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el periodico de saltillo
Octubre 2014, edición #308



Vivencias del teatro


Salomón Atiyhe Estrada.

En los años setenta me inicié formalmente en la actividad teatral, no como algo fundamental de mi existencia, sino más bien circunstancial. Mis antecedentes histriónicos no tenían un andamiaje sólido, había participado en obritas en la escuela primaria y en teatro guiñol, posteriormente en la Normal básica en una obra montada por Miguel Hiram. En la carrera de maestro de español en la Normal Superior de Chihuahua participé en dos puestas en escena. En la Casa de la Cultura de Torreón llevé un taller de dirección teatral con Alejandro Santiex. Bajo la dirección de Rogelio Luévano participé en “Los Cazadores”, obra de Paco Ignacio Taibo I, escenificada en el foro de la Escuela de Comercio y Administración de la UAC y en poesía coral con el romancero gitano de Federico García Lorca, también bajo la batuta de Rogelio.

Ya como maestro de español en la Escuela Secundaria Ricardo Flores Magón monté varias obras de teatro en un acto con mis alumnos, y en la Preparatoria Federal Por Cooperación igual, incluso escribí una pieza teatral “Soy un hombre” y la dirigí en un encuentro de teatro en el Mayrán.

En 1982, se rescata el Teatro Martínez y se nombra directora a Sonia Salum; me invita a colaborar y me integro a su equipo de trabajo. Entre sus proyectos formó el Grupo de Teatro Estable del Isauro Martínez convocando a actores laguneros de varios grupos y nombra director a Rogelio Luévano; la primera obra que montamos fue “Hoy invita la güera” con actuación estelar de Sonia Salum, huelga decir que ninguno de los actores cobramos un sueldo, las entradas se destinaban a comprar butacas y para la restauración del teatro que se recibió en pésimas condiciones y que gracias al Patronato integrado por laguneros altruistas lograron su debida resurrección.

Continuaron las puestas en escena con varios directores invitados, como el doctor Garibay Fernández, Federico Sáenz, así como diferentes cursos con creadores del Distrito Federal. Nora Manek, esposa de Rogelio, que fuera integrante de Frederik Treat, era nuestra maestra de expresión corporal. Bajo la dirección de Rogelio participé en “La Madrugada”, “Así en la tierra como en el cielo” y en “Espera en la oscuridad”, con breve temporada en cada obra y varios llenos totales; igualmente en varios cortometrajes y de extra en algunas películas como “Cabeza de Vaca”, “Chantaje mortal”…

Ante esta actividad, la lectura de textos de teatro de los grandes forjadores era obligatoria, el análisis de textos tanto objetivo como subjetivo, la participación en trabajos de mesa, tomar varios cursos, etcétera. La influencia de personajes como Artaud nos invadía de algún modo, él decía que el uso de ciertas sustancias era fundamental para entrar a otra dimensión de conocimiento y que ese método ritualizado era crucial para el teatro. Para él, conocerse a sí mismo y el teatro es una misma cosa. El pensamiento de Artaud establece que cuando alguien sueña, está más vivo de lo que está en su propia vida. Y cuando alguien actúa, está muy cerca de lo onírico. Así que actuar es la manera más absoluta de sentirse vivo. Fue contrario al teatro sustentado en la declamación, él quería un teatro de cuerpos, de gritos, de la percepción de los órganos internos.

Como actores, sabíamos que hay que sentir el texto como algo que se percibe dentro y fuera del cuerpo; entendíamos que nuestro trabajo se sustenta en dar un significado a lo que se encuentra escrito en el texto dramático, entender a plenitud lo que el autor de la obra y el director quieren: un código que tiene que ser descifrado; esto bajo las instrucciones exactas que nos da el director: interpretar es materializar. Es difícil lograrlo cuando se es un actor amateur, de ratos libres, o por jobi o cuando no se depende económicamente del teatro o no piensas incursionar a nivel nacional. Había representaciones que no salían igual a otras, y eso está muy mal, pero todo se da porque nuestra actividad teatral se ve afectada por la propia vida, los estados de ánimo, si te sientes solo, celoso, triste, si tienes problemas económicos o de estudio o con tus padres o la pareja, todo afecta la búsqueda artística, es algo muy complejo, siempre hay algo que enfrentar; pero actuar es una manera de vivir mucho más intensa que la vida normal y cuando estás actuando te sientes vivo en otra dimensión; el espectador y actor se fusionan en la realidad y la ilusión, lo presentado y lo representado, la presencia humana con la presencia artística. Ir más allá de los límites de la satisfacción. Todo está en juego: el movimiento corporal en sí mismo y de éste en el espacio, sus texturas, ambientes, intenciones, proyección expresiva, fuerza, dramatismo… no se trata sólo de contar una historia.

No basta sólo con pertenecer a un grupo teatral y ensayar de vez en cuando una obra, el actor debe buscar diferentes opciones, asistir a cursos especiales de teatro, ser espectador observador de las diferentes puestas en escena en su entorno con un juicio comparativo. En el Centro Cultural José R. Mijares (soy el director) nos preocupamos por facilitar a los actores una preparación actoral rica en diversas experiencias, proporcionándoles cursos especiales muy diferentes que van desde la elaboración de máscaras de comedia, expresión corporal, el análisis objetivo y subjetivo de las obras teatrales entre muchos otros cursos impartidos por diferentes maestros, entre ellos Edgar Estaco que viene cada año desde Cuba. El grupo de teatro está integrado por 40 actores, todos con beca al 100% e igual los cursos especiales son sin costo; su director, Alejandro Alvarado, les imparte taller los lunes, miércoles y viernes y tienen cuatro obras montadas en el dosier. Alejandro es un maestro muy abierto a todas las expectativas y les facilita el aprendizaje, él coordina a la vez el Teatro de Cámara “Jorge Méndez Garza” del mismo Centro Cultural donde todos los fines de semana hay representaciones teatrales ya que existen varios grupos de teatro en La Laguna.

Falta mucha sensibilidad artística en las personas que dirigen la cultura en el medio, quizá porque nos son creadores, pero aún los promotores culturales deben conocer las expectativas del teatro para entender a los grupos que solicitan apoyos. La Universidad Autónoma de Coahuila tuvo su época de oro con el teatro universitario en los tiempos de Alejandro Santiex y Rogelio Luévano y posteriormente con Jorge Méndez pero actualmente podría decirse que agoniza; en aquellos años tenían su público, los mismos estudiantes eran asiduos a las representaciones. Se requiere una terapia intensiva.

Los espacios para las presentaciones teatrales no son suficientes, urge que terminen con la remodelación del Teatro Alfonso Garibay Fernández, pues teatros de cámara son los ideales para nuestros grupos locales, los comerciales de más de 700 butacas resultan caros. El teatro del Centro Cultural José R. Mijares tiene un aforo de 150 butacas y gusta mucho a los grupos locales y al público, el espectador se funde en un sutil arrobamiento que lo mantiene fijo a lo que ve en toda la obra, por la cercanía que late entre los corazones. Jóvenes y adultos que han visto las obras “Valentina y la sombra del Diablo”, “El amante”, “Las Preciosas ridículas”, “La pinche india”, “Edipo Guey”, “Mujeres desgraciadas” y tantas más que se han presentado en este pequeño escenario podrán dar fe de lo aquí escrito. Por ello, estimados actores de los diferentes grupos, investiguen, busquen en su interior el Hormé, encuéntrenlo y suéltenlo en el escenario.

 
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