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el periodico de saltillo
Octubre 2014, edición #308


El deterioro de Coahuila

Jorge Arturo Estrada García.

Los buenos gobernantes impulsan el desarrollo y la prosperidad de los ciudadanos que representan. En contraste, los malos dirigentes son lastres que impiden avanzar, que deterioran la calidad de vida y que hasta cancelan los sueños de los gobernados. En Coahuila hemos padecido de una larga cadena de pésimos políticos en los cargos públicos. Y el daño que han causados es enorme y evidente. Y afecta a generaciones completas.

Es deber de los dirigentes y sus colaborado- res conocer y comprender los contextos sociales, políticos y económicos imperantes y diseñar los programas y políticas públicas adecuados que generen progreso. Si no lo hacen, los malos resultados podrían ser desastrosos para millones de vidas. En Coahuila ya nos pasó.

Las nuevas generaciones de políticos están más preocupados en su siguiente elección, carecen de visión, compromiso social y sobre todo de conocimientos para comprender los contextos en los lugares en los que gobiernan. Con base en ocurrencias construyen obras, generan programas y acciones. Sus políticas públicas son improvisadas y mal estructuradas. Los planes de desarrollo son letra muerta y documentos de muy bajo nivel.

Nuestra entidad ocupa el tercer lugar en PIB per cápita. Llegó a ser el tercero en menor marginación y el cuarto lugar en calidad de vida, según Conapo y la ONU. Tan competitivo como Nuevo León y el Distrito Federal a los ojos del mundo. También, fue uno de los estados más seguros y tuvo la mejor calificación y calidad crediticia del país. Su nivel de vida superaba el de Argentina y Uruguay y era similar al de Europa Central.

Durante años los ciudadanos, académicos, intelectuales y empresarios han empujado a los políticos a atender problemáticas con visión de largo aliento. Así se lograron cosas muy buenas. Sin embargo, la actual carencia de líderes en la entidad y los pésimos políticos que hemos padecido, han provocado un estancamiento grave en el desarrollo del estado. Caímos, tocamos fondo y ahora se intenta reconstruir, desde cero, las instituciones y la confianza en ellas.

Con las finanzas públicas destrozadas, la confianza en las instituciones destruida, un sistema de seguridad local inoperante, educación de pésima calidad y empleos de baja calidad con salarios insuficientes, el progreso de la entidad se ha detenido.

La educación en Coahuila se ha desplomado. Es un desastre. Desde la básica hasta la superior son tan deficientes que están hasta el fondo en los rankings. Los alumnos coahuilenses son sistemáticamente reprobados.

La calidad educativa de Coahuila no corresponde al nivel de desarrollo alcanzado. Si somos tercer lugar en PIB per cápita en México. Y México encabeza el desarrollo en América Latina, ¿por qué la Universidad Autónoma de Coahuila es el lugar 27 en el país, casi el 300 en América Latina y el 3 mil en el mundo? Estamos muy por debajo de países y entidades mexicanas con menor desarrollo que el nuestro.
Arriba están la universidad de Nuevo León, la de San Luis Potosí, Querétaro, Puebla, Veracruz y Guanajuato por nombrar algunas. Claro sin contar a la Unam, UAM, Itesm, Itam, Udla y el Poli. Todas estas están entre las 100 mejores de Latinoamé- rica. La Universidad de Blas debería estar en el lugar 6 de México y en el 30 de Latinoamérica, por lo menos. Decenas de instituciones de Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, están mejor calificadas. No sólo las nacionales o de larga tradición. El paso de Chema Fraustro, los dos Ochoas ha significado enormes retrocesos en calidad educativa a nivel superior.

Hace unos años, sólo el Distrito Federal y Nuevo León superaban a Coahuila en desarrollo económico y social. Su dinamismo durante años era considerado impresionante.

Ahora, el deterioro del modelo económico que se impone en Coahuila de ofertar mano de obra barata en lugar de talentos y profesionales de la era del conocimiento, nos lleva a tener a hombres y mujeres trabajando masivamente como obreros en las fábricas. Con sueldos malos, en general.

Los clústers de Coahuila se han vuelto obsoletos y peligrosamente monodependientes. AHMSA ya estuvo en quiebra y suspensión de pagos. Lo mismo General Motors y Chrysler. El carbón nunca significó bonanza en el norte y sí arroja tragedias y muerte. La Laguna agotó sus recursos hasta volverse peligrosa para sus habitantes con plomo de Peñoles en la sangre y arsénico en los mantos de agua por las vacas de Lala.

Las carísimas y pequeñísimas casas a las familias que tienen acceso han enriquecido a los constructores y los alcaldes son cómplices de ellos al reducir las medidas mínimas de calles y lotes. Los niños crecen sin supervisión paterna, estorbando el descanso de los agotados progenitores que regresan de sus turnos en transportes pésimos, con lentos, larguísimos y absurdos recorridos. Que les arrebatan todos los días horas de sus vidas, para recorrer distancias ridículas. El núcleo familiar se ha dislocado.

No hay metrobuses ni metros para las ciudades de Coahuila. No hay nuevos clústers. El gobierno estatal de Humberto Moreira se decidió por construir 87 de puentes, cuando había dinero a raudales. Y ahora que la crisis de la megadeuda ahoga las finanzas sólo alcanza para contadas obras. Los errores se pagan.

Con pésimo transporte, los ciudadanos optan por comprar autos que llenan rápidamente las vialidades y entorpecen el tráfico. También tienen que sacar a los hijos a las calles, en donde se educarán, mientras ellos trabajan o duermen. A las calles inseguras de Coahuila, oscuras, sin vigilancia; ni policías hay en las ciudades, para ahorrarse los sueldos. Las pandillas se fortalecen y se multiplican. Las adicciones y las drogas circulan profusamente. Los robos y los asaltos son cotidianos.

Pese a que ni el gobierno de Coahuila, ni los alcaldes de los 38 ayunta- mientos, son capaces de cuidar los cables de los bulevares, el bronce de estatuas y placas, el magro equipo de las escuelas, las tapas de las alcantarillas, en sus discursos proclaman que los delitos van a la baja. Discursos que ya nadie les cree. La inseguridad campea en las calles y el 92 % de los delitos no se denuncian en la entidad ni tampoco se resuelven según datos del Inegi. Esta Cifra Negra en Estados Unidos, es de 63%; Canadá, 69%; Inglaterra y Gales, 61%.

En Nuevo León ya contrataron más de 4 mil nuevos policías para la Fuerza Regia, mientras acá nos prometen policías locales completas allá por el año 2017. Mientras, no hay presencia policial ni patrullaje, los coahuilenses quedamos indefensos.

Las escuelas de Coahuila ya no tienen computadoras, ni teléfono, ni internet, ni maestros calificados, ni canchas deportivas, ni terreno para construirlas. Los jóvenes tienen problemas de obesidad y de aprendizaje. Es muchísimo dinero que se gasta y muy poca calidad en lo que se recibe.

No hay calidad en la educación de Coahuila. Por eso sólo se presume la cantidad de cemento y de dinero que se le destina. No se asignan recursos para mantenimiento. No hay un plan estratégico de educación. Los niños y jóvenes coahuilenses reprueban las pruebas Enlace y Pisa. Los empleos de calidad y alto valor agregado se irán para las regiones del país y del mundo donde sí las aprueban.

Mientras, otras regiones del país y del mundo crecen y evolucionan a grandes pasos al ritmo del siglo 21. En nuestra entidad no hay parques tecnológicos, internet público gratuito, educación digital para cerrar la brecha, apoyos y desarrollos a la innovación, la ciencia y la tecnología.

Según la encuesta de escuelas, maestros y alumnos del Inegi, en las escuelas de Coahuila sólo el 61.8 por ciento de las computadoras sirven. El 56.2 % tiene internet. Y el 54.5 tiene línea telefónica. El 10 por ciento no tiene pizarrón, sillas para alumnos y maestros ni pupitres. Sólo el 58 por ciento de los alumnos de secundaria tiene acceso a internet en su escuela y el 35 por ciento en primaria. En Nuevo León el 76 por ciento de las computadoras funcionan. El 62 por ciento tiene internet y el 64 por ciento cuenta con teléfono.

La corrupción del gobierno de Humberto Moreira nos cuesta miles de millones de pesos y miles de muertes, terror e inseguridad para los barrios y colonias de la entidad. A tres años de distancia, Rubén ha trabajado para sacar adelante al estado. Sin embargo, la tarea no es nada sencilla y su equipo no dio el ancho. Y el alcalde de Saltillo Isidro López sólo atina a pintar de azul los contados centros comunitarios e instalar cámaras que nadie monitorea completamente.

Casi 4 mil millones anuales se destinan para el pago del servicio de la deuda. Y cerca de 3 mil son para los intereses. Las bajas calificaciones: BBBmx hacen que los créditos tengan las tasas de interés más altas del país. Enrique Martínez la dejó en AA+ la calificación más alta que se otorga a una entidad federativa. Humberto la bajó ocho escalones.

Los apáticos coahuilenses dejamos que los políticos ganen elecciones con y sin nuestros votos. Con tarjetas de la gente y despensas nos compran. O la desidia e indignación nos alejan de las urnas. No encontramos líderes y no existen contrapesos. La clase política gobierna con sus amigos, su miopía e ignorancia. Cambian las leyes a su capricho. Los defraudadores y prevari- cadores no son encarcelados sino protegidos.

Los encargados de administrar el dinero de los coahuilenses Javier Villarreal, Jorge Torres, Vicente Chaires, Miguel Ramón Rodríguez Flores y Sergio Ricardo Fuentes Flores son señalados por los ilícitos financieros. En Coahuila nadie se dio cuenta ni cómo llegaron ni en qué se gastaron 35 mil millones excedentes. Ni los gobernadores Jorge Torres y Humberto Moreira, ni los secretarios de Finanzas Víctor Zamora, Ismael Ramos y Jesús Ochoa. Cantidad equivalente a lo que se destina a inversión pública, obras y programas sociales, durante un sexenio completo.

Además la lista de malos alcaldes también crece: Ricardo Aguirre, Eduardo Olmos, Humberto Moreira, Fernando de las Fuentes, Ramón Oceguera y los arranques de Isidro López, Miguel Riquelme y Ricardo Aguirre no presagian cosas buenas.

En estos momentos, po- dríamos decir que afortuna- damente Rubén no es Hum- berto. Ya se consumió prácticamente la mitad de su gestión, pero se sentaron las bases para resolver los problemas de inseguridad y de quiebra financiera. Sin embargo, aun falta construir y afinar las estrategias para avanzar en rutas claves para el progreso. Hay que optimizar los recursos y maximizar la eficiencia, y gran parte de su gabinete no tiene la estatura para ello. La inseguridad no cede y las deudas se disparan.

Coahuila no merece seguir rezagándose y los coahuilenses no deben pagar por los errores de la pésima clase política. Cada día que pasa perdemos competitividad. Y millones de sueños y oportunidades de progreso se cancelan.

jjjeee_04@yahoo.com

 
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