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el periodico de saltillo
Edición No. 300, febrero 2014


Michoacán ó el Sentido de la Autodefensa




Alfredo Velázquez Valle.

Hablar hoy de Michoacán es hablar indefectiblemente de un conflicto que lleva en su origen una agudización de la lucha entre los intereses económicos de una clase rica y poderosa y por otro lado, grupos delincuenciales del narcotráfico disputándole el control de un territorio sin gobierno propio.

Zona donde afloran los conflictos que un estado debilitado por años de vandalismo delincuencial no ha podido o no ha querido frenar. El propio gobierno en los niveles estatal y municipal se ha visto seriamente contaminado por el negocio del narcotráfico y ha resultado ser aliado, de facto, de mafias como Los Caballeros Templarios, organización delincuencial paramilitar dedicada al negocio de los estupefacientes.

Ante esta andanada de violencias contra la burguesía local, líderes de este sector se han dado a la tarea de armar, desde 2013, grupos de ciudadanos, en su mayor parte jornaleros y sectores pequeñoburgueses, para defenderse del peligro que para sus intereses económicos representan estas bandas delictivas

A esto obedece el origen de los llamados “Grupos de Autodefensa” que sostenidos por los poderes económicos fuertes emplean a los ciudadanos para confrontarlos a los Templarios…y al ejército mexicano que los apoya.

Ante ello, y debido al éxito que se han anotado estos grupos en la recuperación y liberación de sus territorios de los Caballeros Templarios, al propio gobierno federal no le ha quedado otra salida que reconocer “de buen grado” su actuación al punto de sumar (bajo reserva), sus fuerzas a ellos.

Sin embargo, el gobierno de Peña Nieto, ha tomado nota inteligente de lo que se presenta en el tablero de posibilidades si estos grupos civiles armados llegan a tomar conciencia de su posición y demandan algo más que la mera defensa de sus territorios: la autogestión y el ejercicio de la soberanía popular.

A esto no se ha llegado aún y ahora el gobierno federal se encuentra en el dilema de que pueda suceder si se llegara a salir de control de los líderes de las autodefensas los grupos armados de ciudadanos. Hasta ahora son los ricos empresarios agrícolas y ganaderos los que se han posicionado en el mando de este movimiento pero, no obstante, no quiere decir esto que tengan la plena seguridad de que serán obedecidos por sus ciudadanos con fusil en mano; sabedores de que en el estado vecino de Guerrero existen desde hace 18 años las guardias comunitarias, temen que un cambio de circunstancias lleve a las milicias urbanas de autodefensas de la burguesía a tomar conciencia de clase y se constituyan en comunidades homólogas o similares de las de Guerrero.

Por lo pronto, el proletariado michoacano, específicamente el habitante de los centros urbanos, aún no ha manifestado haber tomado conciencia de sus intereses (no han dado a conocer un programa mínimo de reivindicación social) y la escopeta que empuña el jornalero defiende más que su casa y pequeño patrimonio, la estabilidad económica de los grandes terratenientes agrícolas y ganaderos.

Los grupos delincuenciales como el propio aparato de estado michoacano, a través de sus distintos gobiernos, seguirán la pauta que les marque su estado mayor, que no es otro que el propio gobierno federal interesado en mantener el status quo (mediante la cooptación de los principales líderes de este movimiento de “auto defensas” o el desarme forzado, como está sucediendo en Antúnez y Nueva Italia), sin el cual los mayores intereses de la “patria” capitalista se verían fuertemente comprometidos.

Esto significa, en síntesis, el entendimiento (bajo ciertos parámetros de tolerancia) del gobierno federal con las bandas delincuenciales y sus negocios, primero y antes que el peligro de una posible soberanía popular y autonomía comunitaria. Tocará a la burguesía michoacana alinearse (también en un compromiso plausible) con “los malos” ya que hacerlo con los pueblos michoacanos –si, eventualmente, estos toman conciencia de clase- sería aún más riesgoso para sus propios intereses de clase.

Por último, en esta guerra infame por la primacía en el saqueo de las riquezas naturales –hierro, por ejemplo- y la explotación del trabajo asalariado del estado de Michoacán ya por la vía burguesa tradicional ya por las bandas delincuenciales emergentes –o entre ambas-, los trabajadores (jornaleros, obreros y clases medias como los profesionistas y pequeños comerciantes) tienen hoy un doble reto que es una doble tarea: su emancipación revolucionaria de ambos flagelos. Tienen las armas. ¿Estarán preparados?

 
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