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el periodico de saltillo
Marzo 2014, No. 301


Crónicas de un saltillense agringado



Héctor A. Calles.

Pongo el café. No estoy particularmente ágil el día de hoy y anticipo que voy a desbarrancarme con ideas flojas a lo largo de lo que hoy pienso escribir. Me acabo de despertar hace cosa de media hora. Apenas son las seis con cuarenta y nueve. La mañana está ligeramente fría y bastante nublada. Durante la noche tuve un sueño muy vívido; vislumbré a un león que me amenazaba con todo su enorme poder, pero al final no me hacía nada pues yo le metí la mano en su quijada y se quedaba quieto. Pienso que el león es mi más temible enemigo, aunque lo más seguro es que soy yo mismo. Qué más da, lo que importa es que eso me acaba de sacudir.

Mi primera pregunta del día de hoy es; ¿Tendrá mi sueño un significado a eventos paralelos en la vida común? Mi respuesta es llana, no tiene magia, no hago metáforas, no hay comparación de figuras. Estoy dormido aun.  Empiezo a vaciar mis ideas a la computadora, y tan mecánicamente como puse el café me remito al caso que hoy me ocupa para mis crónicas de un saltillense agringado; las amenazas provenientes de la recóndita fauna de mis sueños y me pregunto nuevamente: ¿Estoy anticipándome a algo que va a sucederme?

Finalmente sé que no hay más opciones, o escribo sobre eso o mejor cambio de tema. Mi opción es escribir. Me lo imaginaba, no puedo renunciar a este delicioso placer tan mañanero. Hasta este punto me digo; you are on your own my friend! Hago una pausa, el café ya está listo y me retiro del escritorio sin escribir nada.

Hoy huele a hogar, a mañana húmeda. Pongo a tostar dos rebanadas de pan. Crema chantilly, crema de cacahuate, mermelada de durazno. Tomo mi café y me dirijo de nueva cuenta a llenar de migajas mi teclado. El café está exquisito como siempre; ¿Qué cual café bebo, preguntas estimado lector? Folgers. Bueno. Ahora doy un trago al café y retomando el tema del sueño: ¿Qué podemos decir? Me quedo pensando buscando ideas. Sí, los leones tienen muchos y muy malévolos secuaces, como en la película del rey León, las hienas dispuestas a cazarte para la satisfacción del abusivo león.

Qué mal me salió eso, no debería escribir algo tan torpe. Siento que empiezo a dejarme llevar por las palabras, pero no me asombra perder la claridad cuando se trata de escribir sobre la materia de los sueños; es cosa común. Siempre es difícil interpretar los asuntos del subconsciente. Claro está siempre se puede hacer una pausa para pensar, dar otro sorbo al café mientras me propongo enderezar este texto y revisar el facebook.

A ver, que es esto; puras cosas deprimentes, jaladas, tonteras, mujeres bonitas y otras no tanto, chistes, babosadas y en fin, lo mismo de ayer. Tengo que escribir algo que le dé solidez al conjunto. De pronto se me ocurre que ahora voy a reflexionar sobre la sociedad y el propósito de su existencia, pues cuando se habla de amenazas y leones, siempre es bueno hablar sobre la convivencia, mencionando que la sociedad existe precisamente para ese propósito, para perpetuar la existencia de todos nosotros a través de la simbiosis de ideas y de seres, como los ratones y los leones.

Siento que debo empezar diciendo algo que suene muy propio, algo relamido. Ensayo con estas palabras; la cualidad de los hombres para socializar, cohabitar espacios, trabajar juntos, constituye el factor clave que nos otorga la posibilidad de sobrevivir en conjunto, progresar en la obtención de mejores condiciones de vida y asegurar la continuidad de nuestra existencia. Mis palabras suenan otra vez como sacadas de un libro de texto de primaria.

Es irremediable, me siento sumamente distraído. Me pregunto si debo renunciar a seguir escribiendo sobre este tema, pues ahora compliqué la dirección de las ideas y luego me voy a obligar a seguir escribiendo en el mismo tono de tensión. Finalmente, me desespero y estoy a punto de dejar el sueño del león y empezar a hacer otra cosa, quizá trabajar en los artículos para mi revista.

Suspiro, luego pienso que si un león amenaza a un escritor -aunque sea en sueños- constituye un síntoma de la existencia de un destructor del orden social. ¿De qué orden social estoy hablando? ¿Qué me pasa? Se me acabó el café… Me pongo de mal humor pues súbitamente me doy cuenta que alguien podría decir que un león es algo religioso, como profético o un rollo así. De pronto me entra una comezón en los oídos, preámbulo de un ligero enojo.

No quiero ser sarcástico y mejor me guardo los comentarios, pero me imagino diciéndole a alguien “Si me sales con que mi sueño es cosa religiosa te doy un zape en la chompa”. Mejor cambio el tema. Luego va a salir alguien con que es más bien una cosa psicológica y que lo que yo diga al final es lo que en verdad yo estoy pensando que es. Jaque mate compadre. Chin, es cierto.

Eso es lo malo de ponerse a escribir de pura inspiración, vas sacando a relucir lo que hay adentro. Se me acabó el café y también las explicaciones de lo que significa el sueño, el león y las amenazas. Al final siempre es uno mismo peleándose contra el espejo.

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