces Fox salía al extranjero, cometía los más extravagantes errores. Con sólo ponerle enfrente un micrófono o cámara de televisión, Fox se enfermaba de diarrea verbal, y arrojaba todo lo que a su retrasado cerebro se le ocurría.

Durante sus primeros dos años, Fox había externado: que él y su gobierno habían consumado la “transición democrática”; que la pobreza extrema y lacerante había sido aniquilada; y que más de 15 millones de mexicanos dejaron de ser pobres, porque se convirtieron en exitosos empresarios con los microchangarros que había impulsado su gobierno. Así puso en venta al país, promocionándolo como el paraiso para las inversiones extranjeras.

Pero de la misma manera, en forma contradictoria, ha criticado al poder legislativo, responsabilizando a diputados y senadores de su rotundo fracaso, porque -según él- los legisladores responden a intereses personales y partidistas, en lugar de velar por los intereses nacionales.

Del mismo modo en que se contradice, Fox vende, promociona, acusa, se desdice, niega que dijo lo que dijo, delata sus babosadas y culpa a reporteros y medios de comunicación de publicar banalidades que el mismo vomita en cuantos foros exhibió su ignorancia y pobreza mental.

Las babosadas de Fox dan de qué hablar por su preocupante contenido. La última de sus puntadas fue externar su deseo de que una mujer -lógicamente Martha Sahagún, su esposa, cómplice y ventrílocua-, lo suceda en el cargo

Independientemente de toda la estulticia foxista que el Presidente de México derramó por todo el mundo, éste es el vituperio más terrible que ha escupido la boca de Fox, porque habla de heredarle la Presidencia a un ente igual o peor. Ante los deseos que vomitó su esposo, Martha Sahagún sólo dijo: “En su momento, los ciudadanos serán los que decidan.” ¡Pobre México!

(Continuará).
Segunda etapa del sexenio enriquista...


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