Poder, ambición y “golpeteo” en Finanzas
Armando Montalvo Olivo.
Un clima de desconfianza y acusaciones se
respira desde hace semanas en la Secretaría de
Finanzas, donde Ismael Ramos Flores es el titular
todavía. Y su orden de mando se debilita día con
día. Pareciera que “Lito” Ramos va llegando al
ocaso de su carrera como funcionario público.
El Secretario de Finanzas, servidor público,
que creció políticamente bajo la sombra de los
hermanos Humberto y Rubén Moreira Valdés,
revelan que Ismael vive una angustia y
desesperación desde la rotación que ordenó el
Ejecutivo, (el 8 de agosto anterior), cuando su
entrañable amigo y panista, Armando Rubio Pérez,
dejó la Subsecretaría de Egresos para ocupar la
Subsecretaria de Ingresos y Deuda Pública.
Y es que Ismael sabe que la información
ventilada de la dependencia que dirige y que llegó
primero a la Jefa de Oficina del Gobernador, María
Esther Monsiváis Guajardo sobre cómo laboraba
Rubio Pérez, fue factor determinante para ser
removido éste último del área de Egresos para ser
reemplazado por el ex edil de Piedras Negras, el
cuestionado Oscar López Elizondo, quien se hacía
cargo de la subsecretaría de Ingresos.
En un principio se rumoraba que subalternos
del Gobernador ya no veían con buenos ojos al
debilitado Ismael, ahora parece que es una clara
realidad que refleja que “Lito” trae una campaña
en su contra para no aplicar el poder y su ambición
dentro de la Secretaría de Finanzas por una sola
razón; su política pública individual ya no es la más
adecuada e inició un juego de intereses.
Era de esperarse que desde la llegada de
Oscar López a la dependencia, así como la de Julián
Montoya de la Rosa como Subsecretario de
Administración, éstos le iban a ser más fieles a
María Esther Monsiváis y a Rubén Moreira que a
Ismael Ramos, si se considera que Oscar y Julián
gozan de la confianza plena del Ejecutivo, por ser
este último quien los apadrinó en su ascenso para
que ocuparan cargos importantes dentro del campo
de la política y aparato gubernamental.
Ante este escenario, y aplicando sólo la
lógica de lealtad, Roberto Díaz García,
Administrador Fiscal General de la Secretaría, hizo
lo conducente para respaldar a Ismael Ramos y
vigilar con lupa cada uno de los movimientos que
realizaba Óscar López en su paso por la
Subsecretaria de Ingresos.
La reacción de López Elizondo no se hizo
esperar y supuestamente habría informado de todo
lo que sucede en la Secretaría de Finanzas a María
Esther Monsiváis, quien desde Palacio de Gobierno
empezó a mover sus tentáculos de poder y
establecer que el trabajo de algunos subalternos
de Ismael Ramos no estaban haciendo lo más
prudente en sus operaciones laborales.
Lo sorprendente es que Óscar López
considerado por los nigropetenses y ex funcionarios
municipales como un ex alcalde que realizó
transacciones para favorecer a empresas como
Minera Carbonífera de Río Escondido (MICARE)
y que dejaron dividendos económicos muy altos
sólo para unos cuantos, antes de acordar con
Ismael Ramos sobre algún asunto laboral, lo hace
con María Esther Monsiváis.
El “golpeteo” entre los mismos funcionarios
al interior de la Secretaría de Finanzas ya está en
boca de muchos de los titulares que dirigen las
principales secretarías del gabinete, estableciéndose
que la “mano” de María Esther Monsiváis
está presente ahora más que nunca en esta
dependencia, donde el más afectado resultó ser el
panista Armando Rubio, recordado por ser quien
manejó los dineros de Saltillo en el periodo del ex
edil de Saltillo, Manuel López Villarreal, hermano
del actual alcalde Isidro López.
Lo que no hacía antes Rubio Pérez ahora
lo hace, sale de su oficina a cualquier hora y se
aparece en eventos públicos a los que no es
convocado. Se le ha visto haciendo antesala en
oficinas de algunos colaboradores del Gobernador
Moreira dejando atrás su soberbia de poder y
presunción que refleja. Pareciera estar preocupado
por algo que hizo y no quiere que se sepa.
Lo cierto, es que de un tiempo a la fecha, y
aunque ninguno de los ahora protagonistas que
siguen laborando en Finanzas, lo quiera aceptar,
es que el ascenso laboral de Óscar López es
definido por ellos mismos como inmerecido, porque
se le considera un funcionario que no hizo un
trabajo transparente en Piedras Negras.
Y si alguien tiene alguna duda sólo tienen
que preguntarle Jorge Carranza Aguirre, al ex
alcalde de esa ciudad y actual funcionario público
Raúl Vela Erhard y al mismo Fernando Purón.
Todo lo contrario a López Elizondo es Julián
Montoya de la Rosa, considerado desde hace
meses como el “limpiador” de dependencias donde
los recursos no son manejados en forma correcta.
El trabajo discreto que hizo antes en la Secretaría
de Salud para revisar las cuentas financieras y
licitaciones motivó cambios importantes en esa
dependencia como la salida del ex subsecretario
José Inés Escobedo, señalado de solapar arbitrariedades
de los ex secretarios Bertha Muñoz Castellanos
y de José Lauro Cortés Hernández.
Julián Montoya regresó después a Palacio
de Gobierno para ser nombrado subsecretario en
la Secretaría de Finanzas. El cargo de coordinador
administrativo que dejó “Juliancillo” en Salud, fue
ocupado por José Luis Muñoz Buentello, hombre
cercano al Ejecutivo y a María Esther Monsiváis.
Antes Buentello arregló el desorden financiero que
dejó Desiderio Nájera Zamarrón en el área
administrativa de la Procuraduría de Justicia.
De algo pueden estar seguros los coahuilenses,
de aquí en delante habrá supervisión laboral
no sólo para Ismael Ramos, sino también para sus
más allegados colaboradores. La lista se extiende
hasta el ex secretario de Finanzas y actual
Secretario de Educación, Jesús Ochoa Galindo, al
Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila,
Blas Flores Dávila, y a quien se perfila para ser el
presidente de la Junta de Gobierno del Congreso
del Estado, el diputado priista electo, José María
Frausto Siller. |