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el periodico de saltillo
Diciembre 2014, ed. #310


Los infortunados

Ángel Zavala Jr.

Hace algunas ediciones traté el tema de los ancianos, su problemática, el abandono, la explotación por parte de los familiares, el despojo de sus propiedades, y en general la falta de atención de parte de los hijos.

También mencionaba que algunos ancianos son obligados prácticamente a pedir limosna, y se les puede ver en muchas partes de las ciudades desplazán- dose con ayuda de sus andadores o sillas de ruedas. La mayor parte de estos ancianos trata de despertar la caridad de la gente atravesándose al paso de vehículos en los cruceros, expuestos a que, como ya ha sucedido, sean aplastados por autobuses urbanos o atropellados por algún otro vehículo. Y tú te preguntas: ¿qué, ese señor o esa señora no tiene hijos que le den cuidados? Pero luego te contestas: sí, debe tener hijos, pero o lo tienen abandonado o lo explotan. La posibilidad es de un 50%. Abandonados y obligados a vivir de la caridad pública.

Otros personajes que puedes ver en las calles, (además de los migrantes que abundan sobre todo en las ciudades fronterizas o cerca de las estaciones de trenes de carga que les sirven de transporte hacia el “sueño americano”), son los indigentes, los enfermitos mentales que deambulan sin rumbo fijo, con la mirada perdida, sucios y andrajosos.

También a los pepenadores que recopilan durante todo el día una miserable cantidad de basura reciclable que luego venderán a las voraces empresas por unos cuantos pesos.

Y, además, en las colonias populares, los llamados pobres, casi miserables, víctimas de la pésima repartición de las riquezas de México. Niños que debiendo hacer uso de sus derechos fundamentales, como el alimento, el vestido y la educación; el cuidado de sus padres y tiempos de diversión, no gozan de nada. Obreros mal pagados, albañiles que a pesar de que construyen hermosas casas para otros, no tienen más que un humilde cuarto donde se hacina toda la familia, que por otro lado, es numerosa.

Pero cuando menos, ellos trabajan por un jornal escaso que les permite “irla pasando”, aunque sus chavitos sólo tengan para llevarse a la boca lo más indispensable.

Hay también jóvenes que forman pandillas cuya actividad principal es hacer nada positivo, ni para ellos ni para la sociedad, pintarrajear las paredes y las bardas, motivados por la inhalación de thinner o por el consumo de sustancias prohibidas; el destino para ellos es continuar con una vida carente de objetivos.

Bien: estoy hablando de ancianos abandonados, pedigüeños, migrantes, indigentes, enfermos mentales, jornaleros y pandilleros.
Todos representan para cualquier país el punto de referencia de su desarrollo.

Mientras más se manifiesta la miseria de un país, es mayor la probabilidad de que sea considerado como “subdesarrollado”, aunque a sus gobernantes poco les importe.

Los ancianos abandonados deben ser responsabilidad de los hijos y la familia, con la vigilancia de las dependencias destinadas para ello, aplicando los reglamentos y leyes para el efecto.

Los pedigüeños, que abundan, pueden ser esos mismos ancianos abandonados, obligados a arriesgarse entre los vehículos a obtener una moneda. En eso también tiene responsabilidad la familia y se les debe obligar a protegerlos.

Otros pedigüeños son los pequeños que “ayudan” a su papá a pasar un sombrero a los transeúntes,, como cooperación para el que “toca el acordeón”. Esos pequeños deberían estar en la escuela, pero nadie parece tomar en cuenta la situación. Ninguna dependencia de protección a los niños (DIF o cualquiera otra), interviene. Las administraciones panistas en algunas ciudades, han tratado de retirar de los cruceros a los pequeños que limpian parabrisas, venden chicles o semillas de calabaza, etc., “creando” programas de apoyo que únicamente suenan unos cuantos días, mientras los medios masivos de comunicación les dan cuerda. La verdad es que después de algún tiempo todo se olvida.

Los migrantes
Los países “pobres” de Centroamérica proveen de grandes cantidades de gente migrante, sobre todo a México, país de fronteras con Estados Unidos, hacia donde enfocan sus objetivos, pues creen que pasando la frontera inmediatamente van a ser contratados, ganarán muchos dólares y los enviarán por “Western Union” a sus familias y con ello solucionar sus problemas económicos. Nada más alejado de la realidad. Muchos mueren en el camino o sufren accidentes y abusos de malos mexicanos. En Saltillo, abuelo Raúl Vera y papá Pedro Pantoja los protegen. La casa del migrante les da alojamiento temporal y les proporciona alimento mientras siguen su camino. Sin embargo, no todos los que salen de su país, llegan a México y tratan de pasar a los Estados Unidos, son gente bien intencionada. Muchos de ellos, a los que regalaste una moneda hace seis meses, hoy siguen solicitando tu ayuda. Y como tu corazón es generoso, “haces el bien sin ver a quien”.

Todos ellos, además de los “loquitos” que vagan por las ciudades, que tienen familia que los ha abandonado, carecen de lugares que no únicamente en tiempo de frío les den pan y cobijo, sino que verdaderamente les atiendan integralmente. Cada campaña, demagógicamente, los candidatos “escuchan” a la gente, pero jamás volverán. De esta manera, el pueblo seguirá resolviendo en la mediad de sus posibilidades, los problemas sociales que son obligación de los gobiernos. Ejemplos de ellos, los Bancos de Alimentos, Los Comedores Particulares y el Teletón.

angel.zavala14@hotmail.com

 
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