La increíble y triste historia de un alcalde de caricatura y un pueblo que todo lo soporta
“El que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame”.
Refrán popular mexicano. |
Estimado Robledo:
Muchas cosas de verdad raras y extrañas me ha tocado presenciar en mi vida, y aún sigo preguntándome de qué están hechos los saltillenses que todo lo sufren, que todo lo aguantan y todo lo soportan sin chistar. Qué hace que este pueblo sólo sea capaz de criticar en voz baja, al amparo de la reunión con amigos y familiares, en vez de adoptar una actitud digna y valiente ante las autoridades, que les gane el título de ciudadanos.
¿Quién, medianamente enterado, no sabe que Isidro López obtuvo la alcaldía de Saltillo a través de una petición del sector empresarial -encabezado por Claudio X. González- a Enrique Peña Nieto, en el marco de las concesiones hechas al PAN por el presidente priísta a cambio del apoyo a las Reformas Estructurales?
¿Será que todavía alguien ignora que con la cesión de la alcaldía de Saltillo al PAN el gobernador Rubén Moreira creía también salir ganando, pues eliminaba de manera simultánea de la carrera por la próxima gubernatura del estado a dos personajes que no figuran dentro de su círculo de favoritos: al ex alcalde Jericó Abramo Masso y al ex candidato priísta Fernando “El Diablito” de las Fuentes. Y que fue asi como Moreira creyó sacudirse a dos estorbos, además de acatar los designios presidenciales?
A ver. ¿Quién se va a tragar el cuento de que un miembro de la principal familia de explotadores de los obreros saltillenses por décadas -López Zertuche, López del Bosque, López Villarreal-, un día se despertó sintiéndose “iluminado” y con la misión divina de procurar el bienestar y la felicidad de aquellos que con su trabajo y recibiendo a cambio salarios de hambre, forjaron el imperio y la fortuna de estos caciques explotadores que siempre los vieron como fuerza de trabajo que les redituaba riqueza?
¿Por qué tenemos, quienes habitamos en Saltillo, que soportar como alcalde a un tipo que se comporta como un sátrapa ignorante y bufonesco, al que sus aristócratas amigos han convencido de la necesidad de meter en cintura y “reeducar” al peladeaje saltillero, además, claro, de aligerarle sus, ya de por sí, exiguos bolsillos?
Dónde se ha visto -como decían nuestras abuelas- que en el llamado gabinete municipal sólo sea posible encontrar a tres tipos de funcionarios, a saber:
a).- Los que no saben absolutamente nada de administración pública y de política,
b).- Los que sólo llegaron con el propósito de enriquecerse, y
c).- Los que son una mezcla de los anteriormente mencionados.
En el primero de los casos, el mejor ejemplo los constituye la esposa del alcalde, Lourdes Naranjo. Una señora de “sociedad” con un total desconocimiento de la función pública, pero con la habilidad de manipular a su antojo a su marido, para que haga todo lo que ella quiera; pero que, a su vez, es objeto de manipulación por parte de algunos de sus colaboradores y hasta algún comunicador, mediocre como tal, pero hábil para medrar en la corte municipal. Otro de esta calaña es el denominado “Secretario Técnico” del gobierno municipal, un tal Juan Pablo Valdés, un tipo torpe, presuntuoso y altanero que ha logrado -por el solo hecho de ser vecino de Isidro López-la confianza de éste para persuadirle de poner en práctica toda suerte de ocurrencias y sandeces, que han tenido como consecuencia el ridículo y un alto costo político para el alcalde, mientras el estólido sujeto se pavonea en el Palacio Municipal como “El poder tras el trono”.
Vayamos ahora al segundo apartado, en el que sin duda se lleva el primer escaño un individuo apocado y amoral, sin escrúpulos, pero con una voracidad sin límite, al que Isidro López le ha encomendado nada menos que las arcas del Ayuntamiento. El tesorero Adrián Ortiz que se ha ganado a pulso el aborrecimiento de los ciudadanos, pero también el de sus compañeros de equipo, los funcionarios del primer nivel, a los que el contador mantiene a raya, mientras él se lleva las mejores “ganancias”; un claro ejemplo de ésto lo constituye el derecho de piso que cobra a los propietarios de grúas y corralones, para que éstos, a su vez, esquilmen y roben a sus anchas al pueblo trabajador; sólo por este concepto el bribón contador Ortiz se embolsa mensualmente entre 350 y 500 mil pesos.
Otro que ha llegado a Saltillo sólo con el afán de hacerse rico a costa de los ciudadanos, es el secretario de Infraestructura Municipal, José Antonio Lazcano, quién goza de las mayores confianzas de López Villarreal y es uno de los principales y más experimentados “Coyotes”. El ingeniero Lazcano y su equipo vinieron a hacer dinero a nuestra ciudad y para ello manejan a su antojo contratos y adquisiciones que lleva a cabo el gobierno municipal. Un par de ejemplos: el contrato de más de 250 millones de pesos para sustituir el alumbrado público de la ciudad y la adquisición de dos terrenos -uno al poniente y otro al sur de la ciudad a precios inflados, dizque para construir ahí dos nuevos biblioparques, a sabiendas que no cuentan con los recursos para esas obras.
Y en el tercer puesto de la clasificación aquí propuesta, nos encontramos a la mayoría de los colaboradores del alcalde. Aparece de manera destacada un Carlos Orta, director de Desarrollo Humano, empeñado en enriquecerse él y su familia y en conseguir la candidatura del PAN a la alcaldía en la próxima elección. Otro “cuate” del presidente mu nicipal es un tal Collins Camp Bennet, bastante ineficiente en su responsabilidad de director de Obras Públicas, pero sumamente habilidoso para vender su “honradez”, mientras se beneficia de su puesto. Agregue usted a la Secretaria del Ayuntamiento, María Alicia García Narro, cuya única tarea ha consistido en beneficiar a sus parientes a través del puesto que ocupa. O a otro que a la vez que medra con el presupuesto, se ha vuelto experto en la grilla palaciega, Iván Guerra, el director del DIF, quién se ha vuelto temible por utilizar su in fluencia con la esposa del alcalde para deshacerse de sus enemigos. O al lobo que Isidro López puso a cuidar a las ovejas, el tenebroso Jorge Salcido Urroz, de oscuros antecedentes en el área de vigilancia de PEMEX, a donde le llevó su verdadero patrón Rosendo Villarreal Dávila (por cierto, asesor plenipotenciario de Isidro); Salcido, que fue incapaz de aprobar las pruebas de control y confianza de la autoridad federal, tiene a su cargo las cámaras urbanas que, en un número cada vez más creciente, vigilan a toda la ciudad y es director del centro de inteligencia o CIAP, un verdadero nido de espionaje contra los “enemigos” de la administración y los ciudadanos en general.
Pero, ¿será necesario seguir aquí con una relación pormenorizada de los inmorales y corruptos funcionarios que componen la administración pública en la capital de Coahuila? Parece evidente que no.
Mejor revisemos las principales acciones de Isidro López al frente de la comuna de Saltillo. Destaca, por supuesto, el tema de las foto-multas, una moderna y sofisticada forma de recaudación monetaria, con el pretexto de castigar a quienes conducen por arriba de los límites de velocidad permitidos en esta ciudad, que resultan ridículos y propios de un pueblo y no de una ciudad. Pero además que sea una empresa privada quien decida a quién y cómo multar, para lo cual la administración municipal les entregó los datos personales de todos los saltillenses.
Mucha gente que nos visita se pregunta: ¿por qué no tapan los baches primero? ¿Por qué no se castiga a los conductores con trabajo comunitario en vez de quitarles el dinero que es de sus familias? ¿Por qué los cobros son tan exorbitantes? ¿Por qué no meter en cintura antes a los concesionarios de camiones del servicio público, de taxis y de transporte de trabajadores? ¿Por qué no poner límites de velocidad razonables? ¿Por qué ocultar la ubicación de las cámaras? Y así, un larguísimo etcétera.
¿Y qué decir de los anticonstitucionales e ineficientes retenes anti-alcohol que se instalan cada fin de semana para asaltar y extorsionar a cualquier ciudadano que haya tenido la osadía de asistir a alguna reunión y tomarse una copa? En ellos los policías y agentes de tránsito sacan todas sus frustraciones maltratando y vejando a los conductores “irresponsables”, a quienes tratan peor que a verdaderos delincuentes. Las arcas de la caja cinco de la tesorería municipal y de los negocios de grúas y corralones -de los que tienen el visto bueno del tesorero previo pago de la “cuota”, claro-, rebosan con el botín obtenido.
Nadie, excepto los amigos, parientes y compañeros de partido del munícipe, escapa al afán recaudatorio y persecución del fiscal Adrián Ortiz, si no, que lo digan los locatarios del Mercado Juárez, los expendedores de periódicos y revistas, los humildes boleros, los franeleros o “viene, viene” y hasta los ancianos vendedores de semillas que han sido víctimas de la autoridad municipal.
La remodelación de calles como Juan Aldama, Benito Juárez e Ignacio Allende se ha convertido en un verdadero martirio para los comerciantes ahí asentados y múltiples molestias para automovilistas y peatones. Los trabajos, además de excederse hasta el doble del tiempo programado, presentan serias fallas estructurales que ocasionan más inconvenientes a los ciudadanos y justifican la extensión de los presupuestos originalmente destinados para ello.
Ah!, pero eso no le quita el sueño al presidente municipal. No, ni las ganas de jugar su diario partido de golf en el Club Campestre de Saltillo, acompañado de su amigo y colaborador en el área Agropecuaria del municipio, Román “El Calzón” Cepeda Izaguirre. Aunque para ello tenga que suspender sus obligaciones al frente de la comuna y laborar sólo medio día.
Por estos días, el presidente municipal y su familia han tomado unas vacaciones en Europa, en un viaje que incluye una boda en Inglaterra y un torneo de golf en Escocia. Antes de ausentarse Isidro ordenó el despido de varias decenas de trabajadores de confianza del aparato burocrático de la ciudad, que no incluye a ninguno de sus amigos y correligionarios. Faltaba más!
Éste es, pues, el político improvisado que sueña con la gubernatura de Coahuila, sin tomar en cuenta que las condiciones objetivas y coyunturales que lo llevaron a la alcaldía no se volverán a repetir, aunque sus socios y amigos empresarios abogaran por él. La aventura política de Isidro López concluirá con su gestión como alcalde. Sí termina.
Lo que desafortunadamente no parece tener límites es la apatía y la mansedumbre de los saltillenses que aceptan cualquier yugo, se diría que hasta con agrado, como quién cumple con una pesada penitencia por un pecado cometido. ¿Qué gran pecado habremos cometido como sociedad?
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