Fábrica de Pillos
No te acerques a una cabra por delante, A un caballo por detrás y aun tonto por ningún lado..
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Prov. Judío |
Fidencio Treviño Maldonado.
Cada año en alguna parte del país se gesta un nuevo prospecto a truhán. Con este enjuague que se trae el gobierno y sus instituciones de abrir la “Llave de la Democracia” y con el slogan entupido de “que en la democracia crecemos todos” un sistema curado en reformitis, en donde el ser candidato a cualquier puesto se ha vuelto un verdadero relajo.
Los escaños son ahora heredados como si fuera una diáspora y es común ver a los júniores pasear por los pasillos de alguna presidencia, palacio de gobierno u ocupando el mullido sillón que como herencia de su padre en alguna cámara legislativa o en algún Estado dejó vacío por unos días.
La desazón de saber que llega a los votantes y afiliados sin previo aviso “alguien” que fue palomeado o elegido en la cúpula del partido y que algunos interesados en registrarse ahora con la testuz agachada y mordiendo la vanidad acudan a darle el saludo hitleriano y estar con él hasta la ignominia, es todo un atropello a la razón. Un sistema para desgracia de los mexicanos en donde la fuerza de la democracia está regida por dinero, por poder, por miedo, por programas del Estado y por partidos y de refilón por herencias, una nación como el nuestra incapaz de levantar cabeza, en donde ni siquiera se vislumbra una posibilidad, pronóstico o argumento aventurado a que esto se componga.
El Juicio de la historia en México está soslayada, los fraudes en cada elección se cocinan y se sirven en la gruesa carta de la corrupción, corrupción que comienza en la selección de candidatos y termina en la poca o nula acción que estos, cuando son funcionarios, llevan a cabo a favor de los ciudadanos y pueblo en general.
Ya se alistan los cachorros de la revolución, los herederos del trono que su padre deja como testamento destinatario, llegan como inocentes corderos pascuales condenados de antemano al sacrifico, sin embargo ese disfraz pronto se trasmuta por la verdadera cara de Caín, en un mundo donde no hay lugar para cobardes, ni tan siquiera para hermanos.
Vemos con impotencia y vergüenza cómo deportistas cambian de piel por la de políticos, cómo los hijos de los líderes son emancipados y hasta con derecho de llevar a cabo la emasculación, metafóricamente hablando de muchos de sus lacayos.
La idea del progreso social está basada en cierto número de principios morales y de ideas simples y admitidas por conciencia en todas las civilizaciones, ideales de justicia, de igualdad y de libertades. En México estos rasgos están perdidos o extraviados y casi siempre coartados por la clase política dominante que tiene a su servicio la acción mediática (televisión, Prensa y radio) que inclusive se encarga de decirnos que el Fútbol es más importante que la misma universidad o la educación y que es el llamado juego del hombre, como si entre la política, la religión y el fútbol estuviera la vida de los mexicanos de por medio.
Pronto la lista de los candidatos para los distintos puestos políticos será una repetición de herencia de los mismos apellidos, mafias de sangre. Hace 40 años el empresario u hombre de negocios de México odiaba a los políticos, inclusive se daba el lujo de despreciar y rechazar puestos que se le ofrecían “por servicios prestados al candidato o al partido”, ahora vemos cómo la política se convirtió en negocios de familias, cómo algunos políticos son prominentes empresarios y cómo los bastantes empresarios son nefastos políticos; la decepción es doble.
Una evolución perversa de nuestra política y, de ejemplo, comentar lo que sucedió hace pocos años con un exitoso empresario refresquero que llegó a ser un fracaso como presidente de México.
Bajo la tolerancia de todo tipo en el país campean los mismos genes políticos, es común ver a los familiares de líderes corruptos ocupando curules y puestos que utópicamente es incomprensible, ver como un líder campesino, de empresas, de monopolios y otras siglas es senador, diputado o ahora Gobernador.
Sin una pizca de asombro solo por citar un caso de la gran mercería nacional, vemos cómo el sindicato de Mineros hereda su puesto al hijo que ni siquiera conoce una mina veinte metros adentro ya que Napoleón Gómez Urrutia padece claustrofobia; y mientras, la lista puede llenar un tomo más grueso que el directorio telefónico de Los Ángeles.
Esto es inconcebible en un pueblo o aldea en donde para los diferentes institutos de medición del país, se nos cataloga a los mexicanos como medianamente educados y la población entrando a los poderes digitales en comunicación, en tarjetas de crédito, en modernización de carreteras, inclusive en seguridad y otras cientos de reformas de papel que la verdad aterriza todo en los “técnicos de vuelo “ que componen una caterva de pillos y que son los que mandan en el país, fabricados a la manera, molde y semejanza de los mexicanos, ya que está en nosotros y solo en nosotros el no tenerlos o seguirlos manteniendo en la frondosa cosecha con imperios de fortunas del mundo de sombras que genera esta parvada de pillos encumbrados en el poder…
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