Soberbia
Profesor Evaristo Velasco Álvarez
De todos los males de la humanidad, el peor de todos es la SOBERBIA. Es ese sentimiento que desoyendo los consejos de la prudencia, de la amabilidad, de la gentileza, de la conciencia y del amor, nos lanza contra todos los principios y nos hace odiosos ante nosotros mismos; y haciendo caso a la prepotencia, la ventaja, el egocentrismo, la competencia desleal, la ira, la cólera, el menosprecio, etc.
¿Qué…? ¿Qué ese muchachillo me va a dar clases a mi? ¿Pues quién se ha creído que es? ¡Ni siquiera se ha preocupado por investigar quién soy! ¿Qué no sabe que yo soy…? Y algunas lindezas más que hemos escuchado una y otra y otra vez; y cada vez suenan peor esas palabras. Nunca podremos tener ninguna virtud, si antes no hemos aprendido que la humildad es la mejor fortaleza contra la soberbia.
Y en lugar de decir las expresiones anteriores, ¿por qué no mejor aplicar los consejos del maestro Jim Rohn, quien declara: “Todos podemos aprender de todos; nadie es lo suficientemente bueno como para no poder aprender alguna cosa más? O simplemente recordemos que como humanos no somos perfectos, sino perfectibles; y en ese sentido, todos los seres vivos somos creación divina, y por lo tanto, algo de divino existe en nosotros.
Así que lo primero que debemos hacer al estar frente a otro ser humano, debemos mentalizarnos en que nos encontramos frente a una creación divina, y por lo tanto merecerá todos nuestros respetos, y de nosotros lo que deberá recibir es nuestra comprensión, nuestro mejor trato, pensando en hacer por los demás lo que a nosotros nos gustaría que nos hicieran los demás.
Y no, definitivamente no estoy en una posición de “persignado” o “santurrón”, sino que me doy cuenta de la forma tan absurda en que nos tratamos. Al encontrarnos a alguien en la calle, en lugar de saludarle le mandamos miradas de coraje, de menosprecio y de ataque; o cuando alguien nos saluda, en lugar de devolver el saludo con gusto aducimos que nos saluda porque algo quiere de nosotros.
El planeta Tierra es apenas una arenita en la inmensidad del universo, y nosotros estamos en él y somos tan infinitamente pequeños que necesitamos estar cerca unos de otros para darnos cuenta de que existimos; y creemos que somos los dueños del universo y que todos nos deben rendir pleitesía. Por eso es demasiado desagradable el que tratemos de ocultar todas nuestras amarguras y desarreglos personales con el manto de la soberbia. ¿A quién queremos engañar?
Y si fuese posible, me gustaría mucho que ahora que estamos empezando el año 2014 lo hiciéramos con mucho agrado, con propósitos firmes y alcanzables, con pensamiento positivo y con mucho amor a todo y a todos. Que todos los mexicanos, al encontrarnos en la calle nos saludemos con gusto y con la belleza de una sonrisa sincera adornándonos el rostro.
Cuesta el mismo esfuerzo sonreír, hacer alguna mueca de desagrado, con la enorme diferencia de que la sonrisa nos ilumina el rostro y nos fortalece el espíritu, mientras que la mueca solo muestra nuestros rencores, pesadumbres y mal carácter. Que el 2014 se llene de muchas buenas voluntades, pero mejor de muchas actividades inteligentes y productivas, para ¡Que viva México!
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