publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Marzo 2014, No. 301


El problema de la acumulación


pobreza

Carlos Alfredo Dávila Aguilar.

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) publicados hace un par de semanas, el 42% del valor de la economía mexicana está concentrado en poco más de 200 mil inversionistas, esto es el 0.18% de la población. La cifra no es sólo impactante, sino profundamente indignante.

Sin embargo esto no es un fenómeno exclusivo de México, ni de los países subdesarrollados. En Estados Unidos, la economía más grande del mundo, la distribución no es muy diferente. En 2010, el 1% de la población percibía el 35.4% de la riqueza, mientras el 60% de la población más pobre percibía el 1.7%. (Wolff, 2012) En ambos casos, la brecha de desigualdad creció después de la crisis de 2008; en EE.UU. el mercado de valores cerró en 2013 con las ganancias más grandes en casi dos décadas para los inversionistas.

De acuerdo con datos publicados en enero de este año del reporte de Oxfam, la riqueza concentrada en el 1% de la población del mundo asciende a 110 billones de dólares, 65 veces más que la mitad más pobre del mundo. Un último dato: las 85 personas más ricas del mundo poseen una riqueza equivalente a 1.67 billones de dólares, la misma cantidad que los 3.5 mil millones de personas más pobres del mundo. Lo más importante de estas cifras es recordar que no son sólo cifras, son niños hambrientos, niños trabajando, violencia social, vulnerabilidad y rencor.

¿Cómo conformarse con un sistema económico en el que la riqueza de los países crece, mientras la mayoría de la población se hace cada vez más pobre?

El problema del mundo no es la pobreza, como algunos prefieren plantearlo, sino la creciente desigualdad. Quienes lo plantean así, parecieran sugerir que la pobreza es una condición remanente del pasado que el crecimiento de la economía va aminorando poco a poco; el caso es justo el contrario. Mientras vemos crecer las economías de prácticamente todos los países del mundo, cuando atendemos a la distribución de esta riqueza vemos que los ricos del mundo se hacen cada vez más ricos, y los pobres se hacen cada vez más pobres y se hacen más.

Decir que el problema es la pobreza llama la atención sobre los pobres como si de alguna forma ellos fueran responsables de su condición; por otro lado desvía la atención del hecho de que existen suficientes recursos en el mundo para las necesidades de la población mundial, y es el sistema económico vigente el que no es capaz de traducir estos recursos en mejores condiciones de vida para la mayoría. El verdadero problema es que la configuración de nuestras instituciones económicas integran un sistema que tiende a la acumulación desproporcionada y a crisis cíclicas en las que los especuladores que las provocan resultan beneficiados mientras el resto de la población paga el costo.

La pregunta obvia es: ¿se pueden controlar la acumulación y la especulación? Responderla, en cambio, es bastante difícil. Mientras no ideemos una alternativa a la economía capitalista liberal que impera hoy en día (una alternativa más creativa que los viejos modelos socialistas cada vez más caducos), las medidas de control que podrían implementarse mediante diferentes mecanismos de impuestos resultan insuficientes, e incluso contraproducentes como se ha demostrado en numerosos casos.

Ante esto, existen algunas propuestas de nuevos modelos económicos, por ejemplo, sistemas basados en recursos sin intermediación de una representación monetaria (dinero) que, entre otras cosas, presentarían la ventaja de hacer imposible la acumulación de riqueza más allá de cierto límite; economías de base comunitaria, etc. Y aunque estas propuestas se encuentren apenas en desarrollo, y presentan limitaciones importantes, las cifras crudas de la miseria en el mundo bajo el sistema actual obliga a buscar nuevas alternativas más allá del rancio y estrecho debate de las últimas décadas: entre un capitalismo liberal y un capitalismo regulado por el Estado, un paso más hacia Hayek o un paso más hacia Keynes; eso es todo lo que el consenso actual permite. Superar esta limitación ideológica es la verdadera innovación que necesita nuestro siglo.

contacto@elperiodicodesaltillo.com

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino