La opacidad de los sindicatos
Salvador Alcázar Aguilar
El mundo cambia constantemente y es para mejorar.
Cuando en bien de la trasparencia y para tener mejor conocimiento de las finanzas sindicales, el ICAI solicita información pública general en afiliación del gremio, lo hizo a sabiendas de lo difícil que sería esta tarea para las centrales independientes y oficiales, que por casi un siglo han tenido a buen resguardo de cuántos son, y cuántos cobran por defender los derechos de los obreros; además de prebendas, ganancias, intereses bancarios, empresariales o políticos, que son los más.
Lo de menos sería que cobraran por sus servicios.
Pero la mafia sindical no sólo quita o pone planillas completas de gente de su confianza, lenones usureros que hacen su gran negocio con los intereses de su central y sus gentes, también manejan las cuotas de cientos de miles de paupérrimos asalariados, con su respectivo descuento sindical, el cual jinetean a su antojo año con año, lo mismo que sus ahorros.
El cómo se prostituyen vendiéndose al mejor postor, llámese empresario o político, es muy su estilo, pero son clásicos por la forma tan cínica y descarada de querer ser ricos y distinguirse de su raza que los elevó al casi rango de intocables con fuero casi celestial.
Todos tenemos derechos y obligaciones hasta las centrales sindicales, los funcionarios públicos, y no sólo los terrenales obreros están sujetos y obligados para con el patrón y sus líderes.
Lo que se me hace casi imposible, es que los sindicatos y sus dirigentes acaten mansamente estos lineamientos del ICAI, que es obligatoria.
Cuiden sus Lamborgini, Ferrari, Rolex, casitas de campo, porque puede venir un Óscar Chávez o un Juan Manuel Serrat y los descobija, estigmatizando a ustedes líderes y a su descendencia. |