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el periodico de saltillo
Septiembre 2014, edición #307


Poder, ambición y “golpeteo” en Finanzas

Armando Montalvo Olivo.

Un clima de desconfianza y acusaciones se respira desde hace semanas en la Secretaría de Finanzas, donde Ismael Ramos Flores es el titular todavía. Y su orden de mando se debilita día con día. Pareciera que “Lito” Ramos va llegando al ocaso de su carrera como funcionario público.

El Secretario de Finanzas, servidor público, que creció políticamente bajo la sombra de los hermanos Humberto y Rubén Moreira Valdés, revelan que Ismael vive una angustia y desesperación desde la rotación que ordenó el Ejecutivo, (el 8 de agosto anterior), cuando su entrañable amigo y panista, Armando Rubio Pérez, dejó la Subsecretaría de Egresos para ocupar la Subsecretaria de Ingresos y Deuda Pública.

Y es que Ismael sabe que la información ventilada de la dependencia que dirige y que llegó primero a la Jefa de Oficina del Gobernador, María Esther Monsiváis Guajardo sobre cómo laboraba Rubio Pérez, fue factor determinante para ser removido éste último del área de Egresos para ser reemplazado por el ex edil de Piedras Negras, el cuestionado Oscar López Elizondo, quien se hacía cargo de la subsecretaría de Ingresos.

En un principio se rumoraba que subalternos del Gobernador ya no veían con buenos ojos al debilitado Ismael, ahora parece que es una clara realidad que refleja que “Lito” trae una campaña en su contra para no aplicar el poder y su ambición dentro de la Secretaría de Finanzas por una sola razón; su política pública individual ya no es la más adecuada e inició un juego de intereses.

Era de esperarse que desde la llegada de Oscar López a la dependencia, así como la de Julián Montoya de la Rosa como Subsecretario de Administración, éstos le iban a ser más fieles a María Esther Monsiváis y a Rubén Moreira que a Ismael Ramos, si se considera que Oscar y Julián gozan de la confianza plena del Ejecutivo, por ser este último quien los apadrinó en su ascenso para que ocuparan cargos importantes dentro del campo de la política y aparato gubernamental.

Ante este escenario, y aplicando sólo la lógica de lealtad, Roberto Díaz García, Administrador Fiscal General de la Secretaría, hizo lo conducente para respaldar a Ismael Ramos y vigilar con lupa cada uno de los movimientos que realizaba Óscar López en su paso por la
Subsecretaria de Ingresos.

La reacción de López Elizondo no se hizo esperar y supuestamente habría informado de todo lo que sucede en la Secretaría de Finanzas a María Esther Monsiváis, quien desde Palacio de Gobierno empezó a mover sus tentáculos de poder y establecer que el trabajo de algunos subalternos de Ismael Ramos no estaban haciendo lo más prudente en sus operaciones laborales.

Lo sorprendente es que Óscar López considerado por los nigropetenses y ex funcionarios municipales como un ex alcalde que realizó transacciones para favorecer a empresas como Minera Carbonífera de Río Escondido (MICARE) y que dejaron dividendos económicos muy altos sólo para unos cuantos, antes de acordar con Ismael Ramos sobre algún asunto laboral, lo hace con María Esther Monsiváis.

El “golpeteo” entre los mismos funcionarios al interior de la Secretaría de Finanzas ya está en boca de muchos de los titulares que dirigen las principales secretarías del gabinete, estableciéndose que la “mano” de María Esther Monsiváis está presente ahora más que nunca en esta dependencia, donde el más afectado resultó ser el panista Armando Rubio, recordado por ser quien manejó los dineros de Saltillo en el periodo del ex edil de Saltillo, Manuel López Villarreal, hermano del actual alcalde Isidro López.

Lo que no hacía antes Rubio Pérez ahora lo hace, sale de su oficina a cualquier hora y se aparece en eventos públicos a los que no es convocado. Se le ha visto haciendo antesala en oficinas de algunos colaboradores del Gobernador Moreira dejando atrás su soberbia de poder y presunción que refleja. Pareciera estar preocupado por algo que hizo y no quiere que se sepa.

Lo cierto, es que de un tiempo a la fecha, y aunque ninguno de los ahora protagonistas que siguen laborando en Finanzas, lo quiera aceptar, es que el ascenso laboral de Óscar López es definido por ellos mismos como inmerecido, porque se le considera un funcionario que no hizo un trabajo transparente en Piedras Negras.

Y si alguien tiene alguna duda sólo tienen que preguntarle Jorge Carranza Aguirre, al ex alcalde de esa ciudad y actual funcionario público
Raúl Vela Erhard y al mismo Fernando Purón.

Todo lo contrario a López Elizondo es Julián Montoya de la Rosa, considerado desde hace meses como el “limpiador” de dependencias donde los recursos no son manejados en forma correcta.

El trabajo discreto que hizo antes en la Secretaría de Salud para revisar las cuentas financieras y licitaciones motivó cambios importantes en esa dependencia como la salida del ex subsecretario José Inés Escobedo, señalado de solapar arbitrariedades de los ex secretarios Bertha Muñoz Castellanos y de José Lauro Cortés Hernández.

Julián Montoya regresó después a Palacio de Gobierno para ser nombrado subsecretario en la Secretaría de Finanzas. El cargo de coordinador administrativo que dejó “Juliancillo” en Salud, fue ocupado por José Luis Muñoz Buentello, hombre cercano al Ejecutivo y a María Esther Monsiváis.

Antes Buentello arregló el desorden financiero que dejó Desiderio Nájera Zamarrón en el área administrativa de la Procuraduría de Justicia.

De algo pueden estar seguros los coahuilenses, de aquí en delante habrá supervisión laboral no sólo para Ismael Ramos, sino también para sus más allegados colaboradores. La lista se extiende hasta el ex secretario de Finanzas y actual Secretario de Educación, Jesús Ochoa Galindo, al Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, Blas Flores Dávila, y a quien se perfila para ser el presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, el diputado priista electo, José María Frausto Siller.

 
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