Crónicas de un saltillense agringado
Héctor Alejandro Calles Valdez.
En esta ocasión, crónicas de un saltillense
agringado, se complace en presentarles
una sátira de vaqueros. Los lectores,
seguro identificarán rápidamente a los
protagonistas de esta tragicómica historia.
El Sheriff Richard Perry tragó saliva
mientras recogía el revolver Colt de la mano del
inerte cuerpo de aquella mujer. La cacha estaba
cenagosa. Pudo sentir el acero aún caliente.
La
sangre le brotaba del brazo derecho, mientras se
preguntaba, como era que aún estaba vivo después
de aquel increíble intercambio de mortíferos plomos
hirvientes. Estar con vida… Eso era lo importante.
Su grotesca herida era solamente un bajo
precio a pagar, considerando su grave insolencia;
había retado a duelo y eliminado contra todas las
posibilidades a Rosermary “Ma” Borgmann,
lideresa de la banda de forajidos y productores
ilegales de Vodka del Condado Travistown
.
Los lugareños empezaban a arremolinarse
alrededor del patético cadáver. Ma Borgmann tenía
los ojos abiertos y desorbitados, la boca
desmesurada en una postrera mueca de dolor que
enseñaba su lengua seca como la sal del desierto.
Ma Borgmann, había tragado un buen puñado de
arena y aquel pequeño pueblo de Tejas llamado
Ostin sería su tumba.
Todo había ocurrido a las doce del día. La
venganza había sido consumada públicamente y
el hecho que había desatado aquel duelo quedaría
por siempre registrado como hierro candente en
las crónicas locales. La última gota que había
derramado el vaso fue cuando la banda de
Borgmann habían osado dar muerte a cinco
guardianes de la ley, sólo por diversión.
Richard Perry enfundó su humeante arma
tras la pesada gabardina negra, mientras paseaba
la pesada mano por el bigote, como aun dudando…
luego asestó un violento puntapié en las costillas
de Borgmann, como esperando que el
deshilvanado cadáver se irguiera del calcinado
suelo para continuar la pelea.
Ella no se levantaría más, estaba bien
muerta. Parecía que ahora la famosa traficante
de alcohol ahora era alimento para gusanos.
Richard Perry dejó caer los hombros, se sentía
satisfecho y seguro al haber eliminado a uno más
de sus enemigos. ¿Pero, había hecho lo correcto
en matarla en un duelo público o no?
Perry sabía que en el pueblo corrían
rumores, perversos chismes que rondaban entre
las sombras de los oscuros salones, entre las mesas
de póker y rondas de whiskey; Ma Borgmann
practicaba magia negra y había hecho un pacto
con el Diablo. Las malas lenguas juraban que Ma
Bormann regresaría de la tumba para sembrar el
terror entre los vivos.
Que Perry solo había despertado los
demonios y que ahora Borgmann se levantaría
como un cadáver viviente, con las cuencas de los
ojos llenas de gusanos, los labios carcomidos, la
lengua de fuera y regresaría a comerse vivos a
todos sus enemigos. Perry, se aflojó el nudo de la
camisa y tragó de nuevo saliva. De pronto tenía
miedo. No era la primera vez que había escuchado
leyendas acerca de los muertos vivientes.
Meses después de aquellos sangrientos
hechos, la vida parecía seguir su curso normal.
Los lugareños ya habían dejado atrás la aterradora
sombra de Rosemary Borgmann. Perry había
cobrado fama como héroe y ahora soñaba con
escalar las cumbres de la política. La gente lo
admiraba, sus amigos le recomendaban presentarse
como candidato para presidir todo el condado
Travistown. “El alcalde Perry” tiene un timbre muy
especial, se decía a sí mismo, acariciando la
posibilidad.
Muy pronto Perry se paseaba por el
condado explorando sus posibilidades. En
compañía de sus alguaciles se tomaban fotos con
la gente. Posaban con sus rifles y sus pistolas
desenfundados e hicieron imprimir un cartel
mostrando a Perry como el verdadero y legítimo
defensor del pueblo.
La popularidad de Perry iba en aumento y
los celos de los políticos antagonistas no se hicieron
esperar. Les gustaba Perry, pero no le podían
permitir que llegara a presidir el condado
Travistown; eso era demasiado. Había muchos
intereses ocultos, mucho dinero y poder en juego
para dejarlo en manos de un Sheriff pueblerino
venido a más.
Cierta noche, bajo el amparo de la sombras,
tras realizar un rito oscuro en un eclipse lunar algo
o alguien despertó de su sueño al putrefacto
cadáver de Rosemary “Ma” Borgmann. La
leyenda era verdad. Los muertos vivientes existían,
pero no por un acto incomprensible de la
naturaleza, era más bien la mano del hombre que
intervenía en este fenómeno.
Las huesudas manos, con la piel
apergaminada y los restos de carne aun pegada a
los huesos, excavaron su camino hacia la
superficie. Las cuencas de sus ojos estaban
completamente vacías. Sus pulmones eran como
dos ostras secas y apestosas, pero aun así hablaba
y sus palabras con un eco de ultratumba resonaron
en la noche: “Voy por ti Richard Perry”.
Referencias: https://www.facebook.com/ RemoveRosemaryLehmberg
http://www.thewire.com/politics/2014/08/rickperry-
enters-the-final-stage-of-indictment-griefconfusion/
379280/
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