Desafío
*Franquistas Cínicos
*De Soberanías Ajenas
*El Voto a un Muerto |
Rafael Loret de Mola
Homenajeado en México –siempre habrá sujetos dispuestos a reverenciar lo ajeno aun sin conocimiento cabal de los precedentes y condiciones-, el juez español, Baltazar Garzón, ha enfrentado varios procesos en su contra como una especie de vendetta de la derecha contra las posiciones liberales del jurista. A mí, la verdad, el personaje me confunde pero también me interesa por cuanto puede significar como indiscutible referente: me molesta su soberbia intromisión sobre las soberanías ajenas –Argentina, Chile-, pero aplaudo su convencimiento de que las dictaduras sólo terminan cuando se vindica a las víctimas de las mismas.
No se olvide que en España la transición hacia la Monarquía se hizo de acuerdo al capricho del “caudillo” Francisco Franco, quien sencillamente anuló los derechos dinásticos de Don Juan de Borbón, acaso porque él quería ocupar el tiempo destinado a éste en el trono hispano, para convertir en heredero al ahora abdicado Juan Carlos quien, a la muerte del tirano, inclinó reverente la cabeza ante su féretro y marchó detrás de éste hasta el cementerio. A algunos españoles, quienes no tuvieron el valor de enfrentarlo ni pudieron hacerlo, les enferma recordar que el aborrecido dictador murió en su cama, rodeado de honores, y no como suelen terminar las revoluciones: con las cabezas de reyes y fascistas que se perpetúan en el poder. Es este acaso el estigma más insoportable del que no suele hablarse en las tierras de Felipe II, el constructor, y Fernando VII, el gran derrotado de la historia.
Pero hay otros, los franquistas, que no quieren abrir las heridas de la Guerra Civil –o eso pretextan- y descalifican a cuantos desean el arribo de la justicia así sea muchas décadas después. Dicen que el pasado debe quedar tan enterrado como las miles de ejecuciones sumarias que culminaron en fosas clandestinas, por lo general, en las afueras de cada pueblo o villa, que todos saben dónde están pero no tienen siquiera el permiso para abrirlas porque tal sería un desacato enorme... aunque con ello se realizara el único acto de justicia contra el sátrapa.
Garzón, quien se puso a perseguir a los afectados por la dictadura en Argentina –en la era de Rafael Videla-, y a Augusto Pinochet, el “egregio” matador del gran Salvador Allende a quien tuve el honor de saludar en México, consideró su deber, igualmente, abrir las sepulturas españolas y extraer de ellas las nutrientes de la verdades y la justicia. Y fue entonces cuando el ahora vencedor Partido Popular, formado por muchos de los antiguos franquistas –uno de ellos, el gallego Manuel Fraga Iribarne murió en Madrid en 2012, luego de presumir como demócrata cuando formó parte del gabinete de su coterráneo Francisco-, se opuso con vehemencia considerando que tal no llevaría a nada. El eterno pretexto de los convenencieros y cobardes: “de todos modos, los muertos no resucitarán”, sostuvieron sus voceros, entre ellos el actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy, cuya espléndida victoria coincidió con el recrudecimiento de las persecuciones judiciales contra Garzón... aunque éste ya estaba indiciado.
Curioso: el Tribunal Supremo de España, al que pertenece Garzón, reconoció que el controvertido juez pudiera investigar, de manera extraterritorial, los excesos de Videla y Pinochet, pero, en cambio, luego le acusó por prevaricación, una tipificación distinta a la que se da en México: para el derecho español tal ilícito se produce cuando un funcionario, en este caso Garzón, se extralimita en sus facultades y asume que tiene competencias para abrir una causa que no le corresponde. Y en este caso, se acusa a Don Baltazar de actuar por cuenta propia al ordenar la exhumación de cadáveres en algunos “basureros” aldeanos hasta ser convenido para que no procediera más. Se calcula que las fosas clandestinas van de norte a sur por toda la geografía española, y se trata sólo de republicanos, el bando contrario a los nacionalistas de Franco cuyos restos, al igual que los del “caudillo”, fueron conducidos al inmenso mausoleo del Valle de los Caídos, cerrado hoy al público después de haber sido, durante décadas, visita obligada de turistas. Su inmensa cruz puede avistarse desde la carretera que une a Madrid con Extremadura –la autovía A5-, y parece un símbolo perenne de que, aunque se sostenga lo contrario, la dictadura no ha terminado... ni si puede Felipe coronar su testa.
Y tal puede confirmarse en el solo hecho de que la derecha, por los tremendos errores de una izquierda que pretendió alinearse a la derecha precisamente, la de José Luis Rodríguez Zapatero, cayó estrepitosamente en medio de una crisis cuyas consecuencias siguen siendo agudas. Rajoy incluso debió enfrentar una “huelga general”, ante la imposibilidad de evadirla al anunciar su reforma laboral cuando los “parados” –desempleados- ya suman seis millones doscientos cuarenta mil españoles, más del 25 por ciento de los que tienen edad productiva. Una barbaridad que crispa los nervios por las consecuencias que se prevén muy cercanas.
Y en tal entorno, con la crisis galopante, se hace de Garzón una nube de humo para distraer a la opinión pública con un linchamiento injustificado que, desde luego, tiene bastante de cínico acento. ¿Cómo puede explicarse que el jurisconsulto tuviera facultades para explorar e incluso sentenciar a dictaduras ajenas –a Pinochet lo mantuvo a buen recaudo en Londres varios años antes de ser extraditado y arraigado en casa de Chile por su ancianidad “oportuna”-, y no a la propia, aquella que marcó a millones de españoles, muchos de los cuales debieron emigrar, para no volver jamás, formando familias e intereses en el “nuevo” mundo. No pocos fueron trascendentes, por sus aportaciones intelectuales; otros, sólo han significado sangría económica para nuestro país.
El cinismo no tiene, por tanto, parangón. ¿Por qué se atribuyen funciones los jueces españoles para entrometerse en las soberanías ajenas y niegan competencias para hacer lo propio en su territorio, esto es determinar los crímenes de lesa humanidad, de los que fueron víctimas no sólo españoles sino combatientes con otras nacionalidades que se sumaron al movimiento republicano boicoteado por los golpistas militares? Franco, acabemos de una vez, jamás fue monárquico... sino sólo franquista. De haberlo sido habría restituido a Alfonso XIII o a su heredero, Juan de Borbón, en vez de encaramarse al poder y convertirse en permanente mandante durante casi cuatro décadas.
Por cierto, Juan Carlos I consumó 39 años “coronado”, sin ceremonia espectacular ni boato alguno, casi en la intimidad del Palacio Real, y no parece capaz de llegar al fin de año por cuanto se habla y dice de él a pesar de sus calculados éxitos retóricos en contra del golpe de Estado en 1981 y a favor de la justicia igualitaria que sentenció a su yerno, Iñaki Urdangarín. Fue cuando comenzó a hablarse de abdicación por cada rincón de la geografía ibérica; y no le quedó más remedio que proceder en este sentido en un último intento, quizá un estertor, para intentar salvar a la monarquía y a su heredero.
Debate
Por cierto, a la luz del linchamiento judicial contra Baltazar Garzón por extenderse en sus competencias determinado a hacer justicia a las víctimas de la guerra civil en España, estando autorizado por e4l mismo Tribunal Supremo que ahora le juzga, a indagar sobre lo sucedido en Argentina y Chile, ¿acaso no hay mexicanos, herederos de los republicanos exiliados y afrentados o, mucho peor, sometidos en campos de concentración en África, capaces de denunciar el genocidio ante la Suprema Corte de Justicia e instarla a perseguir a los victimarios de tales atrocidades contra la humanidad en su conjunto? Estoy aplicando, subrayo, el mismo criterio que se siguió en España para permitir a Garzón meter las narices en Sudamérica.
Todavía hay supervivientes, muy lúcidos, de aquellos años, en nuestro México. Llegaron a bordo de vapores y Lázaro Cárdenas del Río, el mayor de los mexicanos del siglo XX, les dio la bienvenida. Gracias a ellos, se salvaron los “niños de Morelia” y miles más tratados como nuestros, dotándoles de empleos y ocupaciones, a pesar de que no todos los mexicanos tenían trabajo. La generosidad de aquella gesta se olvida con frecuencia, sobre todo por algunos saqueadores que lastiman a nuestro país, en su condición de europeos, y le hunden los aceros de la especulación malsana. ¿Nombres? Sumen los de todos los banqueros en calidad de vampiros chupa-dólares, con Emilio Botín, de Santander, en primer plano.
La Anécdota
Por algunos rincones de la capital española, han comenzado a aparecer pegostes –no podía ser de otra manera-, con el rostro del dictador y la leyenda: “Es hora de votar por Franco”. Releí varias veces el texto, nuevamente sorprendido yo que creo haber superado mi capacidad de asombro. Le comenté con un taxista y éste, igualmente molesto, sentenció:
--Así que Franco quien no dejó que se votara durante cuatro décadas, ahora, después de muerto, quieren que le voten. Lo que hay que ver, amigo, lo que hay que ver.
No vale la pena extenderse.
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Web: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
ESPAÑA VA A ROMPERSE. LO VENGO DICIENDO DESDE HACE DOS AÑOS AUN CUANDO LOS PROPIOS ESPAÑOLES LO NEGARAN ENFATIZANDO QUE SERÍAN CAPACES DE SUPERAR TODAS LAS CRISIS. AHORA SE LE VIENE EL MUNDO ENCIMA A LA MONARQUÍA Y, A PESAR DE ELLO, EL PRESIDENTE peña nieto NO PUDO FIJAR UNA POSICIÓN SÓLIDA, EN MADRID, SOBRE EL MODELO REPUBLICANO, EL NUESTRO. TODO QUEDÓ PARA LA INTERPRETACIÓN.
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