La sabiduría de los filósofos
José Luis Rodríguez Flores.
-¡Diógenes de Sinope, soy Alejandro Magno, pídeme lo que quieras!
-Pues apártate de ahí me impides disfrutar del sol.
Categórica respuesta del filósofo griego, Diógenes de Sinope, al Rey Alejandro III de Macedonia, conquistador de Persia, India y muchas otras ciudades conocidas hasta entonces, mejor conocido como: “Alejandro Magno”. Cuando el gran conquistador visitó al pensador en su tinaco que le servía como aposento y le dijo que le pidiera cualquier cosa, riquezas o monumentos que él -Alejandro Magno- se los concedería, a lo que Diógenes respondió: “Apártate de ahí, pues me impides disfrutar del sol”; Diógenes fue uno de los filósofos griegos más reconocidos de la escuela cínica, de la época helénica. De la antigua Grecia.
En otro pasaje, su tocayo el filósofo Diógenes Laercio expone en una de las muchas leyendas que existen sobre la vida austera y cínica del filósofo griego de Sinope; es cuando pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: “Ay Diógenes si aprendieras a ser más sumiso y adular al emperador no tendrías que comer tantas lentejas” a lo que Diógenes replicó: “si tú aprendieras a comer lentejas no serías tan sumiso y no tendrías que adular al emperador.”
Hago estas breves, pero interesante síntesis inicial para fijar el contraste, entre las diferentes formas de pensar y conceptos sobre cómo llevar la vida humana, tanto de uno, el Gran Alejandro Magno, que en su sed de poder, ansiaba conquistar el mundo; y otro el pensador Diógenes con su sabiduría, tan solo buscaba conquistarse a sí mismo, para obtener la ataraxia y llegar a la felicidad, tan anhelada por muchos hombres sobre la faz de la tierra.
Destacar que el individuo ha estado en incesante búsqueda, desde tiempos remotos a través de los años, a partir el hombre común, hasta los grandes pensadores intentando por medio del estudio e investigación saber y entender el motivo final del ser o sobre la razón de la existencia humana; ¿o usted amigo lector es acaso la excepción, de no tener duda del por qué vino al mundo, y cómo llegar de forma sencilla a tener la felicidad buscada por muchos? Los grandes sabios concluyen acerca de los dos objetivos básicos de la filosofía: el conocimiento de las cosas y la tranquilidad de espíritu. La antigua filosofía griega consideraba este último como su meta principal.
Para poder llegar a obtener la tranquilidad de espíritu, se tiene que conseguir la tan ansiada ATARAXIA que muy pocos dominan, y que es la ausencia de turbación, por tanto, tranquilidad, serenidad y quietud absoluta en relación con el alma, la razón y los sentimientos.
La ataraxia es comprendida como la disposición del ánimo propuesta por los epicúreos estoicos y escépticos, gracias a la cual un sujeto, mediante la disminución de la intensidad de sus pasiones y la fortaleza frente a la adversidad, alcanza el equilibrio y finalmente la felicidad, que es el fin de estas tres corrientes filosóficas, y de gran parte de la raza humana, sin embargo muchos no lo comprenden y se pierden en su obtusa e insana ambición, intentando conseguir cosas superfluas.
Sócrates otro de los grandes filósofos de Grecia, refiriéndose en un cuento sobre los siete sabios de Grecia dijo: ¡La humildad es la madre de la sabiduría!; resumiendo la fábula sobre unos pescadores de la isla de Cos, encontraron entre sus redes el trípode de Elena de Troya, y se habían compro- metido a entregarla a unos viajeros de Mileto; pero al encontrar el trípode se negaron a entregarlo, de esta forma estalló una guerra entre Cos y Mileto.
Viendo que la guerra no tenía fin, los combatientes acudieron al oráculo de Delfos, para saber qué hacer con el trípode. El oráculo mandó que el trípode fuera entregado al más sabio, así que aquel fue entregado a Tales de Mileto. Sin embargo rechazó el título y mandó el trípode a otro sabio: Bias de Priene, el cual también rechazó el honor y lo mandó a otro miembro del grupo de los 7 sabios; honor que fue rechazado por todos, por tanto, el trípode fue dedicado a Apolo. Esta fábula nos deja una gran enseñanza, sobre la humildad de los grandes pensadores, inclusive hago referencia a la ironía sobre Sócrates, con su célebre frase: “Yo sólo sé que no sé nada”.
Esta disposición de ánimo de alcanzar la ataraxia, es objetivo común en diversas ramas de la filosofía helenista con diferentes matices, pero es compartida por los epicúreos, escépticos y estoicos. El concepto de la Ataraxia es parecido en el epicureísmo y el escepticismo,-aunque los medios de alcanzarla pueden ser diferentes, es ligeramente distinto en el estoicismo; pero es conveniente intentar llegar a la ataraxia, en cualquier forma de pensamiento y actitud.
¿Por qué no intenta usted amigo lector llegar a la ataraxia alcanzando la felicidad deseada?
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