Los más pobres de pie
El secuestro y posible asesinato de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, fue la gota que derramó el vaso, fue lo que terminó con la sumisión y el silencio de los guerrerenses, principalmente los más pobres, ante los robos, asesinatos y secuestros que realiza el crimen organizado, tanto del gobierno como del narcotráfico.
Ese lamentable suceso está despertando al México harto de explotación, miseria, violencia y opresión. En todas partes del país, la juventud se prepara para salir a las calles a equilibrar a los partidos políticos, cuyas cúpulas han secuestrado al país, para oprimir a los mexicanos y mantener a la mayoría en la pobreza, la desesperanza y el hambre, pero con una variante: expuestos al asesinato y al secuestro de sus hijos, esposos y madres.
La historia de México registra a la región que hoy se encuentra convulsionada y de pie, exigiendo que les entreguen con vida a sus hijos, como la región de donde salieron los hombres y mujeres que se levantaron en contra de los españoles para lograr la Independencia de México. Michoacán, Guerrero y Oaxaca, nuevamente aparecen como la región que empieza un nuevo movimiento popular.
Michoacán fue la cuna de los insurgentes que lucharon por rescatar a la patria de sus explotadores y asesinos. Guerrero, la tierra brava, llena de hombres rudos dispuestos al sacrificio, tierra de guerrilleros y guerrilas, de caciques y narcos. Oaxaca es la tierra del más grande de los mexicanos: Benito Juárez García, el indio zapoteca que fue Presidente de México y se enfrentó al ejército francés cuando invadió nuestro país, y lo derrotó.
Ellos, los indígenas de estas tierras, son lo que se han mantenido luchando durante siglos, cobijados por sus costumbres y rituales que le aprendieron a sus padres. Ellos, los dueños originales de este país, siguen padeciendo que los caciques y sus aliados, los delincuentes, los sigan matando, pero ahora les están matando a sus esperanzas: a sus hijos.
Este es el México bronco e historicamente revolucionario que hoy vuelve a incendiarse por una sentida causa: que le devuelvan a sus hijos vivos. Ya no confían en sus gobernantes porque saben que son los mismos, los socios que protegen a la delincuencia organizada.
Al movimiento social ya se unieron las defensas comunitarias y muchos grupos más de otros puntos de la República. Otra vez como hace 46 años se vuelve a luchar contra los que nos oprimen, pero esta vez seguramente no habrá errores, para obtener la victoria.
Por la otra parte están los gobiernos (el municipal, el estatal y el fe- deral), quienes cerraron ojos y oidos y hasta ordenaron el secuestro (y quizás la muerte) de los que estudian para profesores. Los padres de esos modestos estudiantes son indígenas o gente pobre, son los que a pesar de la marginación, envían a sus hijos a la escuela para que tengan una mejor oportunidad para sobrevivir, enseñando a leer en un mundo de corrupción, impunidad y cinismo.
Las autoridades de los tres niveles de gobierno son los principales responsables de lo que sucede en México, y en la región que ahora está en pie de lucha, pues a pesar de saber lo que estaba sucediendo, nunca metieron las manos para evitar una tragedia más, porque estaban coludidos con el crimen organizado, que en Guerrero les sirvió para secuestrar a los estudiantes.
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