Políticos y empresarios están vendiendo nuestro país
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
México, con los gobiernos que ha tenido que sufrir en los últimos 30 años se empequeñeció,
y los mexicanos,
la inmensa mayoría, se ha empobrecido por ello; la cuestión es que ahora,
por medio de los grandes empresarios,
ha perdido tanto como con el Tratado de Guadalupe.
*¿Exagerada es mi apreciación? ¡para nada!...
esto está plasmado en nuestra historia vía
los Tratados con EEUU |
Hay una regla universal en los negocios, en la política y en la vida personal de la gente que se precie con cierto grado de inteligencia, que reza: “Para prevalecer hay que crecer”; la inmensa mayoría de los industriales, agricultores y comerciantes del país, para desgracia de México, ignoran esta regla, de ahí que todos los negocios cuando pintan con un buen desarrollo, son absorbidos por grandes conglomerados, generalmente gringos. En la política y la cosa pública sucede lo mismo, en México, nuestra clase política no ha sabido crecer y de ahí los inmensos atrasos en los que nuestra nación se encuentra. Y en la vida personal de la gente acontece igual, quien no crece se estanca, al estancarse se condena al atraso; en esta regla no hay excepciones.
Los grandes empresarios mexicanos que son pocos, al crecer no supieron que rumbo tomar y han terminado vendiendo sus empresas a trasnacionales, por la pequeñez mental de ellos mismos; muchos otros se han aliado a las multinacionales para ganar dinero no para crecer, y las más de las veces lo han hecho, sabiendo que esa decisión era pésima para el desarrollo del país. Lo hemos visto en las tiendas de autoservicio (Aurrerá, Gigante, Hemuda, Sumesa, etc.,) y lo mismo sucede con los industriales, el único camino que han tomado es aliarse o vender sus negocios a empresas extranjeras exitosas, las que saben que en el crecimiento está la prevalencia.
La agroindustria en México ha crecido al amparo de las trasnacionales, LALA es un ejemplo, es grande ciertamente, pero no tiene la capacidad de proveer el mercado nacional; su director general ha conformado no una empresa sino una mafia coludida con la clase política para expoliar los recursos acuíferos, los que de hecho y derecho son de la población en general, pero con componendas y colusiones deshonestas con el gobierno, se han enriquecido y no crecieron lo suficiente para surtir nuestro mercado, de ahí que el CEO de LALA, Eduardo Tricio, optó por ser accionista mayoritario de Aeroméxico, no para crecer sino para enriquecerse, y al final, terminará vendiendo sus acciones de LALA y de Aeroméxico a extranjeros. ¡Al tiempo!
Estos empresarios y los políticos, son los verdaderos enemigos del pueblo de México; ellos, por su pequeñez y procaz humanidad, no han sabido pensar en México, su individualismo nefando, los mantiene en un estatus de ricos, pecuniariamente hablando, pero de enanos como personas, y en lo que a patriotismo se refiere; no confían en México, sólo en el dinero de los mexicanos, por ello su voracidad y carencia de escrúpulos, los ha convertido en ricos. Para serlo hay que trabajar, ser inteligente, ahorrativo y audaz; esto los hace ricos ciertamente, pero para ser muy ricos, les estorba el factor “escrúpulos”, se deshacen de él, y punto, así atesoran inmensas fortunas.
¿Y qué les pasa después? Nada, solo siguen siendo unos pobres diablos con dinero. Este es el caso de la mayoría de los grandes empresarios mexicanos, olvidaron que son parte del pueblo que exprimieron y de la nación a la que expoliaron, el gusto les durará poco porque pronto morirán y solo llevarán a la tumba o al nicho, su tilde de traidores a su pueblo y a su patria.
En La Laguna son claros estos contrastes entre los grandes empresarios y los de menor tamaño; las grandes empresas y sus propietarios, para garantizar sus ganancias se coluden con políticos y funcionarios públicos, al hacerlo eluden sus responsabilidades con la sociedad, se convierten en lo que se conoce como la elite, sin embargo lo son solo entre ellos mismos, los de su misma clase carroñera y depredadora del erario, tanto como del medio ambiente, de los recursos acuíferos y el bienestar y futuro de sus trabajadores, en suma, la clase política y el gran empresariado, son, y lo han sido en los últimos 30 años, y más, una sola clase, la parasitaria, la que carcome al pueblo y al Estado mexicano, con una carencia tal de desvergüenza y de falta de escrúpulos, que francamente dan pavor y vergüenza. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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