Cultura ecológica y maltrato animal
José Luis Carrillo Hernández.
El respeto al medio ambiente así como a todas las especies de animales es un tema que los partidos políticos han puesto de moda, la prohibición en algunos de los estados del sacrificio de animales en las corridas taurinas, del uso inhumano de distintas especies con fines de diversión en los circos en el caso del Distrito Federal y Chiapas.
El tema a todos nos atañe, pues nuestro diario vivir y actividad tiene una inevitable y seria repercusión en nuestro entorno y las demás especies animales, unas que fueron domesticadas, o semi domesticadas por el hombre para satisfacer necesidades alimenticias, de ayuda y compañía, como el perro que por encima y pese al hombre se convierte en su mejor amigo, las demás, la mayoría en proceso de extinción, si no es que ya desaparecidas.
El internet nos ha acercado al mundo y su acontecer, hoy nos enteramos de elefantes en la india que dibujan mejor que los artistas contemporáneos de García Camil, de las vacas que disfrutan de un concierto de jazz, de un perro que trata de salvar a otro atropellado en un gran carretera transitada, no se sorprenda saber que el cerdito que usted come muere sacrificado teniendo una edad cerebral de un niño de 2 a 3 años, y muchos casos más que hablan del comportamiento consciente, inteligente y emocional de las demás especies que no alcanzamos a comprender o más bien no queremos aceptar que también tienen inteligencia, pues no podemos renunciar a comernos esos deliciosos cortes a la parrilla o bien asada al carbón, en su jugo, término medio, tres cuartos, ¿cómo lo prefiere?
La verdad, si tuviéramos una verdadera religión, esto no sucedería, porque una religión reeliga y no lo contrario, las religiones naturalistas así nos lo muestran, como la hinduista y budista que respetan la vida de los demás seres incluso los que son servidos en la mesa, imagínese usted un mundo donde el hombre fuera el platillo favorito de aquella especie superior que no nos comprende, que no entiende que somos “inteligentes”, que somos parte del mismo creador que es quien nos dio la vida, nada entienden de religión,.
¿Por eso, tiene sentido asumir como lema o propuesta política la defensa de las demás especies animales, mientras a la mesa demandamos el sacrificio de las mismas?, que incoherencia, así son los políticos o aspirantes ecologistas, en la tribuna defienden a los animales y en la mesa se los comen con ávido apetito, entonces por qué presentar una propuesta anti-taurina cuando se es adicto a la carne, mejor, porque no proponer ante nuestros diputados el uso de anestésicos y practicarles la eutanasia masiva y en serie a las especies que nos comemos pero que se resisten a morir y no queremos que mueran con dolor, al contario que mueran felices, así sabrán mejor, seguro así piensan inconscientemente los insensibles y simuladores de la clase política .
En un pasado reciente y en época electoral se hizo mucho ruido con una propuesta legislativa para la prohibición de la fiesta taurina, en contra del maltrato y sacrificio de los toros, la cual quedó sólo en eso, ruido, al que se sumaron algunos ingenuos dizque ecologista que en sus protestas se confundían con los Artistas Indignados y los Yo soy 132. Nada se logró, pues ese dardo estaba dirigido al empresario taurino y del carbón Armando Guadiana Tijerina disidente del PRI de los Moreira, pero no del PRI de los Gutiérrez y Martínez, ¡je! le hicieron manita de puerco y a los ecologistas les dieron atole con el dedo, pues sectores de la clase media alta identificados con esta tradición europea se opusieron a la propuesta anti-taurina.
En ese momento estaba en juego la Presidencia de la República y en el Estado amplios sectores lastimados por la inseguridad desatada por la guerra de Felipe Calderón y el manejo turbio de las finanzas públicas en el gobierno de Humberto Moreira, no se podían abrir más frentes de confrontación con los sectores sociales por lo que la propuesta anti-taurina quedó en el olvido.
Existen prohibiciones que por carambola benefician a algunas especies como son las peleas de perros y las peleas de gallos, pero más lo son por las apuestas que se cruzan, que por proteger a los gallos y perros, aunque esto poco o nada significa ya que es cotidiano enterarse de como en los barrios se siguen dando dichas peleas, también es frecuente ver esos carruseles de animales enjaulados de los circos que periódicamente circulan por nuestra ciudad en condiciones de crueldad y con toda libertad, ¿le gustaría a usted ser enjaulado y exhibido en la jungla desnudo y encadenado para la diversión de todos los cachorros de la selva?
Pero no se crea tan fácilmente esas propuestas legislativas de la defensa a los animales, es una broma de mal gusto para unos como para los otros, ahora los animales no sólo son parte de los platillos de la mesa que disfruta en su paladar la clase dominante, también son un tema más del menú verborreico y demagógico del mercado electoral que los cánones internacionales le marcan a los políticos que quieren estar o están a su servicio, pero éste es ya otro tema.
Un padre de familia defendía el derecho de su hijo de conocer dichos animales en vivo y por lo tanto justificaba la necesidad de los animales de circo pese al maltrato, de otra manera sólo en televisión y cine será el contacto de su hijo con esas especies, pero yo le replique al padre que si no sería mejor defender ese derecho, solicitando al estado la creación de un zoológico con las especies de circo entre otras que el niño tiene derecho de conocer y respetar en condiciones lo más cercano a su habitat natural el cual nosotros no hemos sabido respetar, ¿o sí?
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