PRI y PAN frente las elecciones
Jorge Arturo Estrada García.
Las condiciones ya están establecidas. El proceso electoral que se aproxima en Coahuila será una guerra en lodo y en súper libre. Las preocupaciones del grupo del poder hicieron que la liga se reventara, fueron meses de ataques y agresividad que deriva en esto. Los nervios los traicionaron.
El alcalde de Saltillo, Isidro López y el PAN de Coahuila ya culparon al gobernador y a Armando Luna por el espionaje de que ha sido víctima. La campaña de desprestigio había sido cortesía de David Aguillón, relatan.
Como ingrediente adicional, el ex gobernador Humberto Moreira mete la cola en la elección, otra vez. Él está obsesionado por rehabilitarse políticamente y mantener presencia. El Partido Joven y el de los campesinos de José Luis López, se prestan para ello.
El rubenismo requiere de sus bonsáis para no perder el control del Congreso y verse derrotado estrepitosamente. A través de la denominada “ley Rubén”, el PRI integra sus alianzas electorales para acaparar curules. Y tratar de construir su salida, sin sobresaltos.
Miguel Riquelme, Eduardo Olmos y su grupo serán las punta de lanza para salvar al moreirismo en el Congreso. Torreón es el último bastión. El profe Humberto reconoce que nunca les tuvo mucha paciencia a los laguneros y que Rubén se ha dedicado especialmente en cortejarlos.
Como música de fondo tendremos los procesos estadounidenses contra Javier Villarreal y Jorge Torres. Y también los casos de los ex gobernadores encarcelados y procesados. Y también, Humberto y Jorge en medio de ellos.
En contra del trabajo del gobernador opera que los colaboradores nada hicieron para recuperar la confianza de los coahuilenses. Es de llamar la atención la forma en que Armando Luna, Homero Ramos, Jesús Ochoa, Chema Fraustro, María Esther Monsiváis y Jorge Verástegui han perdido toda credibilidad ante los ciudadanos. Muy escasa, por cierto.
Escaso de cuadros. Con un movimiento político ya muy desgastado, Rubén manda a sus empleados a ganar las elecciones. Vuelve a confiar en David. Recicla candidatos y agrega pocas caras frescas.
Los resultados de la gestión gubernamental son poco apreciados y comprendidos. Son muy cuestionados y controvertidos, porque requieren mucho maquillaje y buena voluntad. Cada vez son más los sectores que alzan la voz para cuestionar y contradecir.
Bernardo González Morales debe sacudirse a Carlos Orta y el grupismo para guiar con una nueva visión al blanquiazul. Está ante una oportunidad histórica. El PAN Coahuila requiere un nuevo liderazgo, fuerte e inteligente. Bernardo debe situarse por encima de ellos y acercar a los diversos bandos. Las vendettas personales, sólo debilitan en lo interno y desgastan hacia el exterior. Además para todo hay momentos, formas y fondos.
El grupo Saltillo con Orta y Rosendo se percibe caduco, imponiendo métodos arcaicos para hacer política. Cuando ellos nunca fueron políticos. Isidro López ha resultado un pésimo perfil. Un fiasco. Demasiado terco, demasiado soberbio, muy ignorante y hasta holgazán. Aprende poco y lento.
Es cierto que López Villarreal ha sufrido incesantes y burdas agresiones de parte del gobierno estatal, del PRI de David, de prensa hostil, de panistas resentidos, etc. Pero, Isidro fue advertido con tiempo que eso sucedería. Lo mismo Rosendo y Orta. Isidro prefirió hacer las cosas a su modo y los resultados están a la vista. Villarreal y Orta prefirieron concentrarse en sus recomendados que en preparar al alcalde. Y su equipo, salvo contadas excepciones es de un nivel patético, parece frankenstein. De esta forma, falla como activo y se vuelve un lastre.
El papel de Anaya y Bernardo podría ser decisivo en la elección que se aproxima. Si Memo y el dirigente panista, se alejan de la agenda que les han diseñado Ruben y Aguillón y actúan con madurez y talento, podrían aprovechar el desgaste y el mal momento del grupo en el poder para derrotarlos. Es momento de escoger terreno, tiempos y métodos. No que el adversario los dicte.
Es el momento de vencer al morerismo, aseguran los enterados. Los panistas ya se unieron sin querer. Todos le van a Madero y dejaron solo a Cordero. Es cosa que duren así tres meses más.
El SúperMike Riquelme sorprende en Torreón. Se ha fortalecido. Ha entusiasmado a Rubén. Le abre posibilidades de conservar el Congreso y sin muchas derrotas.
Torreón será escenario de las más disputadas elecciones en mucho tiempo. El rubenismo depende ya en mucho del prestigio que daría ganar La Laguna. Y en contraste, el panismo es más fuerte en Torreón que en otros lugares del estado en los que predomina el rechazo puro y simple al moreirismo. El voto de castigo.
La oposición llegará sin figuras y liderazgos fuertes. Armando Guadiana y Memo Anaya han sido severamente combatidos y desgastados por años, José Ángel Pérez y el propio Bernardo pueden crecer y construir liderazgos más amplios. Isidro y Gerardo García también podrían aprender. El PRI está listo para perder otra vez. También está muy dividido y lastimado.
Por lo pronto, Rubén Moreira trabaja diligentemente para conservar la mayoría en el Congreso. Cada vez más solo. Con colaboradores que aportan más como acompañantes que talento y buenos resultados, el gobernador deberá construir su salida. Una buena salida es lo más difícil. Pregúntenle a Humberto.
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