La Fuerza del Estado de Derecho
contra aquellos envilecidos de poder
Luis Fernando Hernández González.
“Todas las revoluciones modernas han concluido en un reforzamiento del poder del estado”.
Albert Camus |
Cuando uno se detiene ante personajes que han ostentado riqueza y poder, lo primero que le viene a la mente es conocer su visión, organización y alcances de cada uno de ellos, la forma y manera de cómo en espacios de cierta temporalidad fueron capaces de construir singulares fortalezas de poder económico, social y político por diversos sitios en los que se enlaza la sociedad mexicana, sea dentro de la legalidad o sin ella, así vemos como Elba Esther Gordillo Morales, Joaquín “El Chapo” Guzmán y el mismo Pedro Ferriz de Con, cada uno en su ámbito de influencia se atrevió a desafiar la estructura formal y legal que constituye la Fuerza del Estado Mexicano.
Los pasajes de la historia nos invitan a reflexionar sobre aquellas hechos y personajes que han dispuesto dentro de sus actividades una acumulación de fuerza política y económica, que en su aplicación contravienen la conducción y el orden social en donde las instituciones ven alterada su identidad, situación que como estado obliga al aparato gubernamental a disponer de su fuerza y fortaleza para actuar en bien de la sociedad, gene- rando una muestra de que en nuestro país existe lo necesario para establecer una disposición que le permita al estado mexicano y a la sociedad reen- contrar el rumbo cuando se altere y le separen de una correcta conducción.
Es fundamental hacer un repaso sobre aquellos elementos que nos aporta en su obra Nicolás Maquiavelo, para analizar el poder y el liderazgo, y reflexionar sobre dos aspectos centrales: uno, la naturaleza de “lo político”, donde la autoridad y el poder constituyen una esencia más allá de las consideraciones morales de una sociedad; Y dos, permite analizar los alcances de la “acción política”, donde el uso de la violencia y el mantenimiento del orden político se manifiestan como influencias determinantes.
Entendemos entonces que la gobernabilidad se produce cuando se da la conjunción perfecta entre sociedad y estado. Algunos analistas de la ciencia política observan que es la historia, como escenario de acontecimientos, donde se expresa la naturaleza humana y la comprensión de las formas sobre cómo conquistar y administrar el poder por encima de consideraciones morales.
En consecuencia, el poder y la autoridad no serían solamente objetos de estudio particulares, sino que al mismo tiempo representan áreas de acción donde la historia muestra cómo los hombres dividen su conducta en dos partes:
Primero, una actitud para vivir según la realidad circundante, donde lo que “debe hacerse” conduciría a la inefectividad política, mientras que el “no ser bueno” abriría las perspectivas para administrar el poder según las circunstancias y la naturaleza humana con mayores probabilidades de obtener la efectividad.
Segunda, la actitud que genera conocimiento desde la experiencia, por lo tanto, el líder y la acción política se alimentan del día a día antes que de conocimientos teóricos; sin embargo, la práctica requiere conocer la historia como un escenario lleno de contradicciones, para comprender por qué otros líderes y autoridades reforzaron la necesidad de gobernar o actuar al margen de ideales provenien- tes de ideologías y conceptos experimentados.
De esta forma lo presenta Bertrand Russell, cuando define que el poder del Estado, es con el fin de prever condiciones futuras que favorezcan a la generalidad de la población, tal como lo apunta en su obra El Poder en los hombres y en los pueblos (1938). En esta obra, Russell examinó la categoría del poder, dándole numerosos atributos sociales, militares, científicos, públicos y económicos. Lo más interesante de su análisis, es la tesis que figuró décadas después como uno de los elementos claves de la filosofía moderna: de que entre tales instituciones y figuras no hay jerarquía alguna, sólo relaciones más o menos dinámicas que se solapan unas a otras según las circunstancias históricas.
Liquidación de impunidades
En casi 24 años como líder del SNTE, Elba Esther Gordillo logró convertirse en una mujer de poder, hasta que fuera detenida, acusada del presunto delito de operación con recursos de procedencia ilícita.
En la campaña electoral de 2006, el respaldo de la maestra y del gremio magisterial a Felipe Calderón fueron determi- nantes para que el panista ganara la Presidencia de la República.
Cinco años después, la dirigente sindical reconocería que negoció con Calderón este apoyo.
La confrontación con Emilio Chuayffet se dio cuando ambos eran diputa- dos del PRI y buscaban el control de su bancada; a esto se sumó el respaldo que Gordillo otorgó a la reforma fiscal que presentó Fox. En uno de los desencuentros, Gordillo se lanzó contra Chuayffet: “¿Qué quieres que diga tu epitafio?”.
La reforma educativa fue presentada el 10 de diciem- bre de 2013, once días después fue aprobada por el Congreso de la Unión.
Otro caso: Alejandro Almazán señala que el éxito de la literatura sobre narco- tráfico, se encuentra en que los mexicanos se identifican con la afrenta que los capos le hacen al gobierno.
El gobierno siempre va a ser el malo, y el que desafía al poder siempre será aceptado, por eso creció el mito de “El Chapo” Guzmán. El escritor y premio nóbel de literatura, Gabriel García Márquez, consideró que la captura de “El Chapo” re- presentó el fin del mito al demostrarse que ese antihé- roe también es vulnerable.
Por último, el noticiero de Pedro Ferriz de Con, siem- pre mostró una postura a favor de gobiernos que favore- cen a los empresarios. Ferriz se caracterizó por comentar la información que difundía, haciendo críticas sobre las noticias de actualidad.
En la Constitución de México se plasma la aspira- ción de los ciudadanos de vivir en un país de derechos. Ante ello, no se deben permi- tir impunidades, situaciones al margen de la ley y estados de excepción con los que se altere el estado de derecho, la condición de los persona- jes mencionados que desa-fiaron el orden así lo de- muestra. |