Crisis política en México.
¡Urge una solución!
Salomón Atiyhe Estrada.
Cuauhtémoc Cárdenas, reclama una nueva constitución en México. ¿Será esta propuesta la solución al problema que enfrenta el país? Puede que sea sólo parte a la solución posible, pero muy a largo plazo y hay urgencia ingeniero Cárdenas.
“La sociedad está cansada de la impunidad y la delincuencia”, declaró en uno de sus discursos el licenciado Enrique Peña Nieto. ¿Puede haber mayor cinismo cuando él es parte del problema y no de la solución?
José Agustín Ortiz Pinchetti, uno de los periodistas serios de México, en uno de sus análisis hace ver que “El modelo actual es insostenible, pero no hay un solo indicio de rectificación. En la élite aún predomina la tendencia a ocultar y olvidar. Hoy, por fortuna, ya es imposible. El mundo entero apunta hacia nosotros y nos condena. Somos un Estado fallido, una democracia que nació muerta. La sentencia del Tribunal Permanente de los Pueblos, fruto de una investigación que duró cuatro años (radiozapatista.org/audienciafinaltpp), ignorada hasta hoy, juzgó al régimen desde Salinas hasta Peña y aporta evidencias abrumadoras, entre muchas: aprovechando el desempleo y la sobre- ferta laboral, en México se paga uno de los salarios más bajos del mundo. En los últimos 25 años hemos expulsado a 15 millones, récord mundial. Las es- tructuras bancaria y empresarial están penetradas por cárteles. La mentira y la amenaza son las es-trategias del gobierno para inducir a la opinión pública. El oligopolio y la concentración televisiva hacen imposible el ejercicio del derecho a la información. Las reformas constitucionales tienden a la privatización masiva de los recursos nacionales y la anulación de los derechos de traba- jadores y campesinos. México es el primer país de América con más denuncias en las instancias internacionales. Ninguna de las recomendaciones de esos organismos ha sido acatada.”
Es un hecho que no se puede soslayar que la frivolidad y la codicia han sustituido la visión de Estado. Y lo más grave de la sociedad mexicana es la ausencia de civismo. Lo hemos repetido en múltiples ocasiones en esta columna, en los sexenios de Salinas, de Fox, de Calderón y ahora de Peña Nieto. Son muchas las voces autorizadas, del país y del extranjero, las que aciertan al decir que somos un Estado Fallido, pero hasta ahora no hemos escuchado propuestas que nos hablen de un nuevo sistema, del sistema que todos los mexi-canos queremos, que haga posible la dignidad, la confianza, la paz, la justicia, la honorabilidad de sus autoridades. No hemos escuchado la voz de las llamadas “Fuerzas vivas” de la sociedad, esas cámaras de empresarios e industriales que con su silencio parece que comparten el pastel de la corrupción en complicidad con los gobernantes. Analicemos las palabras de Guillermo Almeyra, periodista de La Jornada:
“Existe, pues, una posibilidad de que las clases dominantes tiren lastre por la borda y busquen un remplazante transitorio para Peña Nieto con el apoyo de Washington. Las movilizaciones de los indígenas y los trabajadores ecuatorianos derribaron tres presidentes, los trabajadores en Brasil impusieron la renuncia de Collor de Melo, el caracazo abrió el camino a la liquidación del poder de la oligarquía venezolana y el pueblo boliviano echó al presidente Sánchez de Losada y despejó el camino a elecciones limpias y a una asamblea constituyente. Los capitalistas perdieron en buena medida el poder político pero no la vida o sus bienes. ¿Por qué en México no podría haber una alternativa de transición con un gobierno no de los partidos del régimen sino de representantes de la que convoque elecciones general limpias y una asamblea constituyente que anule todas la leyes antinacionales, antilaborales, liberticidas y retrógradas impuestas por la alianza entre el PRI, el PAN, el PRD y los partidos paleros para responder a las exigencias de las trasnacionales?”
Cárdenas habla de una nueva Constitución, es una cantaleta muy gastada. El cínico de Enrique Peña Nieta afirma reconocer que la sociedad está cansada de impunidad y delincuencia, pero no hace nada por resolver la crisis política por la que atraviesa el país y de la que él es, en buena parte, responsable. Cuando se vende inseguridad al pueblo y se le dice que nada es posible sin el crédito internacional o sin la ayuda de la inversión extranjera, lo único que se le vende es minoridad cívica, que se sienta incapaz. Un complejo de inferioridad.
El caso de los 43 desaparecidos de la Nor- mal Rural de Ayotzinapa sólo es la gota que hará brincar los bordes de un vaso colmado de barbari- dades, robos y atropellos contra la ciudadanía indefensa, como los 300 desaparecidos en Allende, Coahuila en 2011 y aún los andan buscando, según declara el gobernador Rubén Moreira Valdez.
El terrorismo forma parte de la despensa económica de la delincuencia organizada; Calderón hizo creer con su famosa guerra declarada al narcotráfico al principio de su mandato que la cosa iba en serio pero después parece que hubo una convivencia de mutua protección, y esto les brindó una fuente de aprovisionamiento muy grande con las inmensas ordeñas a PEMEX. Hoy, parece que no haya guerra entre carteles sino contra el pueblo.
Cualquiera sea el origen de la violencia, la sociedad y el Estado deben tener un principio ético en nombre del cual combatir, y en México no hay un proyecto de nación, de gobierno. Enrique Peña Nieto, presentó su proyecto de reformas energéticas y el Pacto por México con el apoyo de los partidos políticos, pero cómo se puede combatir la corrupción, la impunidad y la violencia en un país dominado por los bancos extranjeros y la potencia vecina, en un país oligárquico defendiendo las oligarquías, los monopolios en las comunicaciones (Televisa y TV Azteca). Se requiere de un Sistema Político que nos libere anímicamente de sentirnos defensores de un stablishment oligárquico. Se requiere de un conjunto de medidas que nos den banderas morales para combatir también al crimen organizado políticamente.
Con lentitud y grandes problemas pero la sociedad mexicana se mueve y avanza y por lo mismo requiere de un modelo austero, democrático y con una economía planificada, sin despreciar la inversión externa pero no los créditos que nos consumen. Ejemplos que asfixian los tenemos en nuestro propio Estado de Coahuila con una deuda de cerca de 39 mil millones de pesos pagadera a 30 años y aun sin una explicación adecuada.
Hasta ahora, solo el Movimiento de Regeneración Nacional –MORENA- ha presentado posibles soluciones en un plan de gobierno. El PRI y el PAN están paralizados. Escuchamos a las mismas personas de siempre con sus cantos de sirena, hacen falta propuestas nuevas, valientes, creíbles y éstas sólo podrán venir de una sociedad civil organizada: sindicatos, empresarios, prensa, universidades y demás organismos que le apuesten a la moral, a la ética. Es casi seguro que esta inquietud que tomó las calles el 20 de noviembre no se detendrá, y su marcha será de gigantes.
|