Emilio Chuayffet fracasó en la Secretaría de Educación
Emilio Chuayffet es un fardo que lleva a cuestas Peña Nieto dentro de su gabinete: si no se percata de ello,
que ponga atención en sus declaraciones; culpa a gobiernos anteriores de los errores de los libros de texto gratuitos,
y él ni siquiera paga los honorarios a los revisores. |
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
El Secretario de Educación Emilio Chuayffet culpó a los anteriores gobiernos por los errores en los libros de texto; lo hizo para exculparse de su inutilidad y falta de oficio; se sabe que toda su carrera dentro del medio político ha sido de una mediocridad que espanta; como gobernador del estado de México fue un monigote mediocre, manipulado por quienes ostentan el poder dentro del Grupo Atlacomulco: como secretario de gobernación no sirvió más que para que lo despidieran, sin embargo sigue ahí causando daños al país. No hay que echarle las culpas a él solamente sino también a quienes le han confiado puestos importantes, en los que no se ha distinguido más que por su falta de oficio político y su mediocridad pasmosa.
En la administración federal existe un gran desprecio por la educación pública y por la elaboración de los libros de texto: ahora resulta que la secretaría a cargo de Chuayffet, desde el año pasado, les debe a los correctores de los libros sus honorarios, y el pretexto es que no hay fondos suficientes para pagarles, pero si los hay para cubrir los sueldos de la alta burocracia del ramo, que cobra como si fuesen secretarios de Estado.
A estas alturas del sexenio de Peña Nieto, la responsabilidad recae ya sobre el propio presidente, quien es quien puso a Chuayffet en la secretaría de educación, porque de Emilio Chuayffet no se puede esperar nada bueno; no hay olmos que den peras. Para empezar no piensa como mexicano, su mentalidad es tribal debido a su naturaleza de libanés, quienes por lo mismo son exitosos en sus negocios personales, pero al llegar a los asuntos de la cosa pública, solo demuestran que son dados a hacer pandilla, ese es el más claro signo de lo que es una mentalidad tribal.
Chuayffet no es el único fardo que lleva a cuestas Peña Nieto dentro de su gabinete, está como muestra la doctora Mercedes Juan López, la que ha provocado por su falta de oficio, la formación de médicos denominas #Soy 17, los que se han manifestado en más de 30 ciudades contra las medidas judiciales tomadas contra 17 médicos de Guadalajara, por el caso de un joven que falleció, supuestamente por negligencia médica. Esta señora, igual que Chyaffet, es de origen libanés y en 18 meses ha demostrado que no sirve para el puesto que le encomendaron.
Otros secretarios de Peña Nieto, también con orígenes libaneses son, Jesús Murillo Karam, procurador de justicia de la nación; otro es Pedro Joaquín Coldwell en la secretaría de energía, y otro más es Meade Kuri-Breña en la secretaría de relaciones exteriores; estos tres en 18 meses que llevan en sus puestos, solo han revolucionado al país para que todo se convierta en un verdadero desmadre. No hay que ser un sabio ni vidente para ver que estos personajes son unos fardos de la presidencia a los que Peña Nieto tiene que cargar cual peso muerto.
Si Peña Nieto no sabe que es un libanés, yo se lo diré: son gente trabajadora y apta para los negocios pecuniarios, lo han demostrado en todos los países a donde emigraron; Brasil, Argentina, Ecuador, Chile, EEUU, Canadá y México, por mencionar algunos destinos a los que llegaron para prosperar en base a su trabajo y sapiencia; su poder y cualidad principal es la fortaleza de sus núcleos familiares y su afán –cuasi tribal- de que sus nuevas generaciones se distingan en los negocios y en la academia, pero al inmiscuirse en las labores de la política y la cosa pública, solo demuestran que son buenos en los negocios de ellos y sus allegados y no para la gente del pueblo. Hay decenas de casos en América Latina como el de Saúl Menem en Argentina, empiezan por hacer promesas al pueblo que los elige y jamás cumplen, pero eso sí, terminan más ricos de como empezaron. Eso son y así son los libaneses señor Don Enrique Peña Nieto, no se engañe, tenerlos ahí donde usted los puso, es parte de su fracaso. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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