Frida, en tiempo mexicano
Para un niño llamado diego,
Que habita mi mortalidad
Encantada, con su incipiente talento. |
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“Aquellas oscuras dinastías se remontaban más allá de Roma. Más
allá de Atenas, más allá del día en que Aquiles murió bajo los muros de Troya,
más allá del ciclo astronómico de cinco mil años calculado por Menón para Julio César”.
Marguerite Yourcenar. Memorias de Adriano. |
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Fernando Ramírez López
Una mujer de la estatura de Frida Kahlo, se mide en el tiempo donde habitan las musas, las
revolucionarias que transforman su época, las amantes evocadas por los poetas y los artistas, que lo mismo en la pintura que en sí mismas dialogan con la eternidad.
He admirado su vida más que su pintura, su belleza física – espiritual, más que las llagas de sus múltiples operaciones derivadas de un aciago día en que al volver de la preparatoria se accidentó en el tranvía en que viajaba al lado de Alejandro Arias, múltiple pensador mexicano. Una personalidad de la estatura de Frida se refleja en una vida llena de complejidades, pero es reveladora una foto en la que desnuda nos hereda su mirada y el celo sempiterno de los dos gatos que la acompañan en la cama en la que reposa; legándonos su belleza física y su mirada infinita, que transitará de generación en generación.
¿Qué donde nació?, en Coyoacán y habitó casi toda su vida la casa azul junto a Diego Rivera hasta el final mortal, con romances giratorios entre ellos y también mujeres como Chabela Vargas y con hombres de la estatura de León Trotsky, ideólogo de la Revolución Rusa y perseguido del plutócrata José Stalin, recibió el generoso asilo político del entonces Presidente de la República Lázaro Cárdenas del Río.
¿Supo Diego de sus infidelidades? Con certeza si lo supo, pero a mujeres como Frida todos estos hechos no significan nada ante la inmensidad de su estatura, que prescinde de los cartabones existentes en una sociedad saturada de conceptos conservadores y anti natura.
Frida, la luchadora social, miembro del Partido Comunista Mexicano que a su desaparición física en 1954, su féretro se cubrió con la bandera de la hoz y del martillo; costándole este hecho el empleo al entonces director de Bellas Artes. Frida la pintora, que por su fragilidad desde el lecho de una cama nos heredó entre muchas de sus pinturas: autorretrato, la columna rota, autorretrato con changuito y mi nana y yo entre otras muchas. Cultivó una profunda adicción a la bebida, pero no fue alcohólica, vinculó sus encuentros trashumantes con la drogadicción, viajes que se dieron por una personalidad de diosa que transita en el buque de los sueños terrenales.
También construyó una gran amistad con André Bretón que como poeta y prosista surrealista, supo descubrir en Diego, en Frida y en México, motivos suficientes para ampliar su obra. Frida conoce a Diego Rivera en 1923, cuando él trabajaba los frescos de la Secretaría de Educación Pública y conviven con la gran fotógrafa italiana Tina Modotti, Juan Antonio Mella, líder cubano en el exilio y con todas las personalidades de su época. Diego es caricaturista, grabador, muralista, pintor de caballete; es en síntesis un genio que además de pintar participa en la política activa y una consecuencia natural de su talento es la creación de un mundo de acuerdo a la osadía que tiene de vivir, se crea a sí mismo, crea su vida y crea su historia; de igual forma lo hace Frida; conformando una pareja inusual; él alto, gordo, multifacético y con una gran inclinación por el sexo femenino. Ella
era hija de alemán y mexicana, le imprime a su personalidad de artista, el sabor de esta tierra y hace de ella misma lo intangible, lo deseado, lo diferente, sin perder la actuación en su vida con la congruencia política de izquierda. Es como lo diría el propio Diego Rivera, hija de la raza cósmica de Vasconcelos.
Diego se enamora de Frida al salir ella de la primera parte de su tragedia y se fascina de su
excentricidad y contraen nupcias por primera ocasión en 1929; rompen y vuelven a contraer
relaciones antes de 1941, después de la muerte de don Guillermo, padre de Frida e inauguran un nuevo período como pareja.
Al lado del yin y del yang, que se le atribuye como pintora y que expresa en la dualidad de la sexualidad que comparte con Diego, genera en sus cuadros toda una época y a la violencia de los producidos en 1947, llega la pintura a convertirse para ella en una necesidad.
Frida dejó esta existencia un 13 de julio de 1954, siete días después de haber cumplido 47 años. Frida está frente a un espejo donde le cantamos los poetas, que nos remite a una imagen reflejada ad perpetuam, su rostro en paz, su belleza perenne, su cuerpo frágil engalanado como para una última fiesta, falda negra y largo huipil de Yalalag.
A mujeres así no les decimos adiós, sino hasta siempre, de su ejemplo está constituida una parte del México que no termina por nacer, pero seguros estamos que será de dicha ese amanecer, por muchos hombres y mujeres que lo estamos esperando.
licfernandora@hotmail.com |