Manuel Acuña
sin pena ni gloria
José Luis Carrillo Hernández.
Sin pena ni gloria se sucedió la entrega del premio del los Cien Mil Dólar “Manuel Acuña”, un evento donde se invierten varios millones de pesos en promoción y producción, dicho certamen, convoca a los litera- ltos del mundo a competir por esta humilde bolsa, cantidad nada despre- ciable, cerca de millón y medio de pesos y que hoy tocarán al afortunado poeta del Distrito Federal Luigi Amara, con su trabajo “nu)n(ca”, obra sin duda leída por el jurado, ¿pero, los organizadores, los lectores, el pueblo, los lee?
Ni ser el primer lugar garantiza que sea leído, por un pueblo analfabeta funcional, lo mismo sucedió en el primer certamen y sucederá en las subsecuentes entregas con su respectivas publicaciones que la más de las veces las vemos adornando libreros, en los casilleros de las librerías oficiales sin que sean adquiridos, mucho menos leídos o bien pasan a enriquecer las bodegas de los montones de materiales de utilería o sin uso con los que cuentan el gobierno, para que al principio del siguiente gobierno sean depositados en contenedores o arrojados irresponsablemente a la calle.
Pero esto es poco cuando le sumamos a los cien mil dólares, el resto para completar nueve millones de gastos de operación, ésta fue la suma anunciada por gastar para la promoción y celebración del primer certamen “Manuel Acuña”, estamos hablando que en dos años se han gastado 18 millones de pesos, más si a esto le agregamos los tres premios próximos, para entonces estaremos hablando de cerca de 45 millones de pesos, suma extremadamente alta que en términos de beneficiarios son muy contadísimos, lo triste del asunto es que esta cantidad sólo produce beneficios económicos en los ganadores y los diferentes agentes que participan de la promoción y ejecución del certamen, ellos son los verdaderos beneficiarios de los recursos económicos que supuestamente se deben aplicar en cultura, y sin embargo van a parar a las cuentas de los negociantes y prestadores de servicios y no en las mentes, espíritus y habilidades artísticas y culturales de nuestros niños, jóvenes y adultos como debiera ser.
llegado el momento estelar viene la premiación, los discursos, la verborrea sofisticada, las ponderaciones y las justificaciones en aras de la sociedad y del pueblo que no lee más que tv y novelas, además de las notas rojas y el periodismo amarillista y mediocre que padecemos.
Los demás, burócratas o vedettes del medio artístico oficial que funcionan como público acarreado que acude entre sonrisas, saludos y abrazos, mientras llega el señor gobernador al que hay que aplaudir estridentemente… ¡Qué pena, el Gobernador envió representante!
El mismo público en las inauguraciones, los mismos en el Congreso del Estado, el mismo público en todos los eventos, cada uno ya sabe su rol y su lugar, de esta manera se defiende y se conserva la nómina, para los vividores de presupuesto público, el verdadero reloj checador está en los actos oficiales, este es el verdadero trabajo, prestarse para esta pantomima disfrazada de gran arte, y que sólo deja ganancias a unos cuantos y poco o nada a la población que se gobierna y que se quiere educar... jejeje puras mentirillas…
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