Piedra Pinta
Rufino Rodríguez Garza.
La serranía de Piedra Pinta abarca cuando menos dos ejidos y algunas propiedades privadas. Esta nota es continuación de la anterior: El Papalote (nota anterior) está en un extremo, al norte de dicha sierra; Piedra Pinta abarca otro tramo del mencionado promontorio.
Siguiendo esta serranía hacía el sur podemos encontrar cientos de grabados, en algunas partes grandes tableros y en otras sólo algunos de ellos, pero a lo largo de los 7 kilómetros que conforman este promontorio podemos admirar no sólo grabados, que son los más abundantes sino también algunas pinturas tanto en rojo, blanco y sólo una con motivos en color negro.
Esta sierra guarda vestigios de las tribus que por aquí deambularon. Ahora las pinturas y los grabados son mudos vestigios de su paso por estos difíciles terrenos, donde el agua fue un problema constante, siendo el otro la constante búsqueda de insectos, frutos y tubérculos comestibles y la difícil tarea de localizar mamíferos grandes como los borregos cimarrones, osos, bisontes y los escurridizos venados. También liebres, conejos, ratas y todo lo que se moviera como aves, tortugas y serpientes.
Uno de los ranchos se llama San Antonio y los dueños, desde antaño levantaron un bordo, con todo y vertedero, el cual como represa se aprovecha para regar algunas hectáreas donde se siembran maíz, frijol y pasturas. El vaso de la presa es muy amplio y sólo se llenó en el año de 1934. En ese año del siglo pasado debió haber caído un buen chubasco, pues se dieron el lujo de poner el dato en una enorme piedra de la cortina.
La presa tiene nombre, se llama “Los Cochinos”, así aparece en los mapas del INEGI. Actualmente se encuentra azolvada y se ha llenado de huizaches, lo que denota un abandono casi permanente. En estos momentos (diciembre 2013) aún conserva agua para el poco ganado que por allí camina, aprovechando los buenos pastos de este año.
Los grabados son destacables, pues nos dan mucha información, y éstos van desde hace 2000 o más años hasta el presente, pues los nativos grabaron, después los tlaxcaltecas y españoles desde el siglo XVII, y la tradición se continuó hasta épocas tan tardías como el año 2013.
Los nativos utilizaron esta importante serranía a lo largo de los siglos. ¿Por qué decimos que fue utilizada en diferentes fechas y épocas?, pues porque al momento de su elaboración, la pátina de la roca deja una marca de color claro en la piedra, la cual la mayoría de las veces es arenisca, pero al paso de los años el color claro se va oxidando y llega el momento de que se iguala al de la roca madre.
Esto nos indica los diferentes estilos desde los más antiguos hasta los grabados del siglo XVI y quizá XVII, y luego los nativos lo dejaron de hacer pues los fueron eliminando hasta acabar con ellos en su totalidad.
Aún en el siglo XXI es difícil la datación de los petrograbados, los técnicos trabajan tratando de medir la oxidación de la roca y tarde que temprano darán con un método que pueda fechar el grabado.
¿Quiénes los hicieron? Por supuesto que los nativos que llegaron a estas tierras hace aproximadamente 10,000, mismos que ya manejaban el fuego y el pedernal para la fabricación sus herramientas, tales como lanzas y flechas, raspadores, alisadores, atlatls y otras herramientas de uso cotidiano usando los huesos, la madera y las fibras duras extraídas de las palmas, lechuguillas y magueyes.
Dijimos en la colaboración anterior que las pinturas y los grabados no han sido debidamente estudiados, inclusive no hay un registro de sitios con estas antigüedades, por lo que no dejan de estar en riesgo tanto de la destrucción natural o la más peligrosa, la mano del hombre.
En estas rocas nos enteramos que tenían respeto por la muerte, que debe haber sitios con entierros, pero las rocas nos indican que los nativos representaron a sus deudos grabándolos con la cabeza hacia abajo y/o de forma horizontal y de las dos formas los localizamos en Piedra Pinta.
Recordemos que nuestros antepasados del desierto eran sociedades de cazadores-recolectores que no tenían escritura, por lo tanto eran ágrafos, pero nos dejaron múltiples grabados donde, poco a poco se han ido descifrando y más de un arqueólogo “traduce” algunas partes del mensaje creado en las piedras.
Y las piedras han empezado a hablar y nos dan idea de la fauna con la que convivían, y aquí en los alrededores de la presa los Cochinos podemos ver que el venado -y más concretamente el venado cola blanca- lo adoraban, pero también lo cazaban para el diario sustento. Aquí las piedras grabadas nos indican la presencia de este mamífero y por lo menos en tres ocasiones lo dibujaron de cuerpo entero y en dos ocasiones sólo el rostro, orejas y astas, pero también lo dejaron de una manera muy estilizada grabando sus astas y sus huellas
Otros animales modestamente representados son las serpientes y las lagartijas. No dudamos que en algunos grabados hay representaciones de bisontes, osos y borregos cimarrones.
Es de apreciar la gran cantidad de proyectiles y cuchillos y/o navajas enmangadas. En la sierra Piedra Pinta las navajas son de grandes dimensiones, pudiendo llegar a medir hasta más de 80 cms. Si bien el tablero de Paredón tiene más de 40 representaciones en aproximadamente dos metros cuadrados; los de Piedra Pinta lo superan en dimensiones. En ambos casos el grabado es fino y poco profundo pero con muy buen contraste para el registro fotográfico.
También al igual que en Presa Pantalones, logramos localizar las líneas rectas de las que “cuelgan” flechas, éstas pueden ir desde tres hasta más de 20 proyectiles, casi siempre con la punta hacia abajo.
Este extraño motivo lo podemos relacionar con algunos grupos tribales de la cuenca del Pelillal. También se observa el “hongo” o “medusa” que los antropólogos y arqueólogos relacionan con raspadores o con las hondas, ese antiguo artilugio para arrojar piedras, usado tanto en la guerra como en la cacería y aquí en esta lomería es medianamente encontrable y suficientemen- te representativo.
Sin embargo para el compañero José Flores Ventura y un servidor, éste símbolo y el de las flechas alineadas son símbolos o marcas de territorio.
Los antiguos protegían sus lugares sagrados de ritos, sus tumbas o simplemente sus lugares de cacería y recolección, sin olvidar los aguajes.
También aquí se encuen- tran en gran cantidad los grabados que representan cómputos. William Breen Murray, relaciona estas cuentas a base de puntos con calendarios lunares. Se pueden apreciar líneas a base de puntos, algunas enmarcadas, parecen cohe- tes, líneas de puntos circula- res, verticales, horizontales y en forma ondulada o en zigzag
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En alguna próxima cola- boración detallaremos los grabados históricos, que en su mayoría y con toda seguridad provienen del siglo XVII, llegando hasta el siglo XXI, es decir que en las últimos 400 años ya no fueron los nativos sino los españoles, tlaxcaltecas, mestizos y el hombre actual quienes continuaron graban- do las piedras del desierto.
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