Culto a la personalidad
Fidencio Treviño Maldonado.
-Si tú hubieses aprendido a comer lentejas, no estuvieras adulando al rey sólo para comer buenas viandas y ser un pobre y miserable lacayo, respondió Diógenes, el sabio griego, a quien lo cuestionó de su comida y lo invitó a que le hiciera lisonjas al rey.
A muchos siglos de esa aseveración por Diógenes, la adulación a los reyecitos aldeanos se sigue dando. A Iturbide le gustaba el apodo de “Ilustrísima”, así como a Antonio López de Santa Anna le agradaba que le nombrarán “su serenísima e ilustrísima excelencia”, también a Maximiliano de Habsburgo y hasta a su esposa, doña Carlota, que le dijeran “Emperatriz”.
México se ha desenvuelto entre bandidos, mesías, reyecitos, héroes, tiranos, villanos, dictadores, usurpadores, emperadores, virreyes, caciques y uno que otro falso entronizado, en los que aún persisten sólo como iconos de la perversidad y el mandato fascista que subyace en los mortales.
En la época moderna y desde la revolución a la fecha, el tren institucional arrolla a todo aquel que pretenda ponerse en su camino, esta misma máquina fue impuesta por el culto adulador que los hombres y mujeres compran. El espejo del narcisismo que contempla la miseria que envuelve la soberbia, el egocentrismo y un orgullo mal entendido para subsistir en el turbulento mundo del poder está presente en la prensa, radio, televisión y otros medios masivos que elevan el culto a la personalidad, previo arreglo de dinero.
Una mentira repetida se convierte en media verdad y si la persona tiene una pizca, una sola gota de ansias de poder, éste se alcanza con la modernidad que da la publicidad. El “maiziar” a seudoperiodistas, mediocres comunicadores de radio o televisión y dar mensajes para gente ignorante, es la rasante de estos aduladores que ambulan en los pasillos de algún palacio o recinto gubernamental en busca no de noticias para el pueblo, sino notas domesticadas, dóciles y acorde al papel que juega el político en esos momentos de lucidez ante sus gobernados.
Las aves canoras que cantan encerradas en su mundo de oropel, son las que comen alpiste de la mano del amo, toman agua de la fuente del rey y es cuando el orgullo del hombre besa la suela de los zapatos del poderoso. En México cada año sólo la Presidencia de la república y sus secretarios se gastan en el culto a su personalidad, en mensajes a la nación, espacios en tele, en radio o escritos entre 1, 450 millones de pesos, y hay gobernadores (Estado de México, Veracruz, Oaxaca, Chihuahua entre otros) que cada uno se gasta al año 140 millones de pessos en su culto a la personalidad y difusión a sus obras, cuando es para ellos una obligación hacer obras porque se lleva a cabo con dinero del pueblo y para eso tienen muy buen salario asignado, sin embargo mientras el pueblo siga creyendo que la clase gobernante nos hace un favor en los servicios que vende, pues estamos fregados, jodidos y mentalmente recontrajodidos.
Tal vez en el país fue don Venustiano Carranza el primero que se montó en el tren institucional, y también el primer Presidente moderno que usó y le gustó el culto a la personalidad, y es a la fecha uso y costumbre entre altos, bajos y falsos políticos. Cuanta razón tenía Ricardo Flores Magón cuando dijo: -Llegará el día en que el periodista gane más por lo que calle que por lo que escriba.
México está entre los 7 países en el mundo en que hay más periodistas desaparecidos, perseguidos, secuestrados y muertos ¿Cómo la ven ...?, y también en este país, como cosa rara, es donde existen 16 comunicadores, conductores y dueños de estas concesiones que son considerados personas de dinero y poder. Señores nuestra civilización nacional tiene casi tres siglos, mismos en que la adulación a sido entre otros motivos, causas y razones de nuestra miserable pobreza que tenemos y vivimos en el aprendizaje de la adulación a la Casta Divina, que hace lo que quiere y gusta con el pueblo, ésto gracias al culto y veneración que se hace a la personalidad de nuestra clase gobernante..¡ No te acabes México!
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