¿A qué vino el cardenal Pietro Parolin a México?
¿A qué vino el cardenal Pietro Parolin a México?... ¿A disculparse por los sacerdotes pederastas y a pedir perdón de parte del Papa Francisco? Debió ofrecer la entrega de los delincuentes degenerados a la autoridad civil para que sean juzgados. No lo hizo y guardó un silencio cobarde |
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
El Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, vino a México y fue recibido por el presidente Peña Nieto, y lo primero que se le ocurrió fue disculparse en nombre del Papa por las violaciones que no pocos sacerdotes han perpetrado contra niños y jóvenes mexicanos. Pide perdón y asegura que no volverá a suceder. ¿Tú le crees? Yo tampoco. Lo importante es valorar el poco empeño de la iglesia en solucionar este problema de tantos degenerados –porque lo son- que desde sus investiduras de sacerdotes, curas, obispos y cardenales, abusan flagrantemente de quienes no tienen ni una defensa. Lo que el cardenal Parolin debió decir es que la iglesia va a entregar a las autoridades civiles a los curas y obispos degenerados que han delinquido -los que por su alta investidura no deben ser perdonados- pero no lo hizo, guardó un cobarde silencio, y Peña Nieto ni se inmutó, lo mismo que el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.
Pietro Parolin como el Papa Francisco y el cardenal Rivera Carrera pudiesen ser culpables por comisión de pederastia, pero seguramente lo son por omisión, ya que todos ellos de una forma u otra han encubierto no a Marcial Maciel solamente, sino a cientos de sacerdotes degenerados. No les digo “pederastas”, porque son abusivos, procaces y degenerados; éste –degenerados- sí es un calificativo justo, y por ello deben ser sancionados por las autoridades civiles de todas las naciones en las que han incurrido en esos deleznables actos de flagrante abuso contra niños y/o jóvenes.
Este vil delito no solo lo perpetran sacerdotes y obispos; de hecho es muy común que se abuse de los niños en sus propios hogares por familiares y amigos cercanos, por maestros y vecinos, pero este delito cometido por sacerdotes y obispos, encierra mayor culpabilidad por el alto grado de jerarquía social y religiosa que ostentan, pues se les supone “protectores” y “consejeros sociales”. Creo que si Peña Nieto consiente un perdón a los sacerdotes como al parecer nuestras autoridades lo hacen, incurre en el mismo delito por omisión, porque se brincan nuestras leyes con tal de no confrontarse con la iglesia, la que ciertamente es poderosa pero no inmune. En Estados Unidos hay sacerdotes y obispos en la cárcel por este delito y la iglesia ha tenido que indemnizar a las víctimas con miles de millones de dólares, ¿por qué en México este delito quedará impune? Aquí la iglesia solo los cambia de parroquia para que sigan de abusadores, corrompiendo a nuestra sociedad, la que nuestra ley debe proteger.
Con la iglesia y gobierno que tenemos, la única defensa que nos queda a la mano es no mandar a nuestros niños al catecismo, al confesionario ni a misa solos, porque estos malhadados pederastas, siempre están al acecho de los niños y los jovencitos para abusar de ellos y sumarlos a su cofradía de homosexuales y abusivos pederastas. También podemos incidir en la solución, exigiéndole a la autoridad que se les aplique la ley y las penas legales que merezcan, porque si se deja en la impunidad este delito, seguramente crecerá exponencialmente. O ¿usted qué opina, apreciable lector?
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